Quirónsalud
Blog del Dr. Francois Peinado. Urología. Hospital Universitario Ruber Juan Bravo
El cáncer de próstata representa alrededor del 15% de todos los nuevos cánceres diagnosticados a nivel global. Dada la importancia de este cáncer en los hombres, hay un gran interés por estudiar si existen otros factores protectores que eviten su desarrollo aparte de las dietas con alto contenido en legumbres o vegetales y bajas en grasas o la actividad física.
Dada la relación de la próstata con la actividad sexual, se ha valorado el comportamiento sexual como un posible elemento de riesgo modificable en la prevención del cáncer de próstata. Esta teoría se basa sobre la supuesta implicación de la acumulación de secreciones prostáticas potencialmente carcinógenas en el desarrollo de este cáncer. Sobre esta premisa se ha realizado un estudio de larga duración y publicado en el "European Urology", una de las revistas de Urología de mayor prestigio científico.
Las evidencias sugieren que la frecuencia eyaculatoria puede estar inversamente relacionada con el riesgo de cáncer de próstata. El estudio incluyó a 31.925 hombres a los que se les preguntó sobre su frecuencia eyaculatoria mensual en el período entre 1992 y 2010 y en los que 3.839 hombres fueron diagnosticados de cáncer de próstata. El número de eyaculaciones mensuales se dividió en los siguientes grupos: ninguna, 1-3, 4-7, 8-12, 13-20 y >20.
Los resultados concluyen que la frecuencia eyaculatoria disminuye con la edad siendo la proporción de hombres con >13 eyaculaciones al mes del 57% a la edad de 20-29 años frente al 32% a la edad de 40-49 años.
El cáncer de próstata fue menos frecuente en los hombres con frecuencias de eyaculación mayores y los hombres con un número de eyaculaciones superior a 21 al mes en todos los grupos de edad tuvieron un riesgo significativamente menor de cáncer de próstata frente a los grupos de menos eyaculación.
Este estudio supone hasta la fecha la mayor evidencia médica de un beneficio de la eyaculación en la prevención del cáncer de próstata.
Una de las consecuencias más temidas por los pacientes en relación con la cirugía de próstata es la repercusión sobre la erección. Para entender bien esta posible consecuencia, hay que diferenciar las dos principales patologías más habituales de la próstata: la hiperplasia benigna y el cáncer.
Ambas entidades son totalmente diferentes puesto que la hiperplasia es un proceso benigno asociado al envejecimiento. Este crecimiento no maligno de la parte interna de la próstata origina una obstrucción a la salida de la orina con todas las consecuencias conocidas: dificultad para iniciar la micción, chorro fino o levantarse varias veces por la noche a orinar. En cambio, el cáncer de próstata es una enfermedad que no produce síntomas generalmente, asienta en la parte externa o periférica de la glándula y es un proceso tumoral por lo que precisa de un tratamiento específico según el resultado de la biopsia de próstata.
Un dato anatómico relevante para entender la repercusión de la cirugía de próstata en la erección es la localización de los nervios erectores; ambos nervios pasan a ambos lados de la próstata en su trayecto hacia el pene; estos nervios "abrazan" a la próstata y pasan íntimamente unidos a este órgano lateralmente.
Un punto que genera confusión en los pacientes es distinguir entre los tipos de cirugía que se realizan según el proceso sea benigno o maligno: en la cirugía de la hiperplasia benigna de próstata no se elimina toda la próstata sino solo la parte agrandada responsable de la obstrucción de la salida de la orina mientras que en la cirugía del cáncer de próstata, se extrae toda la próstata al completo. Para entenderlo mejor y si imaginamos la próstata como una naranja, en la intervención de la hiperplasia se extrae la naranja dejando la cáscara por lo que los nervios erectores permanecen en su lugar mientras en la intervención de cáncer de próstata se elimina toda la naranja por lo que la probabilidad de causar daño a los nervios erectores es mucho más alta.
En la cirugía benigna de la próstata, la lesión de los nervios erectores es mucho menos probable (alrededor de un 5%) pudiendo suceder por perforación de la cápsula prostática o debido a la transmisión de calor o electricidad de los instrumentos utilizados. Hemos de recordar que los factores responsables de la disfunción eréctil (edad, factores de riesgo cardiovascular y hormonales) también son causantes del crecimiento benigno de la próstata por lo que muchos pacientes padecen ambas situaciones de manera concomitante.
La cirugía del cáncer de próstata o prostatectomía radical extrae por completo toda la próstata. Se intenta siempre que las condiciones clínicas del paciente lo permitan, preservar los nervios erectores mediante una disección fina pero en muchas ocasiones es complicado, difícil o no se logra hacer. En los últimos años, en primer lugar la cirugía laparoscópica y posteriormente con la aparición de la cirugía robótica que permite una visión en 3D y una mayor precisión han intentado paliar este efecto secundario para mantener la erección aunque no siempre obtienen estos resultados. A pesar de estos avances y dependiendo de la técnica quirúrgica, puede haber entre un 60-80% de disfunción eréctil postoperatoria.
Un punto clave tras la cirugía por cáncer de próstata es iniciar un programa de rehabilitación de los cuerpos cavernosos que puede durar varios meses para evitar la disfunción eréctil y pérdida de longitud de pene característica. Este programa de mejora consiste en la utilización de una bomba de vacío varias veces al día que permite un aflujo de sangre a los cuerpos cavernosos del pene combinado con el estiramiento del pene. Estos ejercicios se suelen complementar con un tratamiento farmacológico diario de un potenciador de la erección.
A partir de los 12-18 meses tras la cirugía radical de próstata, si no se ha objetivado una mejora de la erección, se puede valorar un tratamiento mediante inyecciones intracavernosas de prostaglandina que producen una erección sin estímulo sexual.
En los casos de fracasos de todos los tratamientos previos, la única opción es la colocación de una prótesis de pene con unos resultados excelentes. Esta prótesis consta de 2 cilindros que se introducen en los cuerpos cavernosos y mediante la colocación de un dispositivo en el interior del escroto (entre los testículos), el paciente puede provocarse la erección a su criterio. Obtendrá la rigidez suficiente para la penetración. El índice de satisfacción es muy alto puesto que permite ofrecer una respuesta garantizada a las relaciones sexuales.
Tengo el honor de haber recibido la "Estrella de oro a la Excelencia" otorgado por el Instituto para la Excelencia Profesional como reconocimiento a mi trayectoria profesional de más de 20 años y compromiso con la Excelencia dentro de la rama de la Urología. La "Estrella de Oro" se concede a Presidentes de distintas Instituciones, Profesionales Liberales y Personalidades de la Sociedad Civil, en reconocimiento a su prestigio profesional.
En el breve discurso que tuve oportunidad de pronunciar expuse mi pasión por el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades específicas del varón como son las patologías prostáticas, la disfunción eréctil, la enfermedad de La Peyronie y la medicina sexual. El cáncer de próstata es el más frecuentemente diagnosticado en los varones y hoy día se dispone de herramientas diagnósticas muy avanzadas. La disfunción eréctil es un predictor de la enfermedad cardiovascular con varios años de antelación, por lo que los urólogos también podemos orientar a nuestros pacientes en el estudio y prevención de la diabetes, el ictus o el infarto de miocardio. Le enfermedad de La Peyronie origina una curvatura en el pene que dificulta las relaciones sexuales; cada vez, atiendo a más pacientes en mi consulta con estas patologías.
"Poder ayudar a muchos hombres a mejorar su calidad de vida tanto prostática como sexual es todo un privilegio".
La aparición de sangre en el semen es un motivo frecuente de consulta urológica causando gran alarma en los pacientes que, en muchas ocasiones, acuden a Urgencias. En general, la aparición de sangre en el eyaculado suele aparecer como un episodio único y autolimitado. Hay que tranquilizar al paciente porque se trata de un síntoma benigno, pasajero y de fácil tratamiento. No es necesario acudir a Urgencias.
En la mayoría de pacientes por debajo de los 40 años, no hay ninguna causa pero siempre se debe descartar una infección de la vía seminal o prostatitis. En estos casos, el paciente suele referir dolor en el periné o al eyacular acompañado de molestias infrapúbicas (la zona de la vejiga). También se debe descartar una uretritis o inflamación de la uretra que pueden estar relacionada con una infección o actividad sexual intensa o prolongada. Otro motivo pueden ser las masturbaciones prolongadas o la abstinencia sexual prolongada que se acompañan de eyaculación.
En un porcentaje muy bajo de casos y en pacientes mayores de 45 años se debe descartar un cáncer de próstata.
En algunos casos, ocurre que el paciente no sabe si viene de él mismo o de su pareja por lo que se aconseja que tenga actividad sexual con preservativo.
Se debe realizar una exploración del pene, meato uretral y/o tacto rectal. Se solicitará según la edad y tipo de prácticas sexuales, estudio de enfermedades de transmisión sexual, analítica completa para verificar que la coagulación está correcta y cultivo de semen.
En los pacientes de edad, las pruebas de imagen como la ecografía, el estudio de la sintomatología prostática, los niveles de PSA (Antígeno Prostático Específico) ayudarán a orientar el diagnóstico.
Después de una biopsia de próstata, es muy característica que ocurra en los días posteriores al procedimiento o en pacientes con tratamiento anticoagulantes.
Si no se encuentra la causa y persiste la hemospermia, se puede realizar una resonancia de próstata y/o una cistoscopia para evaluar el trayecto uretral y descartar anomalías como varices en el lecho prostático.
En un 60%-70% de los casos, el episodio se resuelve espontáneamente en el período de un mes y no se encuentran causas específicas. El tratamiento general se basa en antiinflamatorios, antibióticos específicos para la próstata y fármacos descongestivos prostáticos.
Eyaculación y cáncer de próstata
El líquido seminal se origina en las glándulas sexuales accesorias masculinas, incluidas las glándulas de la vesícula seminal, la próstata, el epidídimo y la glándula bulbouretral (de Cowper). Este líquido rico en proteínas facilita el transporte de los espermatozoides a través de los tractos urogenital masculino y reproductor femenino, manteniendo la viabilidad de los espermatozoides.
Las eyaculaciones frecuentes disminuyen la concentración intraprostática de compuestos xenobióticos y carcinógenos químicos, que se acumulan fácilmente en el líquido prostático. Las eyaculaciones frecuentes también reducen el desarrollo de cristaloides prostáticos intraluminales, que se han asociado con el cáncer de próstata en algunos estudios patológicos, pero no en todos. Dado que el plasma seminal reduce localmente la capacidad de respuesta del huésped (posiblemente por factores producidos por la glándula prostática), el líquido prostático retenido puede disminuir la vigilancia inmunitaria intraprostática contra las células tumorales. Otra teoría es que el aumento de la frecuencia de eyaculación reduce el riesgo de cáncer de próstata por la liberación de tensión psicológica durante la emisión, lo que potencialmente disminuye la actividad nerviosa simpática. La división de las células epiteliales prostáticas es estimulada por factores de crecimiento de las células estromales adyacentes, fuertemente inervadas con receptores adrenérgicos. Alrededor de los 50 años, el crecimiento gradual de la próstata empieza a acelerarse. Por el contrario, varios estudios indican una disminución de la inervación de la próstata con el avance de la edad y, simultáneamente, se observa un aumento de la expresión del ARNm del adrenoceptor α1A en la próstata humana envejecida durante este período.
A pesar del creciente interés por la relación entre la frecuencia de eyaculación y el riesgo de cáncer de próstata, existe un vacío notable en la bibliografía que requiere una mayor exploración. El conjunto actual de pruebas se caracteriza por la heterogeneidad de los diseños de los estudios, las poblaciones y las metodologías, lo que da lugar a resultados contradictorios y no concluyentes. Además, es necesario un mayor consenso sobre los mecanismos biológicos subyacentes que explican cualquier asociación observada. Estas lagunas dificultan la capacidad de extraer conclusiones definitivas y elaborar recomendaciones basadas en la evidencia. La investigación de la relación entre la frecuencia de eyaculación y el riesgo de cáncer de próstata reviste una importancia significativa debido a sus posibles implicaciones para la salud pública y las estrategias preventivas.
Conclusión
Esta revisión narrativa explora la relación entre la frecuencia de eyaculación y el riesgo de cáncer de próstata, tratando de desentrañar las complejidades e implicaciones que esta asociación tiene para la salud del hombre. El impacto global del cáncer de próstata es innegable, lo que requiere una comprensión de los modificadores potenciales, como el comportamiento sexual. Los datos procedentes de diversos estudios ofrecen una imagen polifacética de la relación entre la frecuencia de eyaculación y el cáncer de próstata. Aunque la mayoría de los estudios apuntan a una relación inversa todavía no se tienen datos concluyentes al respecto.
REFERENCIAS:
Blog especializado en el tratamiento de los problemas de próstata y salud sexual del varón.
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