Citometría de flujo
La citometría de flujo ofrece información sobre las características y la cantidad de células vivas de la sangre. Es un procedimiento en el que se analiza una muestra de sangre y permite diagnosticar tumores o alteraciones celulares.

Descripción General
La citometría de flujo (CMF) es una técnica utilizada en los laboratorios para determinar el número, las características y el porcentaje de células vivas en muestras de sangre, médula ósea u otros tejidos. Los avances tecnológicos permiten analizar una gran cantidad de células en unos minutos.
Este procedimiento también es útil para detectar enfermedades o marcadores tumorales, se trata de una prueba muy utilizada en el diagnóstico diferencial de enfermedades malignas de la sangre.
Además de ser una de las pruebas de rutina más utilizadas para conocer el estado general de salud de un paciente o para hacer el seguimiento de la evolución de numerosas enfermedades, la citometría de flujo sirve para investigar en el campo de la biología celular, la toxicología o la microbiología.
¿Cuándo está indicada?
Además de contribuir al estudio del genoma humano o a la identificación de moléculas intracelulares, la citometría de flujo se utiliza para diagnosticar leucemia, mieloma múltiple, SIDA, VIH, neumonía eosinofílica o diversos síndromes linfoproliferativos que generan una cantidad excesiva de linfocitos (un tipo de glóbulos blancos).
La citometría de flujo es, además, una herramienta útil para detectar sensibilidad a los antibióticos o para determinar el cariotipo de un individuo. En hematología, este procedimiento se utiliza para el conteo de células y el estudio de los tipos y la cantidad de glóbulos blancos presentes en la sangre.
¿Cómo se realiza?
En primer lugar, se toman las muestras necesarias para hacer el estudio. Normalmente, consiste en una extracción de sangre de una de las venas del brazo, una punción lumbar para obtener médula ósea o una biopsia en la que se consigue una porción de tejido.
Una vez en el laboratorio, se colocan en un tubo de ensayo y se añade un tinte fotosensible. Después, se colocan en el citómetro de flujo para exponerlas a la luz de un láser focalizado. Para que los resultados sean precisos, se debe utilizar una suspensión celular en la que las células están alineadas y pasan una a una frente al haz de luz. Cada célula emite una señal fluorescente que se recoge y se digitaliza para su posterior interpretación.
En el estudio se tienen en cuenta diferentes parámetros:
- Dispersión frontal de la luz: ayuda a determinar el tamaño de la célula.
- Dispersión de la luz ortogonal (en un ángulo de 90 grados): es proporcional a la complejidad de la célula, es decir, a la cantidad de estructuras internas que tiene.
- Intensidad de la fluorescencia: indica la cantidad de ADN (ácido desoxirribonucleico) y ARN (ácido ribonucleico) presentes en la célula.
Riesgos
No existen riesgos para la salud asociados a la citometría de flujo.
Los efectos secundarios, de producirse, están relacionados con la forma en que se toman las muestras. Después de una extracción de sangre, se pueden producir desvanecimientos o hematomas en la zona del pinchazo. Tras una punción lumbar para obtener médula ósea, es posible sufrir dolores de cabeza, vómitos o mareos.
Qué esperar de una citometría de flujo
La experiencia del paciente con la citometría de flujo se limita a la toma de muestras, que se hace con diferentes procedimientos:
- Muestra de sangre: se permanece sentado o ligeramente recostado en una camilla con el brazo estirado. Se puede sentir un pequeño dolor en el momento del pinchazo que desaparece casi al momento. Es recomendable beber líquidos en abundancia en las horas posteriores para ayudar al cuerpo a recuperar el fluido perdido.
- Muestra de médula ósea: se suele tomar mediante una punción lumbar. Se debe estar sentado en una camilla con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante, con la barbilla pegada al pecho. La anestesia local evita el dolor, pero se siente una presión cuando se inserta la aguja.
- Biopsia: cuando hay que obtener una muestra de tejido, pueden ser de dos tipos principalmente:
- Escisión: el paciente se tumba en una camilla y se coloca en una posición que facilite el trabajo al especialista. Puede precisar anestesia local o general, dependiendo de la ubicación del órgano que se va a estudiar, por lo que no se siente dolor. Suele ser necesario hacer reposo relativo en los días siguientes, hasta que se retiren los puntos.
- Aspiración: el procedimiento es similar al de la punción lumbar, pero se hace en otras zonas del cuerpo, como un ganglio.
Todas estas técnicas son ambulatorias, por lo que el paciente puede volver a su casa una vez finalizadas.
Los resultados del laboratorio suelen estar disponibles en 24 o 48 horas.
Especialidades en las que se solicita una citometría de flujo
La citometría de flujo es un procedimiento que se utiliza en hematología, oncología, inmunología o anatomía patológica.
Cómo prepararse
No es necesario prepararse de una forma especial para hacerse una citometría de flujo.
En los casos en los que se necesita una biopsia para conseguir una muestra de tejido, es posible que se tenga que acudir en ayunas para someterse a la anestesia.