Quirónsalud
Blog del servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
¿Alguna vez ha oído hablar del PSA? ¡Seguro! Probablemente sabe que es algo relacionado con la próstata … Pero quizás no sabe para qué sirve, cuándo y/o por qué hacerlo.
¿Qué es el PSA?
El PSA (Prostate Specific Antigen, por sus siglas en inglés) es una proteína producida por las células de la próstata que se puede detectar en sangre. Descrita en los años 70’s del siglo pasado (s. XX), continúa siendo, a día de hoy la analítica más usada para el diagnóstico y seguimiento del cáncer de próstata. Esta molécula es producida por células benignas y malignas (cancerosas) de la próstata. Se encuentra en el semen y se determina para su control en la sangre.
¿Cuándo debería hacerse un PSA?
En la actualidad son muy controvertidos los beneficios en cuanto a la realización de un PSA, a todos los varones que, sin tener síntomas, deseen detectar precozmente un cáncer en su próstata. En la investigación y en ensayos clínicos, si se ha observado que la determinación masiva de PSAs en varones, disminuye el número de pacientes diagnosticados en fases avanzadas, cuando ya los tratamientos curativos no existen. Y esto es una buena noticia.
La Asociación Europea de Urología en sus "Guías de Práctica Clínica sobre el cáncer de próstata" recomienda en el diagnóstico aplicar una estrategia individualizada para cada persona, según el riesgo de padecer la enfermedad, a varones que estén bien informados, con un buen estado general, y que al menos tengan 10-15 años de esperanza de vida. En resumen, recomiendan realizar una determinación de PSA a todos los hombres con edad:
¿Puede estar elevado el PSA sin tener un cáncer de próstata?
La respuesta es claramente SÍ.
El PSA es una molécula órgano-específica, pero NO cáncer específica. ¿Esto que quiere decir? Que el PSA se eleva por procesos que implican a la próstata (es órgano específica) pero que no todos estos procesos son malignos (no es una molécula cáncer específica)
En otras palabras, NO todos los ascensos de PSA son por un proceso maligno de la próstata, si no que puede haber otras circunstancias benignas, que pueden provocar esta elevación. Los mas frecuentes están relacionadas con la Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP), las prostatitis u otras infecciones urinarias, la instrumentación urológica (un sondaje vesical, una cistoscopia, etc.), traumatismos perineales, una exploración rectal de la próstata (Tacto Rectal) o el simple hecho cotidiano como haber tenido una eyaculación pocas horas antes de la determinación analítica.
En estas circunstancias es el urólogo quien intentará determinar la causa del aumento del PSA. Una entrevista clínica detallada, un análisis de orina, un tacto rectal y una ecografía, son los estudios habituales en primera instancia. A partir de ellos el urólogo decidirá si controlar, vigilar y/o repetir el PSA en un tiempo determinado, o directamente indicar y realizar una biopsia de próstata.
El PSA también puede ver alterado su valor en sangre en pacientes que están medicados con determinados fármacos, como son los inhibidores de la 5 alfa-reductasa (5ARIs) (Dutasteride, Finasteride) que se emplean en el tratamiento de la hipertrofia benigna de próstata (HBP) sintomática, así como para el tratamiento de la alopecia androgénica. Estos fármacos reducen los niveles de PSA en sangre en torno a la mitad, al cabo de unos meses de estar tomándolos, lo cual debe ser tenido en cuenta para la interpretación de los cambios de las cifras de PSAs.
¿Qué pasa si su PSA está elevado?
El urólogo puede que solicite repetirlo, sobre todo si cree que ha podido haber una elevación transitoria relacionada con alguna de las causas que antes hemos mencionado (infección orina, sondaje vesical…). Si se confirma esa elevación del PSA, sobretodo pasado un tiempo de observación, entonces el urólogo indica realizar una biopsia de próstata para descartar la presencia de células malignas en la próstata. En ocasiones, se puede realizar una Resonancia Magnética de Próstata (RNM) previa a la biopsia para visualizar si hay alguna lesión sospechosa y tomar biopsias dirigidas de esa lesión. Debe de conocerse que la ausencia de lesiones visibles en esta exploración (RNM) NO descarta la presencia de un tumor maligno en la glándula prostática y por tanto la biopsia deberá ser realizada igualmente.
Noviembre es el mes del cáncer de próstata (#MOVEMBER), por eso desde este blog queremos recordar que la prevención es siempre el mejor tratamiento. Y si bien no existen medidas que eviten prevenir la aparición de células malignas en la próstata, si podemos hacer que la identificación de las mismas sea temprana o précoz, cuando la enfermedad este localizada en la glándula prostática, cuando la enfermedad no ha sobrepasado los limites anatómicos, cuando el pronóstico ante los tratamientos es mucho mejor, y cuando las tasas de curación por tanto son mucho más elevadas.
Aconsejamos no olvidarse de la próstata a partir de una cierta edad, digamos que los 50 años de manera general, o un poco antes (40-45años) si se reúnen factores de riesgo como hemos comentado. Y la mejor manera de no olvidarse de la próstata es tener el hábito, y la buena costumbre de acudir al urólogo, quien de una manera sencilla nos determinara la salud de nuestra próstata
RECOMENDAMOS acudir al urólogo y seguir las recomendaciones que nos dará para un diagnóstico precoz de cáncer de próstata para un diagnóstico precoz del cáncer de próstata.
Dra. Camen Gomis Goti
Urologa. Unidad de Cancer de Próstata
Medico Adjunto del Servicio de Urologia
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
Frecuentemente, esa es la pregunta que escuchamos de los pacientes cuando en la consulta les explicamos el resultado de una serie de estudios diagnósticos que conducen a conocer que estamos ante un tumor de riñón.
Se trata de una pregunta que transmite asombro y, en ocasiones, cierto grado de incredulidad, ya que:
"… si no me noto ningún síntoma…"
"… no he visto sangre en la orina…"
"… no me duele nada…"
Aunque pueda parecer extraño, en cierto modo, es una fortuna tener un tumor de riñón que no nos ha dado ningún síntoma, que ha sido un hallazgo ocasional al realizar estudios para otra dolencia. Y… ¿por qué es una "fortuna"? Básicamente, porque las probabilidades de llevar a cabo un tratamiento eficaz frente al tumor son mayores, a la vez que tiene un mejor pronóstico.
El momento del diagnóstico del cáncer de riñón ha cambiado radicalmente en los últimos 20 años. Y esto se debe al auge y accesibilidad de dos técnicas radiológicas: la ecografía y la tomografía axial computerizada (TAC o scanner). Gracias a ellas, los tumores de riñón se diagnostican en fases más precoces, es decir, más pequeños. Cuando no producen aún ningún síntoma.
Diagnosticar un tumor de riñón en estas fases tempranas nos permiten a los urólogos realizar tratamientos quirúrgicos mínimamente invasivos y altamente resolutivos, logrando elevados porcentajes de control de la enfermedad.
Y ¿de qué tratamientos estamos hablando? El tratamiento del cáncer de riñón cuando no hay enfermedad fuera de él (es decir, que no hay metástasis) es fundamentalmente quirúrgico. Durante los últimos años, el avance de las técnicas laparoscópicas ha ido dejando en segundo plano la cirugía abierta convencional.
Este tipo de cirugía mínimamente invasiva aporta:
En centros con amplia experiencia, este tipo de cirugía es la más habitual. Permite poder realizar diferentes técnicas:
Del mismo modo, esta técnica quirúrgica la podemos abordar de tres modos distintos, que elegiremos en función de las características del tumor y de las condiciones propias de cada paciente:
Pinchando a continuación puede visualizar una de nuestras cirugías mínimamente invasivas: Nefrectomía parcial retroperitoneoscópica.
Otro tipo de tratamientos que podemos ofrecer en caso de tumores pequeños son las terapias ablativas (radiofrecuencia o crioablación). Estas permiten tratar únicamente el tumor, preservando de esta forma el resto del órgano.
Los tumores que se diagnostican de forma más tardía y que tienen un tamaño mayor o unas características más complejas se abordan mediante cirugía abierta. Esta técnica nos permite un gran control quirúrgico que se traduce en una mayor seguridad para el paciente.
De una forma rápida, hemos comentado las distintas terapias que las unidades de urología oncológica centradas en el riñón pueden ofrecer a aquellos pacientes que han sido diagnosticados de esta enfermedad.
En el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz disponemos de un equipo multidisciplinar (Urología, Oncología Médica, Oncología Radioterápica, y Diagnóstico por la Imagen-Radiología) capaz de analizar y valorar cada situación de forma individualizada para finalmente diseñar y prescribir el tratamiento más oportuno.
Por otro lado, consideramos que la nutrición y alimentación es fundamental y determinante para la calidad de vida de las personas con cáncer. Los requerimientos nutricionales van a ser distintos en función del tipo de tratamiento realizado (cirugía parcial, radical o tratamientos sistémicos) y del punto en el que se encuentre la enfermedad.
Es por ello que hemos colaborado en la elaboración de un manual de nutrición donde se dan unas pautas a seguir en función de las distintas situaciones a las que se enfrenta cada paciente.
Dra. Lidia Coloma Ruiz
Dr. Nasser Amaruch García
Dr. Alberto Hernando Arteche
Unidad de Cáncer Renal. Servicio de Urología
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Madrid
Bibliografía (Iconografía):
Publicada en: Hsieh, James J et al. "Renal cell carcinoma." Nature reviews. Disease primers vol. 3 17009. 9 Mar. 2017, doi:10.1038/nrdp.2017.9
A lo largo de este blog, le hemos ido familiarizando con la infección de orina. Le hemos contado qué es, cómo se produce y cuáles son los síntomas.
Hoy queremos comentarle consejos para su prevención y contarle que también existen vacunas frente a las infecciones de orina. ¡¡Sí!! Ha leído bien: ¡¡VACUNAS!!
Es una vacuna algo diferente a las que conocemos para otras enfermedades: no es una inyección. Su administración es un líquido oral que se pondrá debajo de la lengua.
Para comenzar, haremos un breve resumen, a modo de recordatorio, de lo que sabemos hasta ahora sobre la infección urinaria, donde introduciremos la oportunidad de la vacunación con fines de prevención de nuevos episodios.
Las infecciones de orina no suelen tener consecuencias graves para la salud, aunque constituyen una auténtica pesadilla para el bienestar de millones de mujeres, puesto que cualquier mujer en algún momento de su vida puede tener algún episodio, mas o menos sintomático, generalmente lleno de malestar al orinar, y orina con sangre que nos asusta mucho.
Se estima que una de cada cuatro mujeres tiene infecciones de orina de repetición, es decir que tienen más de dos episodios en seis meses o más de tres en un año. La anatomía femenina es clave, y las relaciones sexuales un elemento favorecedor de que infección urinaria se produzca. Y no por la propia actividad sexual en sí, sino porque el masaje uretral, favorecido en el coito, puede facilitar la ascensión de bacterias hasta la vejiga. Las mujeres sexualmente activas son mucho más proclives a padecerlas. El riesgo aumenta con la frecuencia y con los repetidos cambios de pareja.
Sin embargo, debemos recordar, como contábamos en nuestro post "Lo que debo saber si la infección urinaria se repite", que existen muchas otras razones por las que se puede padecer episodios de infecciones urinaria.
¿Qué son las vacunas?
Una vacuna es un medicamento cuya función es estimular al organismo para que genere inmunidad frente a una determinada enfermedad, es decir que haga que el propio organismo consiga crear sus propias defensas frente a la infección. De esta manera se producen anticuerpos que luego actuarán protegiéndolo frente a futuras infecciones. Al reconocer el sistema inmune al agente infeccioso, podrá destruirlo.
Para elaborar una vacuna frente a la infección de orina se utilizan bacterias, muertas o atenuadas, o productos derivados de ellas.
¿Son realmente eficaces las vacunas para las infecciones de repetición?
Sin lugar a dudas. Existen múltiples estudios publicados que avalan el uso de este tipo de vacunas. En nuestro país, España, se utilizan las denominadas autovacunas. Es decir, vacunas personalizadas que se extraen de la flora microbiana que está produciendo la infección de orina de cada paciente en ese momento.
La vacuna antibacteriana frente a la infección de orina genera y aumenta anticuerpos en las mucosas del organismo, entre ellas la genito-urinaria. El uso de este tipo de vacunas frente a la infección de orina ha demostrado que reduce la frecuencia de episodios de infecciones de orina hasta en el 75% de las mujeres que la usan en los siguientes 18 meses tras su administración, disminuyendo la necesidad de tomar antibióticos y mejorando la calidad de vida de estas mujeres. Y de aparecer alguno, ya que no los evita al 100%, éstos cursan con síntomas más debilitados, tolerándose el cuadro mucho mejor.
¿Por qué se realiza?
El principal motivo para vacunarse contra la infección de orina es la prevención de nuevos episodios, especialmente en aquellas mujeres que sufren cuadros de repetición o recurrentes. Es decir, están indicadas en aquellas mujeres que han tenido tres o más episodios de cistitis al año, o dos o más en los últimos seis meses, a pesar de seguir una serie de recomendaciones para prevenirlas (medidas higiénicas, dietéticas, ingesta de concentrado de arándanos rojos, desinfectantes urinarios, etc.).
También es recomendable ser administrada a mujeres que sufran infección urinaria de repetición y que, además, tengan alergia a los antibióticos.
Entonces, ¿será muy complicada de obtener y utilizar?
Nada más lejos de la realidad. Es muy sencillo. Consiste en la recogida de una muestra de orina por nosotros mismos, un trámite administrativo con la farmacia que tenemos cerca de casa, y otro trámite con la Inspección Médica de nuestro centro de salud.
Si tiene cuadros de infección de orina de repetición, debe acudir a la consulta del urólogo. El/Ella nos dirá sin somos candidatos para cursarla y obtenerla, y nos instruirá de cómo hacerlo. Recuerden que hemos hablado de autovacuna.
Para fabricar una autovacuna, es necesario recoger una muestra de orina en el momento en el que se tiene infección. Existen kits de recogida de la muestra preparados y acondicionados para tal fin, con todo lo necesario. Una vez recogida la muestra de orina, e introducida en el envase, acondicionado para tal fin, se introduce en un sobre, que será enviado al laboratorio fabricante desde la farmacia. El laboratorio realizará la vacuna y, una vez concluida, la entregará a la farmacia que la solicitó.
Toda la documentación (instrucciones de uso, tramitación de la vacuna, receta para el laboratorio y receta de la Seguridad Social), así como el material necesario, es proporcionado en la consulta del urólogo. Todo está perfectamente detallado y explicado para que el procedimiento sea fácil de cursar.
La farmacia recibe la vacuna pasadas unas semanas. Es la farmacia quien avisa al paciente de su llegada. Una vez recibida la vacuna a nombre de quien se ha generado, puede empezar a ser administrada. El tratamiento es tan sencillo como aplicarse unas gotas o un spray (dos aplicaciones, una vez al día), debajo de la lengua, durante tres o cuatro meses.
La vacuna no tiene efectos secundarios importantes descritos más allá de mal sabor de boca, por lo que se puede repetir su administración tantas veces como sea necesario.
Si usted tiene infecciones urinarias de repetición y está desanimada porque no encuentra una solución a su problema, piense que las vacunas frente a las cistitis pueden ofrecerle eso que lleva mucho tiempo buscando: olvidarse por un tiempo de la infección de orina.
Dra. Leticia López Martín
Médico adjunto del Servicio de Urología.
Unidad especializada en Infección Urinaria
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, Madrid
Bibliografía:
1.- López-Martín L, Alcover-Díaz J, Charry-Gónima P, González-López R, Rodríguez-Gil D, Palacios-Peláez R, GonzálezEnguita C.Prospective Observational Cohort Study of the Efficacy of Bacterial Immune Prophylaxis in the Prevention of Uncomplicated, Recurrent Urinary Tract Infections. Urol Int. 2019;102(4):449455.
doi:10.1159/000497107. Epub 2019 Mar 27. PMID: 30917371.
2.- Lorenzo-Gómez MF, Padilla-Fernández B, García-Criado FJ, Mirón-Canelo JA, Gil-Vicente A, Nieto-Huertos A, etal. Evaluation of a therapeutic vaccine for the prevention of recurrent urinary tract infections versus prophylactic treatment with antibiotics. Int Urogynecol J. 2013;24(1):127–34.
Si hablamos de fimosis, ¿sabes a lo que nos referimos?
La fimosis es un problema que se da en los hombres, originado por la incapacidad de descubrir el glande, total o parcialmente, debido a la estrechez de la abertura de la piel del prepucio… o, lo que es lo mismo, imposibilidad de retraer el prepucio por detrás del glande.
Prepucio y glande dos palabras técnicas que, dichas tal y como se llaman, pueden dejar indiferente o sin saber de lo que estoy hablando a muchos de los que me están leyendo. Por ello, os lo muestro en una imagen.
Todos los recién nacidos tiene una fimosis fisiológica. Es decir, al nacer, el prepucio está como pegado o fusionado al glande. No se deja retraer, lo que no permite descubrir el glande. Con los meses, esta condición suele desaparecer, de tal manera que, al año, al 50% de los niños ya no les pasa, y a los 3 años el 90% ya no tienen este problema. Se estima que menos del 2% de los adolescentes de 17 años padecen fimosis.
Será, por tanto, en la pubertad cuando se debe de decidir si esta circunstancia no se ha resuelto, y/o permanece como tal. Si cuando, ni en flacidez peneana ni durante la erección, el glande puede ser descubierto, será cuando nos debamos enfrentar a un auténtico problema de salud: la fimosis.
Hay que tener en cuenta que, en cualquier momento de la vida, un proceso de fimosis deberá ser valorado como situación patológica si causa problemas, como la dificultad para orinar o para la erección.
¿La fimosis es única o existen tipos diferentes?
Existen tres formas diferentes de presentarse este estrechamiento prepucial: puntiforme, cicatricial y anular.
Es puntiforme cuando el estrechamiento del prepucio se sitúa únicamente en la parte del orificio, mientras que el resto mantiene un aspecto normal. Este tipo de fimosis puede dificultar la micción, porque llega a ocultar prácticamente todo el meato.
Cicatricial cuando la parte exterior de la piel del orificio del prepucio se endurece o engrosa, generalmente como consecuencia de episodios previos de infección (balanopostitis).
Es anular en aquellas otras formas y situaciones en las que no se permite la salida del glande y hay un fracaso en la retracción de la piel.
¿Cómo de frecuente se presenta este problema?
Ya nos hemos referido a la fimosis fisiológica del recién nacido que ocurre en todos ellos. Es por ello que, en este momento de la vida, no es preocupante. Es a los 3 años cuando se considera que fisiológicamente el prepucio puede haber alcanzado la laxitud suficiente como para que esta condición se normalice espontáneamente. Una retracción forzada en esta edad temprana puede causar un daño añadido, heridas, fisuras y una cicatrización patológica que puede agravar la fimosis. Solo interesa mantener una higiene normal, sin forzar la retracción del prepucio hasta que el niño crezca.
Hablaremos en otro post de las adherencias prepuciales de la infancia, ya que merecen una dedicación independiente, tanto por su identificación y diagnóstico, como por su tratamiento.
Será en la adolescencia cuando un asunto de fimosis es causa frecuente de consulta al urólogo. Un día, estos chicos se dan cuenta de que, mientras su pene está flácido, no presenta dificultad en la retracción del prepucio, pero que, en el momento de la erección, el prepucio forma anillos constrictivos que dificultan el descenso. Será al comienzo de las relaciones sexuales cuando sean conscientes de la molestia o de la problemática que presentan.
En ocasiones será en la edad adulta cuando les llame muchísimo la atención que un día tengan que consultar al urólogo porque han desarrollado una fimosis cuando nunca antes, nunca en su niñez ni en la juventud, habían tenido problemas de esta índole. No es infrecuente, incluso, que el adulto sano pueda sufrir en cualquier momento de su vida una fimosis patológica. El prepucio puede inflamarse y quedar más cerrado por procesos infeccioso-inflamatorios de balanitis y provocar fimosis. Es muy frecuente en pacientes diabéticos.
Y es fimosis patológica porque origina:
¿Cómo se puede identificar?
Es sencillo. El propio paciente lo menciona como motivo de consulta. Tiene dificultad y/o dolor en la retracción prepucial, sobre todo en el momento de la erección y de la relación sexual. En otras ocasiones, es motivo de aumento de frecuencia, repetición o persistencia de infecciones (balanopostitis-secreción blanquecina en el surco balanoprepucial).
¿Puede confundirse con otro tipo de problema?
En ocasiones sí, con la parafimosis.
Se trata de una situación, digamos, de descuido ante la existencia de una fimosis. En una circunstancia fimótica el prepucio se retrae hacia atrás y allí, detrás del glande, queda atrapado. Se forma un rodete edematoso de la piel inmediata de debajo del glande que impide que ésta vuelva a su sitio. Esta situación mantenida produce daño vascular hasta provocar la necrosis del pene.
¿Cuándo se producen estos descuidos?
El paciente acude con esta situación de parafimosis a la urgencia de un hospital, habitualmente con dolor. El urólogo intentará recolocar el prepucio en su sitio con una reducción manual. Es una maniobra muy difícil de realizar en ocasiones porque añade dolor. Muchas veces requiere realizar esta maniobra bajo anestesia local, o tomar la decisión de una intervención quirúrgica para solucionarla: cortar el anillo parafimótico, reduciendo así la parafimosis. No obstante, es conveniente completar esta maniobra con una circuncisión completa a posteriori, para eliminar los tejidos necróticos que el tiempo de sufrimiento vascular ha provocado, además de evitar así la repetición de episodios.
¿Qué tratamiento tiene la fimosis y cuánto suele durar el problema?
La fimosis fisiológica, común y normal en varones de menos de 10 años, no requiere de intervención. El prepucio no retráctil normalmente se vuelve retráctil durante la pubertad. Si la fimosis en niños mayores o adultos no está causando problemas agudos y graves, las medidas no quirúrgicas pueden ser eficaces.
¿El tratamiento no quirúrgico existe?
Sí, esta descrita la denominada dilatación prepucial. Se puede lograr de forma manual, con globos o con otras herramientas. La piel que está bajo tensión se expande por el crecimiento de células adicionales. Un aumento permanente de tamaño se produce por el estiramiento suave durante un período de tiempo. El tratamiento no es traumático ni destructivo. El estiramiento manual puede llevarse a cabo sin la ayuda de un médico.
El uso de cremas hechas a base de esteroides tópicos (betametasona, furoato de mometasona y cortisona) es eficaz en el tratamiento de la fimosis y puede proporcionar una alternativa a la circuncisión. Se teoriza que el esteroide trabaja reduciendo la respuesta inflamatoria e inmune del cuerpo, y adelgazando la piel. El tratamiento con corticoides tópicos indicados por Pediatría a partir de los 3 años durante 1-2-3 meses, y con la ayuda de retracciones suaves, puede llegar a solucionar la fimosis.
El tratamiento convencional de la fimosis es quirúrgico
Existen diferentes determinaciones a la hora de ejecutar, a la vez que están descritos varios tipos de intervención:
Dr. Josué Alonso Román
Médico Interno Residente. Servicio de Urología
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
Dra. Carmen González Enguita
Jefa del Servicio de Urología
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y Hospitales Públicos gestionados por Quirónsalud en Madrid
Bibliografía:
. EAU Guidelines Paediatric Urology. 2021
. Puig Solá C, García Algar O, Vall Combelles O: Circuncisión infantil: revisión de la evidencia. AnPediatr 2003;59(5) 448– 53.
. Broseta Rico E, Alba AB, Gasion JPB, Lujan Marco S, editores. Manual Urología Práctica. 4Ed. 2016. Elsevier.
. American Academy of Pediatrics. Guideline for Prents. Newborns: Care of the Uncircumcised Penis. (actualizado Abril 2003; acceso Noviembre 2006) En: http://www.cirp.org/library/normal/aap/
. Fimosis. Programa de Salud Infantil del Servicio Gallego de Salud. 2004
No es infrecuente que la mujer adulta, casi siempre después de la menopausia, sufra problemas donde ella misma conoce como el suelo pélvico. Es relativamente frecuente la aparición de anormalidades/deformidades en el periné, la zona donde nos sentamos. Ellas refieren en la consulta como "algo tengo ahí" que me da la sensación de que "algo se ha caído" o que "algo asoma", incluso a veces acompañado de molestias, problemas miccionales, sexuales o en la defecación. Estos "bultos" en la región vaginal se denominan Prolapso de Órganos Pélvicos (POP).
Un POP es cualquier descenso de un órgano pélvico (vejiga, útero, recto o asas intestinales) desde su localización hacia el exterior a través de la vagina. Puede manifestarse con diferente intensidad. El descenso puede ser mínimo, quedarse a mitad de camino, o intenso, haciendo que los órganos estén fuera completamente de la cavidad abdominal. Lo expresamos en diferentes grados. Habrá mujeres en las que sea apenas perceptible, en otras quizá se lo palpen, se lo toquen, o se lo vean con la ayuda de un espejo, y otras que observen, vean y noten un importante "bulto externo" que incluso precisa ser reducido e introducido para lograr que se produzca la micción (orinar) o la defecación (defecar).
Los principales factores de riesgo involucrados en la aparición de un POP son la edad, haber tenido múltiples partos (multíparas), la obesidad, ciertos trabajos físicos y/o la mala calidad de los tejidos del suelo pélvico. Las enfermedades del colágeno (genéticas/adquiridas) son muy relevantes en estos procesos. A veces ciertas cirugías o tratamientos en el abdomen inferior, o en el periné, pueden ser factores que influyen en la aparición de estos problemas.
Hay que dejar claro que no se trata de una enfermedad maligna y que la necesidad de estudio o tratamiento va a venir determinada por la importancia y la gravedad de los síntomas que el POP produzca. Y que el tipo de tratamiento va a depender de muchas circunstancias.
Los principales síntomas que este POP provoca, este "bulto" en el periné, son sensación de pesadez, disconfort o dolor a nivel de la vagina. Al estar la vagina ocupada puede producir molestias, a veces incapacitantes, con las relaciones sexuales. Y además puede afectar a la forma de orinar o defecar, produciendo existir momentos de obstrucción en cada una de las funciones (retención urinaria o estreñimiento), o pérdidas involuntarias (incontinencia) de orina o heces.
¿Qué hace en la consulta el urólogo ante esta patología?
Lo primero es realizar una completa historia clínica que nos permita conocer los antecedentes personales que puedan estar relacionados y los síntomas que produce el POP. De éstos cómo y en que intensidad afectan a la calidad de vida de la paciente, identificando posibles alteraciones funcionales de la forma de orinar, defecar o problemas con las relaciones sexuales.
Posteriormente, hay que explorar físicamente a la paciente, a poder ser con vejiga llena, es decir con ganas de orinar, para, de esta manera, visualizar y palpar qué órganos son los que están involucrados en el POP y como esta alterada su dinámica funcional. En este momento evaluamos también la "fortaleza" que tiene la musculatura del suelo pélvico.
Los huesos, los músculos, los ligamentos y las fascias de todo el periné configuran una estructura conformada como si fuese una "hamaca" que soporta y sujeta todos los órganos del abdomen y de la pelvis, evitando así que éstos salgan al exterior, que se prolapsen. Por causan diferentes que debiliten, deformen, destensen esa "hamaca", los órganos pueden prolapsarse (salirse), originando un problema morfológico, haciendo que la paciente se note un bulto, y que arrastra un problema de la función del órgano prolapsado.
Se pueden identificar prolapsos "puros" es decir que solo este desplazado un solo órgano, si bien es más frecuentemente la asociación de órganos que se prolapsen, dado que la debilidad del suelo pélvico, de esa "hamaca", es un problema global del suelo pélvico. Y lo más importante, casi siempre se acompañan de alteraciones en el funcionamiento de esos órganos, y por lo tanto, también existen asociaciones de varios síntomas.
Es importante la valoración de la paciente por un equipo multidisciplinar (varias especialidades médicas que abordan desde diferentes puntos de vista del problema), con el objetivo de abordar óptimamente toda la patología que el POP lleva asociado. De esta manera, valorando todos los aspectos, podemos ofrecer los mejores resultados con el fin de mejorar la calidad de vida, y lo más importante, solucionar los problemas o cambios en el funcionamiento que se puedan derivar de este tratamiento.
El equipo multidisciplinar de suelo pélvico esta formado por urólogos, ginecólogos, cirujanos generales/digestivos (coloproctólogos), rehabilitadores, fisioterapeutas y en ocasiones psiquiatras en razón de la patología predominante y el soporte necesario.
El área de conocimiento de la especialidad de Urología que se ocupa de esta patología recibe el nombre de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica. Esta Unidad está capacitada y especializada para tratar este problema de forma global, no solo corrigiendo "bultos", sino reparando problemas en el funcionamiento que impactan en la persona y afectan a su calidad de vida.
¿Hay que tratar siempre el prolapso?
Una de las dudas mas frecuentes es si todos los POP deben ser intervenidos o se soluciona con otro tipo de tratamientos. No todos los POP requieren algún tratamiento. Sólo aquellos que provoquen síntomas, produzcan alteraciones en la calidad de vida de la paciente, o problemas en la micción o en la defecación deben ser sometidos a algún tipo de tratamiento. De mantenerse en el tiempo, si no se corrige el POP, puedan ocasionarle problemas, por lo que siempre se buscan las mejores recomendaciones, para cada tipo y para cada momento.
Los tratamientos son diversos y fundamentalmente quirúrgicos. Los tratamientos de rehabilitación son necesarios para patológicas iniciales y siempre que la paciente precise adquirir un conocimiento anatómico funcional de la patología que presente . En todos ellos es fundamental la valoración global de la patología por un equipo en el que haya siempre un urólogo especialista en suelo pélvico. El objetivo es corregir los defectos anatómicos identificados y la función perdida, mejorando la calidad de vida. Es preciso valorar cuidadosamente todas las opciones, de acuerdo con las expectativas trabajadas con la paciente y contando con sus preferencias.
* Imagen 1: Posición anatómica normal de los órganos del suelo pélvico (vejiga, útero, recto).
* Imagen 2: POP: Cistocele o prolapso de la vejiga; Histerocele o prolapso del útero; Rectocele o prolapso del recto
Unidad de Urologia Funcional, Femenina Urodinámica. Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
Dra. R. González López
Dr. H. Garde García
Dr. LM. Quintana Franco
Dra. C. González Enguita
Bibliografía:
Garde García H, González López R, González Enguita C. Prolapso de Órganos pélvicos con y sin incontinencia. Actualización en terminología y diagnóstico. Clasificación clínica y empleo de pruebas funcionales. Capitulo 8 en Buenas Prácticas en Urodinámica y sus técnicas complementarias. Actualización de terminología en disfunción miccional. Asociación Española de Urología 2020. ISNN: 978-84-09-24758-5
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