Quirónsalud
Blog de la Dra. Irene Rubio Bollinger. Experta en Sueño. Hospital Quirónsalud Sur
El actígrafo nos es útil para estudiar el ritmo de sueño y vigilia de una persona, nos va a permitir estudiar la regularidad de horarios, la duración del sueño, la fragmentación y periodos de sueño o inactividad también durante el día. Se trata por tanto de un análisis del ritmo circadiano de cada persona de sus periodos de vigilia y sueño a lo largo de 24h.Es un dispositivo que el paciente lleva en su muñeca durante 7 o 14 días a modo de reloj.
Se suele combinar con una agenda de sueño semanal que el paciente irá rellenando durante los días de registro para poder medir el tiempo que tarda en dormirse, el tiempo total de sueño y la eficiencia del sueño, eventos concretos… teniendo así una información detallada de todo.
Este sistema nos permite estudiar todos estos aspectos en personas con insomnio, hipersomnia, alteraciones del ritmo circadiano como el retraso o adelanto de fase e incluso casos de piernas inquietas. También se usa en unidades de sueño si no hay disponible la realización de una polisomnografía nocturna en pacientes con sospecha de apneas y que queremos estimar el tiempo total de sueño. En estos casos se usa junto con una poligrafía respiratoria. Podremos valorar la respuesta al tratamiento en pacientes insomnes o pacientes con alteraciones del ritmo circadiano. Igualmente se puede usar en niños que presentan problemas de parasomnias o movimientos rítmicos del sueño.
El uso del actígrafo se acompaña de un diario de sueño en el que debemos recoger la hora de acostarse, la hora a la que nos dormimos, hora de despertar por la mañana, hora de levantarse, hora de la siesta y tiempo que duro, periodo de tiempo en el que se quitó el dispositivo y circunstancias especiales que pudieran alterar el patrón vigilia -sueño como alguna enfermedad o viaje transoceánico.
Qué ventajas tiene usar un actígrafo en las unidades de sueño:
La actigrafía es por tanto una herramienta útil en el estudio y abordaje del sueño de manera multidisciplinar caracterizando los patrones del sueño durante periodos largos y siendo una herramienta de bajo coste y fácil manejo pudiendo repetir la exploración siempre que sea necesario.
El sonambulismo es considerado una alteración del comportamiento durante el sueño profundo y consiste en caminar o realizar otros actos complejos durante el sueño. Es más frecuente en niños que en adultos y es más frecuente en personas que tienen algún familiar cercano con sonambulismo, en personas que tienen privación de sueño o tienen alguna condición que provoca despertares repetidos por la noche. La prevalencia del sonambulismo es de un 30% en niños entre 2 y 13 años y de un 4% en adultos.
Posibles accidentes durante estos episodios deben evitarse y a veces se asocia con un sueño menos reparador y cansancio diurno si los episodios son muy frecuentes o provocan muchos despertares.
El sonambulismo es un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, pero sin ser consciente la persona que lo padece durante el episodio.
Los síntomas del sonambulismo pueden comprender actos tanto simples como complejos. Durante esos episodios una persona puede tener ojos abiertos o mirada perdida, normalmente suelen tener un lenguaje poco coherente o inconexo. Pueden llegar incluso a correr, mostrar rutinas de vestirse, mover cosas, abrir ventanas o puertas, encender luces, incluso algunas veces pueden salir de la casa y en casos menos frecuentes incluso hasta conducir durante un rato en coche y no tener luego recuerdo de los episodios. Estos episodios pueden durar desde unos segundos hasta varios minutos. Después de esto puede volver a su cama y no recordar nada al día siguiente. Por eso normalmente estas personas solo saben de estos episodios por lo que les cuentan otras personas. Los episodios suelen ocurrir durante el primer tercio o mitad de la noche ya que es durante este periodo en el que hay más sueño lento profundo.
Deben tomarse precauciones, ya que el sonambulismo puede provocar que alguien se caiga o lesione durante sus paseos o por manipulación de objetos peligrosos. Igualmente pueden sentirse agobiados o preocupados si molestan o despiertan a la persona que duerma en la misma habitación. Además, algunas personas pueden sentirse cansados durante el día o tener síntomas de insomnio. Aunque muchas veces son otras cuestiones como estrés, ansiedad u otros problemas que afectan el sueño, pueden aumentar las alteraciones del sueño y por tanto aumentar los episodios de sonambulismo y sueño diurno.
Cómo evitar o disminuir los episodios de sonambulismo:
Mantener unos horarios regulares y unas horas de sueño suficiente para evitar una privación de sueño que luego aumenta la frecuencia de los episodios en las noches siguientes.
Evitar el alcohol, porque aumenta la alteración de las fases del sueño y por tanto los episodios.
Evitar algunas medicaciones hipnóticas, ya que al alterar la estructura del sueño aumentan los episodios.
Algunas afecciones del sistema nervioso central pueden aumentar su frecuencia.
Las apneas pueden aumentar los alertamientos del sueño y por tanto pueden aumentar los episodios.
El síndrome de piernas inquietas también puede aumentar su frecuencia por el aumento de movimientos de piernas durante la noche.
Debemos evitar el estrés para evitar alteración del sueño y por tanto disminuir los episodios.
Las benzodiazepinas y análogos siguen recetándose de manera generalizada y muchas veces sin un control en pacientes aquejados de insomnio. Hay que tener precaución con su consumo indiscriminado ya que son sustancias sedantes con un alto potencial de abuso y dependencia.
Aunque en los prospectos viene reflejado que no deben recetarse más allá de 3 meses, muchas veces recibimos pacientes en las consultas de sueño que llevan años consumiendo dichos fármacos. Además, durante este tiempo largo de consumo los pacientes han ido muchas veces subiendo las dosis al ver que perdían o disminuía su efecto con el tiempo o incluso muchas personas las toman de manera aleatoria día sí, día no e incluso a veces en momentos tan extemporáneos como puede ser en mitad de la noche y en dosis exageradas. Estas prácticas aleatorias de los pacientes para conseguir descansar hace que no solo no ayuden en el caso de algunos problemas para dormir sino que generen efectos secundarios indeseables a medio y largo plazo convirtiendo así la toma de la pastilla en el principal problema de la persona al margen incluso ya de los problemas para dormir. Se instaura además un miedo acérrimo del paciente a dejar de tomarla porque asocia indefectiblemente el hecho de que si no la toma un día no va a dormir, cuando en muchas ocasiones tiene que ver más con un síndrome de abstinencia de la pastilla que con el propio insomnio de base, o incluso con otros muchos factores que interfieren con un buen descanso y de los que el paciente no es ni consciente.
El uso de dichos fármacos como ansiolíticos e hipnóticos está muy extendido. Pero además de sus conocidos efectos como tal, también son bien conocidos sus efectos secundarios tanto a corto, medio y largo plazo y que pueden afectar la salud de las personas que los consumen.
En el caso del tratamiento del insomnio la duración máxima es de 4 semanas incluyendo la retirada gradual del medicamento.
Está bien documentado que el tratamiento con BZD puede provocar el desarrollo de dependencia física y psíquica incluso con dosis mínimas y tratamientos cortos.
El problema es cuando un uso inadecuado de tiempo y dosis está respaldado por una receta de un médico, puesto que estos fármacos no se dispensan sin receta médica. Los facultativos debemos siempre intentar no prolongar los tratamientos e iniciar cuanto antes formas alternativas de tratar el insomnio.
Algunos de los efectos secundarios indeseables han incluido síntomas de agorafobia, despersonalización y distorsiones perceptivas, así como un agravamiento de la depresión. En ocasiones de retirada del fármaco después de mucho tiempo de consumo se ha visto que ha producido tinnitus (afección del oído interno).
El colectivo más vulnerable son las personas mayores. Esto es debido a que producen sedación diurna y una dependencia por uso prolongado. La sedación puede producir caídas y otros accidentes. También producen una alteración de la memoria con merma en el aprendizaje y habilidades psicomotoras.
El síndrome de retirada puede tardar hasta tres semanas en manifestarse después de su uso, o surgir en pocas horas en el caso de una toma corta. Los síntomas en este caso son insomnio, ansiedad, pérdida de apetito, temblor, sudor, tinnitus y distorsiones perceptivas que el paciente puede confundir con síntomas propios de un insomnio, lo que hace que no quiera prescindir del fármaco. Incluso la retirada gradual puede producir aumento de la ansiedad y cortisol en plasma, jaquecas, dolores inespecíficos, depresión o alucinaciones.
Las BZD pueden provocar o agravar la depresión y hacerla crónica. Por lo tanto, hasta parece paradójico prescribir BZD en la depresión, por lo que solo está justificada en casos muy concretos que se deben seleccionar.
Por lo tanto, siempre se ofrecerá como primera opción del tratamiento del insomnio el control de estímulos, la higiene del sueño o la terapia cognitiva-conductual, en vez de recetar BZD. Y en el caso de recetarse debe ser por un espacio de tiempo corto y controlado junto con estas otras medidas coadyuvantes.
Se trata como en casi todo en la medicina de valorar primero al paciente, realizar una historia clínica completa, realizar las pruebas necesarias y establecer un tratamiento ajustado a las necesidades del paciente, teniendo en cuenta que las BZD son una opción como coadyuvante en algunos casos y que se debe controlar tiempo, dosis y efectos secundarios.
El sueño forma parte de un ciclo circadiano de sueño -vigilia que se repite cada día en nuestro organismo de manera natural.- A lo largo de la vida las necesidades de sueño y la estructura del mismo varían.
Durante la adolescencia, un periodo lleno de cambios fisiológicos, se producen además alteraciones de dicho ciclo de manera prominente, provocando alteraciones en el sueño que el adolescente debe aprender a manejar para evitar consecuencias negativas sobre su organismo. El sueño está regulado tanto por factores internos de tipo hormonal como también externos, como los cambios de hábitos y normas sociales, que se alteran de manera significativa durante esta etapa de la vida.
Todos estos cambios van a provocar el principal problema durante esta etapa y que presentan los adolescentes que es la privación crónica de sueño, que va a alterar los procesos de aprendizaje, conducta y hormonales.
Es durante esta época cuando el cerebro presenta una reestructuración importante y rápida de las redes neuronales siendo el cerebro en esta etapa altamente receptivo a adquirir nuevas habilidades y para lo cual es muy necesario un buen descanso para que estos procesos puedan producirse con normalidad.
Para un buen descanso nuestro organismo necesita de sincronizadores externos que son la luz, los hábitos sociales, y regularidad de horarios; y también necesita de sincronizadores internos como la secreción de melatonina, el ritmo de temperatura corporal y los niveles de cortisol.
Veamos qué ocurre durante la adolescencia:
En conclusión, las alteraciones de sueño en la adolescencia se deben en una gran mayoría a malos hábitos de sueño y una estructura de vida y organización de los horarios no apropiada en muchos casos.
Por lo cual en la consulta de sueño con un adolescente es conveniente reunirse con los familiares con los que convive para ver de qué manera puede ordenar sus horarios y mejorar actitudes y comportamientos que puedan estar influyendo negativamente en el sueño.
En la consulta de sueño deben recogerse minuciosamente los datos referentes a costumbres y hábitos durante el día y la noche del adolescente y es conveniente que rellene una agenda de sueño durante una o dos semanas para tener una visión completa de todo lo que ocurre durante este tiempo. Igualmente esto permite descartar cualquier otra causa de alteración del sueño y que se pueda pasar por alto.
Recordamos al igual que en otros artículos los hábitos de sueño que favorecerán un buen sueño:
- Mantener horarios regulares de acostarse y levantarse tanto entre semana como fin de semana.
- Evitar tomar bebidas estimulantes por la tarde/noche.
- Hacer ejercicio regularmente.
- Evitar uso de pantallas dos horas antes de ir a dormir.
- Las siestas deben ser cortas, de 30 a 45 min.
- Evitar tabaco y alcohol, ya que alteran el sueño.
- Promover un ambiente favorable en la habitación antes de dormir.
- Realizar actividades relajantes antes de dormir.
La microbiota de nuestro intestino controla muchos aspectos de nuestro metabolismo: desde nuestro apetito hasta el sistema inmune. Se está demostrando que estos procesos también impactan sobre nuestro sueño. Cuidar la flora intestinal puede ayudarnos a descansar mejor. E igualmente cuidando nuestro sueño podremos evitar alteraciones de nuestro sistema digestivo.
La alteración de la microbiota se ha asociado a cáncer de colon, obesidad, problemas cardiovasculares, diabetes y otros. Ahora también los estudios muestran que alteraciones de la microbiota alteran nuestro sueño. Una alteración de la flora intestinal puede darse por ejemplo por un tratamiento antibiótico. Además de notar una alteración de la digestión también podemos notar alteraciones del sueño durante ese tiempo. En muchos casos podemos notar noches de insomnio. Y es que el antibiótico suele acabar con gérmenes saprofitos de nuestro intestino; este microbioma natural nos ayuda a digerir el alimento, regular el sistema inmune y generar vitaminas como la B12. Su alteración parece impactar también en nuestro sueño.
Se ha observado en modelos animales que una microbiota más pobre y menos diversa reduce la duración y la calidad del sueño. Pero de igual modo se ha observado que una mala higiene del sueño y una alteración de los ritmos circadianos de sueño-vigilia provocan una alteración de la microbiota intestinal conocida como disbiosis. Estas alteraciones intestinales suelen verse con frecuencia en trabajadores a turnos nocturnos o personas que se exponen con frecuencia a viajes transoceánicos cambiando constantemente el ciclo sueño -vigilia.
Lo que parece claro es que la relación es bidireccional. Aun así, los mecanismos subyacentes están todavía en estudio.
Por ejemplo, se ha visto que la alteración del sueño produce una disminución en la sensibilidad a la insulina y esto puede influir en un aumento de peso y obesidad.
Lo que comemos se transforma en metabolitos que entran en nuestro torrente circulatorio y ello en nuestro cerebro. Los alimentos se transforman en una parte en ácidos grados de cadena corta, acetato y butirato que tienen un papel importante en el metabolismo. Niveles elevados de butirato parecen mejorar el sueño aumentando algunas fases de sueño y mejorando el descanso.
De manera directa también esta microbiota altera el nervio vago (sistema nervioso parasimpático) que regula el estado de ánimo, el comportamiento, la digestión y la respuesta inmune.
La serotonina es un neurotransmisor asociado con frecuencia con nuestra salud mental. Se ha observado que hay muchos receptores de serotonina en el intestino, de hecho el 95% de la serotonina se produce en el intestino y participa en los intercambios entre el cerebro e intestino a través del nervio vago.
Se ha visto que algunas enfermedades neurológicas surgen con el tiempo a raíz de enfermedades del intestino como por ejemplo la enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa y que en ocasiones comienzan con una alteración del sueño conocida como trastorno de conducta del sueño REM.
Este campo por tanto supone un área importante de investigación para ir aclarando la relación del sueño con nuestra microbiota y poder así plantear tratamientos preventivos de cara a mejorar la calidad de ambos y prevenir enfermedades.
Blog acerca de buenos hábitos a la hora de ir a dormir, higiene del sueño, consejos para dormir mejor, tratamientos del insomnio y otras patologías relacionadas con el sueño.
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