Lavado broncoalveolar

Un lavado broncoalveolar es una técnica diagnóstica que consiste en la introducción y posterior aspiración de suero fisiológico en el tracto respiratorio inferior, para así obtener una muestra de las células y microorganismos contenidos en los alveolos pulmonares.

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Descripción General

El lavado boncoalveolar, o irrigación broncoalveolar, es un procedimiento diagnóstico que ofrece información sobre los componentes celulares, bioquímicos y microbiológicos del tracto respiratorio inferior mediante la aspiración y posterior cultivo de una muestra de los alveolos pulmonares.

¿Cuándo está indicado?

Una de las indicaciones principales del lavado broncoalveolar es el diagnóstico de infecciones broncopulmonares, especialmente de las infecciones oportunistas que contraen los enfermos inmunodeprimidos. Asimismo, permite identificar diversas neumopatías no infecciosas, entre las que se encuentran:

Así, es probable que se indique un lavado broncoalveolar cuando se han obtenido resultados anormales en una radiografía o una tomografía de tórax o si el paciente presenta síntomas de enfermedad pulmonar, como tos persistente, problemas para respirar o tos con sangre.

¿Cómo se realiza?

Generalmente, se realiza un procedimiento denominado broncoscopia con lavado broncoalveolar, esto es, se utiliza un tubo delgado y flexible que incorpora una luz y una cámara (broncoscopio) que se introduce a través de la boca o la nariz hasta las vías respiratorias, mientras se visualizan en un monitor las imágenes tomadas por la cámara.

Para efectuar el lavado boncoalveolar, se encaja el broncoscopio en uno de los bronquios y por su interior se instila suero fisiológico en una cantidad variable, normalmente en fracciones de 20 a 50 mililitros hasta llegar a un volumen total de entre 120 y 200 mililitros. Tras cada instilación, se aspira el líquido, bien de forma manual con una jeringa o bien con aspiración mecánica suave. El líquido aspirado contiene muestras de las células y microorganismos de los alveolos bronquiales, que se analizan posteriormente en el laboratorio.

En ocasiones, especialmente en el caso de niños, debido al menor tamaño de sus vías aéreas, no se utiliza un broncoscopio sino que el lavado se practica directamente con una sonda endotraqueal.

Riesgos

Las complicaciones en un lavado broncoalveolar son muy infrecuentes, y se derivan de la broncoscopia:

  • Fiebre: se puede producir una reacción inflamatoria que aumente la temperatura corporal, pero desaparece por sí sola.
  • Laringoespasmo o broncoespasmo: el paso del broncoscopio puede producir la irritación y el estrechamiento de las cuerdas vocales o de los bronquios.
  • Sangrado en las vías respiratorias.
  • Neumotórax: si durante el procedimiento se perfora un pulmón, se puede acumular aire en el espacio pleural, llegando a provocar un colapso pulmonar.
  • Hipoxia: el broncoscopio puede desplazarse, obstruir la ventilación y hacer que disminuya la saturación de oxígeno en sangre.

Qué esperar de un lavado broncoalveolar

Antes de comenzar, es probable que el paciente deba desvestirse y ponerse la bata que se le proporciona en el centro médico, así como quitarse cualquier aparato dental extraíble que lleve, como dentaduras postizas. También se mide la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la saturación de oxígeno en sangre, que se monitorizan durante todo el procedimiento.

El paciente se tumba boca arriba sobre la mesa de exploraciones, con la cabeza ligeramente elevada. Se le administra un sedante por vía intravenosa que lo mantiene relajado, pero despierto, durante la prueba. Asimismo, se aplica un anestésico tópico (en forma de vaporizador) en las fosas nasales, la boca y la garganta. Debido a eso, es normal toser, notar mal sabor o tener la sensación de no poder tragar ni respirar, pero es una sensación transitoria.

Aunque posible sentir incomodidad mientras el broncoscopio se desplaza, no es un procedimiento doloroso. Con el avance del broncoscopio, además, se van administrando anestésicos locales dentro de los bronquios para reducir la tos. Mantener una respiración profunda y tranquila facilita el proceso. Durante la instilación del suero y el aspirado tampoco se nota dolor.

El procedimiento dura entre 30 y 60 minutos. Una vez finalizado, el paciente debe pasar de dos a cuatro horas en observación antes de irse a casa. Es normal sentir entumecimiento en la boca y la garganta debido a la anestesia, y el reflejo normal de toser y tragar puede tardar una o dos horas en recuperarse, por lo que no se puede comer ni beber durante ese tiempo. Asimismo, es posible que se realice una radiografía de tórax para comprobar que no se ha producido un neumotórax u otras complicaciones. También es habitual, durante las 24 o 48 horas posteriores, tener un leve dolor de garganta, ronquera o tos, así como expulsar una pequeña cantidad de sangre.

Especialidades en las que se solicita el lavado broncoalveolar

El lavado broncoalveolar se solicita en la consulta de neumología.

Cómo prepararse

Debido al uso de sedación durante el procedimiento, el paciente debe guardar ayuno total durante las seis u ocho horas previas a la prueba. Asimismo, es posible que deba suspender la toma de medicamentos anticoagulantes, ya que estos fármacos favorecen el sangrado. Además, es necesario firmar un formulario de consentimiento informado.