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Blog del Dr. Francois Peinado. Urología. Hospital Universitario Ruber Juan Bravo

  • ¿Necesito testosterona? Claves médicas antes de iniciar una terapia hormonal

    TestosteronaTestosterona

    La terapia con testosterona (TRT, por sus siglas en inglés) se ha convertido en uno de los tratamientos más discutidos en medicina masculina en los últimos años. A medida que los hombres envejecen, es común que los niveles de testosterona disminuyan gradualmente y que aparezcan síntomas como falta de energía, disminución de la libido, cambios de humor o anemia asociada. Sin embargo, iniciar tratamiento hormonal no es una decisión trivial y debe basarse en criterios clínicos sólidos, tanto para maximizar los beneficios como para minimizar los posibles riesgos.

    Antes de considerar la TRT, es esencial confirmar que un hombre tenga hipogonadismo clínico: es decir, niveles sanguíneos de testosterona consistentemente bajos acompañados de síntomas claros atribuibles a esa deficiencia. La evidencia actual proviene de revisiones sistemáticas que muestran que, en hombres con deficiencia moderada de testosterona, la terapia puede mejorar la actividad sexual, el deseo, corregir la anemia y ofrecer una leve mejoría en energía, estado de ánimo y movilidad física.

    Es importante señalar que no todos los síntomas que un hombre atribuye a "baja testosterona" responderán a la terapia. Por ejemplo, la TRT no ha demostrado beneficio claro en la mejora de la cognición en hombres sin trastornos cognitivos previos, no previene la progresión de la diabetes en personas con prediabetes, ni mejora el control glucémico en quienes ya tienen diabetes establecida.

    Un aspecto que preocupa tanto a médicos como a pacientes es la seguridad de la TRT. En el pasado, se creía que la terapia aumentaba el riesgo de eventos cardiovasculares o de cáncer de próstata, pero los datos más recientes son más tranquilizadores. Estudios grandes han mostrado que no hay un aumento significativo en el riesgo de infarto de miocardio ni de accidente cerebrovascular en hombres con enfermedad cardiovascular preexistente tratados con testosterona en comparación con placebo, y no hay evidencia sólida de que la TRT aumente el riesgo de cáncer de próstata.

    No obstante, no está exenta de efectos secundarios. Algunos hombres pueden desarrollar eritrocitosis (aumento excesivo de glóbulos rojos), lo que puede elevar el riesgo de eventos trombóticos si no se monitoriza adecuadamente. Otros efectos adversos potenciales incluyen acné, piel grasa, aumento de la presión arterial, retención de líquidos, agrandamiento de las mamas (ginecomastia), cambios en el perfil lipídico y, en casos raros, alteraciones del sueño o exacerbación de apnea del sueño.

    Un punto clave es que los beneficios de la TRT varían entre individuos, y su eficacia es mayor cuando existe una deficiencia clara y no simplemente un descenso leve dentro de los límites aceptados de normalidad. Además, los efectos sobre la función eréctil pueden ser modestos; la mejora más consistente se observa sobre el deseo sexual y la energía.

    Otra consideración crítica es la supresión del eje hipotálamo-hipófisis-gónadas con el uso de testosterona exógena, lo que puede llevar a reducción de la producción endógena, oligospermia o incluso azoospermia si no se consideran estrategias de preservación de la fertilidad en hombres que desean tener hijos.

    En algunos casos, existen alternativas terapéuticas como el uso de moduladores selectivos del receptor de estrógeno (como el clomifeno), que pueden aumentar la producción endógena de testosterona y resultar especialmente útiles en hombres que desean preservar fertilidad. Esto debe evaluarse individualmente con un especialista.

    Finalmente, hay un énfasis creciente en que la decisión de iniciar TRT debe tomarse de forma compartida entre médico y paciente, basándose en una evaluación clínica completa, pruebas de laboratorio repetidas en condiciones adecuadas (niveles matinales en ayunas), y una discusión honesta sobre expectativas, posibles beneficios y riesgos a corto y largo plazo.

    Referencias:

    What Clinicians Need to Know Before Prescribing Testosterone — Medscape, Septiembre 09, 2025.

  • Tratamientos no quirúrgicos en la enfermedad de La Peyronie

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    La enfermedad de La Peyronie es una patología relativamente frecuenteafecta entre un 3 y un 10 % de los hombres— y se caracteriza por la aparición de una placa fibrosa en la túnica albugínea del pene. Esto provoca curvatura, acortamiento, dolor e incluso dificultad para mantener relaciones sexuales satisfactorias. Más allá de los problemas físicos, el impacto psicológico puede ser profundo: ansiedad, vergüenza, pérdida de autoestima y problemas de pareja son habituales en quienes la padecen.

    El estudio de Hayat y colaboradores, publicado en 2023 en IJIR: Your Sexual Medicine Journal, constituye la revisión más completa hasta la fecha sobre los tratamientos no quirúrgicos de esta enfermedad. Los autores analizaron 41 ensayos clínicos aleatorizados con más de 5.000 artículos revisados inicialmente, evaluando la eficacia de terapias orales, inyecciones intralesionales, tratamientos tópicos, ondas de choque y dispositivos de tracción.

    El objetivo era determinar qué opciones médicas pueden realmente mejorar la curvatura del pene, reducir el tamaño de la placa, aliviar el dolor y mejorar la función eréctil.

    Terapias orales: resultados inconsistentes

    Las terapias orales analizadas (vitamina E, carnitina, colchicina, tamoxifeno, coenzima Q10, POTABA y fármacos inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5) mostraron resultados muy variables y de baja calidad científica. Algunos estudios pequeños sugirieron ligeras mejoras en la curvatura o el tamaño de la placa con vitamina E o coenzima Q10, pero los ensayos de mayor tamaño no confirmaron estos hallazgos. De hecho, los autores concluyen que ningún tratamiento oral puede recomendarse hoy con base en la evidencia disponible.

    Inyecciones intralesionales: las que ofrecen mayor respaldo científico

    Dentro de los tratamientos no quirúrgicos, las inyecciones intralesionales —es decir, aplicadas directamente en la placa— son las que cuentan con mayor respaldo. En particular, la colagenasa de Clostridium histolyticum (CCH) se mantiene como el tratamiento de referencia aprobado por la FDA para la fase estable de la enfermedad. Los estudios IMPRESS I y II, que incluyeron más de 600 pacientes, mostraron una mejoría media de 16 ° en la curvatura frente a 5 ° en el grupo placebo. Aunque no redujo el tamaño de la placa ni el dolor, sí mejoró de forma discreta la función eréctil y la longitud peneana (unos 4 mm de media).

    Otros tratamientos inyectables como el interferón alfa-2B, el verapamilo o el ácido hialurónico mostraron ciertos beneficios, pero con resultados menos consistentes. El interferón mejoró algo la curvatura y el dolor en algunos estudios pequeños, mientras que el ácido hialurónico podría tener un papel interesante en la fase inflamatoria de la enfermedad, aunque se requieren más ensayos.

    Terapias físicas y mecánicas: alivio del dolor y discreta mejora funcional

    Entre las terapias físicas, la litotricia extracorpórea (ondas de choque) ha sido la más estudiada. Según esta revisión, puede aliviar significativamente el dolor en la fase estable, aunque su impacto sobre la curvatura es limitado y poco predecible.

    Los dispositivos de tracción peneana, por su parte, han demostrado mejoras moderadas tanto en la curvatura como en la longitud, especialmente cuando se utilizan de forma constante (al menos 3 horas diarias). Son una opción útil como complemento a otros tratamientos.

    La iontoforesis y los geles tópicos de verapamilo o enzimas antioxidantes apenas mostraron resultados clínicamente relevantes.

    Conclusión: el futuro del tratamiento médico en Peyronie

    La revisión de Hayat et al. deja claro que, en el momento actual, no existe un tratamiento médico universalmente eficaz para todos los pacientes con enfermedad de La Peyronie. Sin embargo, la colagenasa sigue siendo la opción no quirúrgica más sólida para las curvaturas mayores de 30 °, y el ácido hialurónico y la tracción aparecen como líneas prometedoras, sobre todo en fases iniciales.

    Los autores subrayan que es necesario desarrollar más ensayos clínicos rigurosos que diferencien bien las fases agudas (inflamatoria) y crónica (fibrosa) de la enfermedad, ya que la respuesta a los tratamientos puede ser muy distinta en cada una.

    Unidad de referencia

    Si padeces la enfermedad de La Peyronie o alguna alteración del pene y deseas una valoración en una unidad de referencia especializada, puede contactar con nosotros dado que nuestra unidad se dedica en exclusiva al diagnóstico y tratamiento integral de la enfermedad de La Peyronie y otras patologías del pene en doctorpeinado.com .

    Referencia:

    IJIR: Your Sexual Medicine Journal (2023; 35:523–532) por Hayat et al., titulada "A systematic review of non-surgical management in Peyronie’s disease" (DOI: 10.1038/s41443-022-00633-wEste enlace se abrirá en una ventana nueva)

  • Cirugía reconstructiva de pene

    En el artículo "The evolution of penile reconstructive techniques in urology" publicado en IJIR: Your Sexual Medicine Journal en 2025, Mehmet Hamza Gultekin y colaboradores exploran cómo la cirugía reconstructiva del pene ha avanzado a lo largo de la historia y cuáles son las innovaciones que hoy marcan la diferencia en la calidad de vida de los pacientes.

    Ingeniería tisular del peneIngeniería tisular del pene

    La necesidad de estas intervenciones va más allá de la estética. Se trata de restaurar funciones vitales como la micción y la actividad sexual, y de ofrecer soluciones a hombres con malformaciones congénitas, lesiones traumáticas, cáncer de pene, enfermedad de Peyronie, problemas derivados de la obesidad o situaciones de incongruencia de género.

    Los orígenes se remontan a la Antigüedad, con médicos griegos que ya trataban problemas como la fimosis. Sin embargo, fue a finales del siglo XIX y principios del XX cuando comenzaron los grandes avances gracias a pioneros como Gillies, Nesbit o Chang, que abrieron el camino hacia técnicas modernas de reconstrucción. Hoy en día, además del perfeccionamiento quirúrgico, se incorporan criterios psicológicos y éticos, sobre todo en procedimientos como el alargamiento o el engrosamiento, donde es clave descartar trastornos de la imagen corporal para garantizar que el paciente se beneficie realmente de la cirugía.

    Uno de los grandes progresos ha sido el desarrollo de nuevos materiales de injerto. Antiguamente solo se contaba con opciones sintéticas, que a menudo producían rechazo, infección o cicatrices excesivas. Con el tiempo se introdujeron tejidos del propio paciente, como mucosa oral o vena safena, y más recientemente matrices acelulares o tejidos derivados de animales, tratados para mejorar la integración y reducir el riesgo de rechazo. Esto ha permitido que las reconstrucciones sean más seguras, naturales y funcionales.

    En la corrección de la curvatura peneana (frecuente en la enfermedad de Peyronie), la evolución ha sido notable. Desde las primeras operaciones del siglo XIX hasta el famoso procedimiento de Nesbit en 1965, la meta siempre ha sido enderezar el pene con el menor riesgo posible de acortamiento o disfunción eréctil. Hoy existen técnicas menos invasivas, plicaturas simples, injertos que preservan longitud y, en casos seleccionados, tratamientos no quirúrgicos como la colagenasa o el uso de tracción y vacío. Incluso se vislumbran terapias regenerativas con células madre.

    La faloplastia, es decir, la creación de un pene nuevo cuando no existe o debe ser reemplazado, ha tenido quizás el desarrollo más espectacular. De los primeros injertos cutáneos enrollados que apenas lograban un aspecto externo, se pasó en los años 80 al uso de microcirugía con colgajos libres, en especial el antebrazo radial. Con estas técnicas se consigue un pene con sensibilidad, apariencia realista, posibilidad de orinar de pie e incluso rigidez suficiente mediante la colocación de prótesis. Hoy se investigan nuevos colgajos, impresión 3D y hasta la ingeniería tisular para fabricar tejidos a medida.

    En el caso del cáncer de pene, la tendencia actual es clara: conservar al máximo el órgano. Si antes la amputación parcial o total era habitual, ahora se sabe que basta con márgenes de seguridad mucho más pequeños, lo que permite preservar la función sexual y urinaria sin aumentar el riesgo oncológico. Se utilizan injertos cutáneos y, en un futuro próximo, técnicas con láser o robótica que mejorarán la precisión.

    Otro campo en auge es la cirugía del pene enterrado adquirido en adultos, un problema cada vez más frecuente por la obesidad. Antes era poco reconocido, pero hoy se sabe que causa graves dificultades físicas y psicológicas. Las técnicas actuales combinan liposucción, resección de piel, injertos y reconstrucciones ligamentosas, con resultados cada vez más satisfactorios.

    Un aspecto menos visible, pero fundamental, es el papel de las técnicas de imagen, especialmente la resonancia magnética, que permite planificar mejor las cirugías y detectar complicaciones en prótesis, traumatismos o fibrosis. En un futuro cercano se habla de incorporar realidad aumentada y algoritmos de inteligencia artificial para guiar al cirujano en tiempo real.

    En conclusión, la cirugía reconstructiva del pene ha dejado de ser experimental para convertirse en un campo sofisticado, con opciones personalizadas para cada necesidad. La combinación de microcirugía, biomateriales avanzados, prótesis y, pronto, la bioingeniería, ofrece una esperanza creciente a quienes enfrentan problemas que afectan no solo a su salud física, sino también a su autoestima, su sexualidad y su calidad de vida.

    Referencia:
    Gultekin MH, Al-Mitwalli A, Lee WG, Ralph D. The evolution of penile reconstructive techniques in urology. IJIR: Your Sexual Medicine Journal. 2025. https://doi.org/10.1038/s41443-025-01141-3Este enlace se abrirá en una ventana nueva

  • Prevenir la disfunción eréctil

    La disfunción eréctil es una de las consultas más frecuentes en la consulta de urología y, sin embargo, sigue rodeada de silencio, dudas y, a veces, vergüenza. Es importante saber que no se trata solo de un problema sexual: puede ser también un indicador temprano de alteraciones cardiovasculares o metabólicas.

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    Por eso, como médico urólogo y andrólogo especializado en salud masculina, siempre insisto en que la prevención es nuestra mejor aliada. Existen múltiples factores —muchos de ellos modificables— que influyen en la calidad de las erecciones y en el bienestar sexual del hombre.

    En este artículo comparto contigo 15 medidas clave, sencillas y eficaces, que pueden ayudarte a mantener una vida sexual plena y saludable a lo largo del tiempo.

    Cómo prevenir la disfunción eréctil: 15 claves respaldadas por la ciencia

    La disfunción eréctil es un problema más común de lo que se cree, pero también es una condición que, en muchos casos, se puede prevenir. Adoptar hábitos de vida saludables no solo mejora tu salud general, sino que también protege tu vida sexual. A continuación, te comparto 15 recomendaciones clave, basadas en evidencia científica, para reducir el riesgo de padecer disfunción eréctil.

    1. Cuida tu peso

    El exceso de peso, especialmente la obesidad abdominal, se asocia con un mayor riesgo de disfunción eréctil. Un perímetro de cintura superior a 102 cm puede ser un indicador de riesgo. El sobrepeso puede favorecer el colesterol alto, la diabetes y enfermedades cardiovasculares, todas ellas condiciones que afectan la calidad de las erecciones.

    2. Sigue una dieta mediterránea

    Comer bien también es cuidar tu vida sexual. Una alimentación rica en frutas, verduras, cereales integrales, pescado y grasas saludables favorece la salud cardiovascular, y por tanto, la salud eréctil. Evita los alimentos ultraprocesados, fritos, carnes rojas en exceso y lácteos grasos.

    3. Controla tu presión arterial

    La hipertensión puede dañar los vasos sanguíneos, disminuyendo el flujo de sangre al pene. Muchas personas tienen la tensión alta y no lo saben, por lo que es importante revisarla periódicamente y, si es necesario, tratarla.

    4. Mantén a raya el colesterol

    Un colesterol elevado puede obstruir las arterias y dificultar la circulación, lo cual repercute directamente en la función eréctil. Reducirlo con cambios en la dieta o tratamiento médico es clave para proteger tu salud sexual.

    5. Controla bien tu diabetes

    El mal control de la glucosa puede dañar tanto los nervios como los vasos sanguíneos del pene. Una diabetes mal controlada es una causa frecuente de disfunción eréctil. Trabajar con tu médico para mantener estables los niveles de azúcar en sangre es esencial.

    6. Si fumas, es hora de dejarlo

    Fumar daña los vasos sanguíneos y multiplica el riesgo de problemas de erección. Además, los tratamientos para la disfunción eréctil pueden ser menos eficaces en hombres fumadores. Abandonar el tabaco siempre es una decisión acertada.

    7. Alcohol, con moderación

    Un consumo elevado de alcohol puede disminuir el deseo sexual, afectar la erección y dificultar el orgasmo. Si crees que el alcohol está afectando tu vida sexual, reducir o eliminar su consumo puede marcar una gran diferencia.

    8. Evita las drogas recreativas

    Sustancias como la cocaína, anfetaminas, marihuana u opiáceos pueden dañar el sistema nervioso y los vasos sanguíneos, afectando negativamente a la función eréctil. Si tienes problemas con su consumo, buscar ayuda médica es el primer paso para mejorar tu salud integral.

    9. Haz ejercicio físico

    No hace falta correr una maratón. Incluso caminar 30 minutos al día puede mejorar el flujo sanguíneo, reducir el estrés y favorecer las erecciones. El ejercicio regular es uno de los pilares fundamentales para prevenir la disfunción eréctil.

    10. Revisa tus niveles de testosterona

    A partir de los 30 años, los niveles de testosterona comienzan a disminuir lentamente. Si notas falta de deseo sexual o dificultad para mantener la erección, puede ser útil hacer una analítica para valorar si existe un déficit hormonal y tratarlo si es necesario.

    11. Aléjate de los esteroides anabolizantes

    Aunque parezca contradictorio, el uso de testosterona sintética con fines estéticos puede dañar tu capacidad natural para producirla. Esto puede provocar problemas graves en la función eréctil, además de otros efectos secundarios como atrofia testicular o caída del cabello.

    12. Aprende a manejar el estrés

    La ansiedad y el estrés crónicos pueden afectar el deseo sexual y provocar disfunción eréctil. Es importante identificar las causas de estrés (laborales, personales o emocionales) y buscar estrategias para gestionarlas adecuadamente.

    13. Trata la apnea del sueño

    Este trastorno, que provoca interrupciones repetidas en la respiración durante el sueño, también puede influir en la salud sexual. Existen tratamientos eficaces que no solo mejoran la calidad del descanso, sino también la función eréctil.

    14. Revisa los efectos secundarios de tus medicamentos

    Varios fármacos, como algunos diuréticos, antidepresivos, analgésicos opiáceos o relajantes musculares, pueden causar disfunción eréctil. Nunca dejes la medicación por tu cuenta, pero consulta con tu médico si notas que tu vida sexual se ve afectada.

    15. Sé proactivo y consulta al especialista

    Tener una disfunción puntual no es motivo de alarma, pero si el problema persiste, no lo dejes pasar. Puede haber una causa subyacente que merece atención. Cuanto antes se diagnostique, más eficaz será el tratamiento.

    Recuerda: la disfunción eréctil no solo afecta a la vida sexual, también puede ser un marcador precoz de problemas cardiovasculares. Cuidarte hoy es proteger tu salud para el futuro.

  • Erecciones dolorosas

    Las erecciones dolorosas pueden causar angustia y afectar significativamente a la salud sexual y la calidad de vida del hombre. Aunque puede que no sea un tema frecuente de conversación, el problema es más común de lo que muchos podrían pensar. Comprender las causas más comunes de las erecciones dolorosas puede ayudar a los hombres a buscar el tratamiento adecuado y aliviar las molestias.

    Eyaculación dolorosaEyaculación dolorosa

    1. Priapismo

    El priapismo es una afección caracterizada por erecciones prolongadas y a menudo dolorosas que duran más de cuatro horas y se producen sin estimulación sexual. Existen dos tipos de priapismo: isquémico y no isquémico. El priapismo isquémico, también conocido como priapismo de bajo flujo, se produce cuando la sangre queda atrapada en el tejido eréctil del pene y no puede salir. Esta forma de priapismo suele ser dolorosa y se considera una urgencia médica porque la isquemia prolongada (falta de flujo sanguíneo) puede causar daños permanentes en el tejido.

    El priapismo no isquémico, o priapismo de alto flujo, es menos doloroso y se produce cuando hay un flujo incontrolado de sangre hacia el pene debido a una lesión o traumatismo en las arterias. Entre las afecciones que aumentan el riesgo de priapismo figuran la anemia falciforme, determinados medicamentos (especialmente para la disfunción eréctil) y el abuso de drogas o alcohol. Es necesaria una atención médica inmediata para tratar la causa subyacente y prevenir daños a largo plazo.

    2. Enfermedad de Peyronie

    Una de las principales causas de erecciones dolorosas es la enfermedad de Peyronie, una dolencia que afecta al tejido del pene. Se produce cuando se forma tejido cicatricial fibroso en el pene, lo que provoca una curvatura anormal durante las erecciones. Los hombres con enfermedad de Peyronie pueden experimentar dolor, dificultad para las erecciones y, en casos graves, una curvatura significativa que dificulta o imposibilita el coito. La acumulación de tejido cicatricial puede deberse a lesiones leves en el pene, como las que se producen durante las relaciones sexuales, los deportes o los accidentes. Sin embargo, en muchos casos se desconoce la causa exacta de la enfermedad de Peyronie.

    El dolor suele aparecer durante las primeras fases de la afección, y puede disminuir a medida que ésta se estabiliza. El tratamiento médico puede ir desde inyecciones hasta cirugía que resuelve la mayoría de los casos.

    3. Infecciones e inflamación

    Las infecciones y la inflamación también pueden causar erecciones dolorosas. Afecciones como la prostatitis, que es la inflamación de la glándula prostática, o la uretritis, inflamación de la uretra, pueden provocar molestias durante la erección. Las infecciones de la vejiga o del tracto urinario también pueden contribuir al dolor, especialmente durante la eyaculación.

    Las infecciones de transmisión sexual (ITS), como la gonorrea o la clamidia, pueden causar inflamación en los órganos reproductores y provocar erecciones dolorosas. Cuando la causa es una ITS, también pueden presentarse otros síntomas como secreción, ardor al orinar o inflamación de la zona genital. El tratamiento suele consistir en antibióticos o medicamentos antivirales, dependiendo de la naturaleza de la infección.

    4. Síndrome de dolor pélvico crónico (SDPC)

    El síndrome de dolor pélvico crónico (SDPC), también conocido como prostatitis crónica, es una enfermedad que afecta a hombres de todas las edades y puede causar dolor en la zona pélvica, incluso durante las erecciones. La causa exacta del SDPC no se conoce del todo, pero se cree que es una combinación de tensión muscular, inflamación nerviosa y factores psicológicos como el estrés o la ansiedad.

    Los hombres con SDPC pueden experimentar dolor persistente en el perineo (la zona entre el ano y el escroto), la parte inferior del abdomen e incluso el pene. Este dolor puede acentuarse durante las erecciones, la eyaculación o después de la actividad sexual. El tratamiento del SDPC suele incluir fisioterapia del suelo pélvico, medicamentos para reducir la inflamación y el dolor, y tratamiento del estrés o la ansiedad mediante asesoramiento o técnicas de control del estrés.

    5. Fimosis y parafimosis

    La fimosis es una afección en la que el prepucio está demasiado tenso para retraerse sobre la cabeza del pene. Esta tirantez puede causar molestias o dolor durante la erección, especialmente en los casos en que el prepucio no se ha estirado lo suficiente como para permitir una retracción completa. La fimosis es más frecuente en hombres no circuncidados y puede resolverse por sí sola en individuos jóvenes, pero en algunos casos puede ser necesaria la intervención médica.

    La parafimosis, por el contrario, se produce cuando el prepucio se atasca en una posición retraída y no puede retraerse sobre la cabeza del pene. Esto puede causar hinchazón y dolor, especialmente durante las erecciones, y requiere atención médica inmediata para evitar complicaciones. Los tratamientos para ambas afecciones incluyen cremas tópicas con corticoides, estiramientos manuales o, en casos más graves, la circuncisión.

    6. Traumatismos o lesiones

    Los traumatismos físicos en el pene o en la región pélvica pueden provocar erecciones dolorosas. Esto puede ocurrir debido a lesiones deportivas, accidentes o actividad sexual brusca. Una afección denominada fractura de pene, que se produce cuando se rompe la túnica albugínea (la capa protectora que rodea el tejido eréctil), puede causar un dolor intenso e inmediato durante la erección. Las fracturas de pene suelen requerir intervención quirúrgica para reparar el daño y prevenir complicaciones como la disfunción eréctil o el dolor crónico.

    Conclusión

    Las erecciones dolorosas pueden surgir por diversas causas, desde infecciones e inflamaciones hasta afecciones más graves como la enfermedad de Peyronie y el priapismo. Aunque estas afecciones pueden ser angustiosas, muchas son tratables con la intervención médica adecuada. Es esencial que los hombres que experimenten dolor durante la erección acudan rápidamente al médico para tratar cualquier problema subyacente y prevenir complicaciones.

    Referencias:

    Broderick, G. A., Kadioglu, A., Bivalacqua, T. J., Ghanem, H., Nehra, A., & Shamloul, R. (2010). Priapism: pathogenesis, epidemiology, and management. The journal of sexual medicine, 7(1 Pt 2), 476–500. https://doi.org/10.1111/j.1743-6109.2009.01625.xEste enlace se abrirá en una ventana nueva

    Flores, J. M., Salter, C. A., Nascimento, B., Terrier, J. E., Taniguchi, H., Bernie, H. L., Miranda, E., Jenkins, L., Schofield, E., & Mulhall, J. P. (2021). The Prevalence and Predictors of Penile Pain in Men with Peyronie’s Disease. Sexual medicine, 9(4), 100398. Este enlace se abrirá en una ventana nuevahttps://doi.org/10.1016/j.esxm.2021.100398Este enlace se abrirá en una ventana nueva

    Hayashi, Y., Kojima, Y., Mizuno, K., & Kohri, K. (2011). Prepuce: phimosis, paraphimosis, and circumcision. The Scientific World Journal, 11(1), 289-301. https://doi.org/10.1100/tsw.2011.31Este enlace se abrirá en una ventana nueva

    Koifman, L., Barros, R., Júnior, R. A., Cavalcanti, A. G., & Favorito, L. A. (2010). Penile fracture: diagnosis, treatment and outcomes of 150 patients. Urology, 76(6), 1488-1492. https://doi.org/10.1016/j.urology.2010.05.043Este enlace se abrirá en una ventana nueva

    Magistro, G., Wagenlehner, F. M., Grabe, M., Weidner, W., Stief, C. G., & Nickel, J. C. (2016). Contemporary Management of Chronic Prostatitis/Chronic Pelvic Pain Syndrome. European urology, 69(2), 286–297. Este enlace se abrirá en una ventana nuevahttps://doi.org/10.1016/j.eururo.2015.08.061Este enlace se abrirá en una ventana nueva

    Sadeghi-Nejad, H., Wasserman, M., Weidner, W., Richardson, D., & Goldmeier, D. (2010). Sexually transmitted diseases and sexual function. The journal of sexual medicine, 7(1 Pt 2), 389–413. https://doi.org/10.1111/j.1743-6109.2009.01622.xEste enlace se abrirá en una ventana nueva

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