Diagnóstico genético preimplantacional
El diagnóstico genético preimplantacional se lleva a cabo en el campo de la reproducción asistida para evaluar la viabilidad de los embriones obtenidos mediante procesos extracorpóreos.

Descripción General
El diagnóstico genético preimplantacional (DGP) es un estudio que forma parte de las técnicas utilizadas en reproducción asistida. En este proceso se analiza el material genético de un embrión antes de transferirlo al útero materno para detectar posibles anomalías.
Este procedimiento consta de un conjunto de pruebas con objetivos diversos:
- Estudio de aneuploidías: las aneuploidías son alteraciones en el número de cromosomas, ya sea por deleción o por duplicación. Normalmente, se analizan aquellos que más frecuentemente desarrollan estos cambios (9:X, Y, 13, 15, 16, 17, 18, 21, 22). Aquellos embriones con las dos copias habituales de cada cromosoma se seleccionan para la transferencia.
- Cribado de alteraciones cromosómicas: las traslocaciones cromosómicas heredadas de los progenitores pueden suponer abortos espontáneos o el nacimiento de bebés con malformaciones o deficiencias. Por este motivo, se estudian los cromosomas que puedan estar afectados para descartar aquellos embriones que no cuenten con un ordenamiento equilibrado.
- Detección de enfermedades genéticas monogénicas: son muchas las enfermedades genéticas graves provocadas por mutaciones que se pueden detectar en los embriones.
- Selección de sexo: se distinguen los embriones femeninos (XX) y los masculinos (XY) para transferir embriones sanos en aquellos casos en que se padezca una enfermedad genética asociada a uno de los sexos.
El diagnóstico genético preimplantacional es útil para elegir al embrión con mayor viabilidad, es decir, con más posibilidades de implantarse en el útero después de la transferencia. Además, permite aumentar las probabilidades de que el ciclo de fecundación in vitro (FIV) finalice en el nacimiento de un bebé sano.
¿Cuándo está indicada?
Cada uno de los procedimientos del diagnóstico genético preimplantacional está recomendado en un caso diferente:
- Estudio de aneuploidías: se suele realizar en casos de abortos de repetición, después de varios ciclos de reproducción asistida fallidos, cuando los progenitores tienen anomalías cromosómicas o cuando la edad materna es avanzada (a partir de los 35 o 38 años).
- Cribado de alteraciones cromosómicas: se lleva a cabo en aquellos casos en que uno de los progenitores presenta translocaciones cromosómicas equilibradas, es decir, intercambio de información genética sin deleción ni duplicación. Se seleccionan aquellos embriones sanos, pero no se puede determinar si son portadores o no.
- Detección de enfermedades genéticas monogénicas: se recomienda cuando existen antecedentes familiares de patologías como la fibrosis quística, el síndrome de X frágil, la enfermedad de Huntington, la distrofia miotónica de Steiner o las talasemias.
- Selección de sexo: algunas enfermedades genéticas recesivas están ligadas al cromosoma X, es decir, las mujeres son portadoras y pueden transmitirla, mientras que los varones la padecen. Este cribado se recomienda cuando la madre es portadora o el padre padece hemofilia, síndrome de Hunter, síndrome de Lesch-Nyham o distrofia muscular de Duchenne, para transferir embriones XX que no desarrollen la patología.
¿Cómo se realiza?
El diagnóstico genético preimplantacional se lleva a cabo en el laboratorio con embriones obtenidos por medio de alguna técnica de reproducción asistida, ya sea fecundación in vitro (FIV) o inyección intracitoplasmática (ICSI). Para ello, se extrae una célula con información genética (blastómera) de un embrión de tres días, cuando suelen tener entre seis y ocho células. En este procedimiento, se perfora la capa externa con ayuda de un láser o utilizando sustancias químicas y se toma la célula con ayuda de una pipeta.
El tratamiento de esta célula depende del tipo de análisis que se vaya a llevar a cabo:
- Estudio de aneuploidías: se pueden utilizar diferentes técnicas diagnósticas, como:
- Hibridación fluorescente in situ (FISH): se aplica un tinte fluorescente en una porción de ADN purificado, que se une al del embrión en un portaobjetos. Al observar en el microscopio, se comprueba si ambos pares son iguales.
- Secuenciación: se mezcla la secuencia de ADN con un cebador, una polimerasa y una pequeña cantidad de nucleótidos (dATP, dTTP, dGTP, dCTP) marcados con un pigmento en un tubo de ensayo. Después, se sube y baja la temperatura para que se incorporen nucleótidos didesoxi a la muestra de ADN original y se sumerge en un gel. Los fragmentos se desplazan poco a poco y se van iluminando con un láser para detectar el pigmento y determinar la estructura de los cromosomas.
- Microarrays: se puede analizar una gran cantidad de genes simultáneamente. Se marca el ADN embrionario y el de referencia con un color diferente y se tratan para que formen una única cadena. Después, se añaden sondas con ADN inmovilizado para que se hibriden y poder detectar las señales fluorescentes que facilitan la identificación de mutaciones.
- Cribado de alteraciones cromosómicas: el primer paso es hacer un estudio genético de los progenitores para determinar la existencia de alteraciones cromosómicas susceptibles de ser transmitidas a la descendencia. Después, se buscan esos desequilibrios concretos en el ADN del embrión para transferir aquellos que no los presentan. Para hacerlo, se cultiva la célula para analizarla cuando está en proceso de división después de aplicar colchicina para detener la mitosis. Gracias al uso de tintes que muestran cada parte del cromosoma de un color, se pueden detectar anomalías.
- Detección de enfermedades genéticas monogénicas: al igual que en los procedimientos anteriores, se analiza primero el genoma de los progenitores para estudiar posteriormente en el ADN del embrión únicamente los cromosomas implicados en las patologías que padecen o portan.
- Selección de sexo: se estudian blastocitos de cinco o siete días. El tratamiento es el mismo que en los casos anteriores. Cuando se visualiza la cadena de ADN, se determina la presencia o ausencia de un cromosoma Y.
Riesgos
El diagnóstico genético preimplantacional no supone un riesgo para la salud.
Qué esperar del diagnóstico genético preimplantacional
En aquellos casos en los que se precisa un estudio genético de los progenitores, será necesaria una muestra de sangre. El momento de la extracción es la única fase del procedimiento en que los pacientes están presentes. Al igual que en los análisis rutinarios, se recomienda llevar ropa con la que sea sencillo descubrir el brazo. Es posible percibir un ligero pinchazo, que remite casi al instante. Para evitar la formación de hematomas, es aconsejable presionar la zona durante unos minutos.
Los resultados suelen estar disponibles una vez transcurridas entre dos y cuatro semanas.
Especialidades en las que se solicita el diagnóstico genético preimplantacional
Esta técnica se lleva a cabo por la especialidad de genética como parte de los tratamientos desarrollados en la unidad de reproducción asistida.
Cómo prepararse
No es necesaria una preparación previa para someterse al estudio.