Quirónsalud
Blog del Dr. Francois Peinado. Urología. Hospital Universitario Ruber Juan Bravo
La disfunción eréctil (DE) es un problema más común de lo que se cree y, en muchos casos, puede ser la primera manifestación de una enfermedad sistémica subyacente. A lo largo de los años, su tratamiento ha evolucionado desde opciones farmacológicas hasta soluciones quirúrgicas avanzadas, como la implantación de una prótesis de pene. Esta intervención, que antes se consideraba un recurso "terminal" para la disfunción eréctil, ha ganado popularidad gracias a sus altos índices de satisfacción y a las mejoras en los dispositivos disponibles. Además, una reciente recomendación de la Asociación Americana de Urología podría transformar su papel en la gestión de la DE.
La DE se define como la incapacidad persistente o recurrente de lograr o mantener una erección suficiente para el rendimiento y la satisfacción sexual. Su fisiopatología es compleja y multifactorial, involucrando factores hormonales, neurogénicos, psicógenos y vasculares. Un estudio internacional reciente en ocho países reveló una prevalencia de del 37,2-48,6%. La incidencia aumenta con la edad, afectando a uno de cada cuatro hombres menores de 40 años y hasta al 100% de los mayores de 70 años. En total, se estima que más de 130 millones de hombres en el mundo padecen esta condición.
Tradicionalmente, el abordaje terapéutico de la disfunción eréctil ha sido escalonado, comenzando con cambios en el estilo de vida y tratamientos farmacológicos antes de considerar opciones quirúrgicas. No obstante, la recomendación de la AUA (Asociación Americana de Urología) de permitir que cualquier intervención, sin importar su reversibilidad, sea una opción desde el inicio del tratamiento, podría cambiar este paradigma. De esta manera, un paciente podría optar por una prótesis de pene como primera línea de tratamiento en función de sus necesidades y expectativas.
Uno de los mayores desafíos en la disfunción eréctil es que muchos hombres evitan hablar de ella por vergüenza. Una encuesta reveló que el 74% de los hombres se sienten demasiado incómodos para abordar el tema con su médico, a pesar de que el 82% habría deseado que su proveedor de salud iniciara la conversación. Para facilitar el diagnóstico, la Consulta Internacional de Medicina Sexual ha propuesto un algoritmo para estructurar una historia clínica adecuada. Esta debe incluir la duración y gravedad de los síntomas, la capacidad para lograr y mantener una erección, la existencia de erecciones nocturnas o matutinas y el impacto en la satisfacción sexual y en la pareja. Existen herramientas validadas, como el Índice Internacional de Función Eréctil (IIEF) y el Inventario de Satisfacción con el Tratamiento de la Disfunción Eréctil (EDITS), que permiten cuantificar objetivamente la severidad de la disfunción.
Algunos factores de riesgo modificables incluyen ansiedad y depresión, enfermedades cardiovasculares, hipogonadismo y síndrome metabólico, inactividad física y consumo de drogas recreativas. La farmacoterapia también es relevante, ya que medicamentos para la hipertensión y salud mental, como los betabloqueantes, diuréticos tiazídicos y los fármacos para la depresión, pueden contribuir a la DE. El examen físico debe incluir exploración genitourinaria para descartar patologías como fimosis, curvatura del pene, liquen escleroso o patologías testiculares, evaluación cardiovascular, endocrina y neurológica, y medición de constantes vitales.
Las pruebas complementarias deben individualizarse según la evaluación clínica. Se recomienda un enfoque multidisciplinario con posibles derivaciones a cardiología, endocrinología, neurología o psicología. Los estudios básicos incluyen electrocardiograma, glucosa en ayunas o HbA1c, perfil lipídico y testosterona matutina. Entre las pruebas avanzadas se encuentran la monitorización de rigidez peneana nocturna (NPTR) para diferenciar DE psicógena de orgánica, ecografía doppler con inyección intracavernosa para evaluar el estado vascular del pene y angiografía por TC en pacientes con antecedentes de traumatismo pélvico.
La prótesis de pene representa una solución definitiva para la disfunción eréctil en muchos pacientes, con altos índices de satisfacción y mejoras continuas en la tecnología de los dispositivos. Con los nuevos cambios en las recomendaciones clínicas, su papel podría expandirse y convertirse en una opción de primera línea para aquellos hombres que buscan una solución efectiva y duradera.
Es fundamental que los profesionales de la salud aborden la disfunción eréctil de manera proactiva y ofrezcan información clara sobre todas las opciones terapéuticas disponibles, asegurando así una atención integral y personalizada para cada paciente. En nuestra unidad, cada vez ofrecemos más la posibilidad de una implantación temprana de la prótesis de pene para evitar la pérdida de años sin poder tener una relación sexual satisfactoria.
Un artículo reciente en el International Journal of Impotence Research argumenta que los medicamentos para la disfunción eréctil (DE), específicamente los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5 (iPDE5) como pueden ser la Viagra o el Cialis, son fundamentales para la salud física y mental de muchos hombres y sus parejas. El autor sugiere que estos fármacos deberían ser accesibles para todos los hombres que los necesiten, de manera similar a cómo se proporciona anticoncepción a las mujeres que la requieren.
Importancia de los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5
Los iPDE5, como el sildenafilo (Viagra), el tadalafilo (Cialis), el vardenafilo (Levitra) y el avanafilo (Spedra), han revolucionado el tratamiento de la DE debido a su alta efectividad y facilidad de uso. Estos medicamentos actúan relajando el músculo liso del pene y favoreciendo la entrada de sangre, lo que facilita la erección en respuesta a la estimulación sexual. Su eficacia ha sido ampliamente demostrada en diversos estudios clínicos, y se consideran el tratamiento de primera línea para la mayoría de los pacientes con DE.
Beneficios adicionales para la salud cardiovascular
Más allá de su función principal en el tratamiento de la DE, investigaciones recientes han indicado que los iPDE5 pueden ofrecer beneficios cardiovasculares significativos. Se ha descubierto que estos inhibidores presentan beneficios vasculares sistémicos al mejorar la función endotelial, lo que podría contribuir a la reducción de eventos cardiovasculares adversos.
Acceso equitativo y consideraciones económicas
El autor del artículo aboga por que estos fármacos estén disponibles para todos los hombres que los necesiten, independientemente de su capacidad económica. Se argumenta que, al igual que los anticonceptivos se proporcionan a las mujeres para controlar su salud reproductiva, los hombres deberían tener acceso a tratamientos que mejoren su salud sexual y, potencialmente, su salud cardiovascular. La falta de acceso puede llevar a una disminución en la calidad de vida y posibles riesgos de salud no abordados.
Seguridad y supervisión médica
Aunque los iPDE5 son generalmente seguros y bien tolerados, es esencial que su uso sea supervisado por profesionales de la salud. La evaluación médica adecuada puede identificar contraindicaciones y garantizar que el tratamiento sea seguro y efectivo para cada individuo. Por ejemplo, estos medicamentos están contraindicados en pacientes que utilizan nitratos debido al riesgo de hipotensión severa.
Impacto en la calidad de vida
La DE no solo afecta la salud física, sino también el bienestar emocional y la calidad de vida de los hombres y sus parejas. El acceso a tratamientos efectivos como los iPDE5 puede mejorar significativamente la autoestima, las relaciones interpersonales y la satisfacción general con la vida. Además, abordar la disfunción eréctil de manera efectiva puede reducir el estrés y la ansiedad asociados con esta condición.
Conclusión
Los fármacos para la erección han demostrado ser una herramienta eficaz y segura en el tratamiento de la disfunción eréctil, con beneficios adicionales potenciales para la salud cardiovascular. Garantizar el acceso equitativo a estos tratamientos es fundamental para la salud y el bienestar de muchos hombres y sus parejas. La implementación de políticas que faciliten este acceso podría tener un impacto positivo significativo en la salud pública, mejorando la calidad de vida y reduciendo las disparidades en la atención médica.
Este artículo destaca la necesidad de reevaluar cómo se distribuyen y financian los tratamientos para la disfunción eréctil, considerando sus amplios beneficios y la importancia de la equidad en la atención médica.
El pene enterrado (también denominado pene oculto o escondido) es una afección en la que el pene está parcial o totalmente cubierto por la piel del escroto, el abdomen o los muslos. Aunque un pene enterrado puede ser (y a menudo es) de tamaño normal, está oculto bajo la piel, por lo que no sobresale totalmente del cuerpo.
Esta afección infrecuente puede presentarse al nacer o desarrollarse en etapas posteriores de la vida. Puede causar varias complicaciones, como dificultad o dolor en las relaciones sexuales, síntomas urinarios, problemas de higiene y problemas de autoestima. Afortunadamente, el pene enterrado puede tratarse mediante cirugía y puede mejorar con la pérdida de peso.
Síntomas
El síntoma principal del pene enterrado es que sólo es visible la punta (si la hay) del pene. Sin embargo, suele ir acompañado de varios problemas físicos y psicológicos. A continuación, se enumeran algunas de las complicaciones que pueden surgir como consecuencia de un pene enterrado:
Imposibilidad de mantener relaciones sexuales con penetración si el pene queda atrapado bajo la piel.
Dolor durante el coito.
Erecciones y/o eyaculación dolorosa.
Dificultad para orinar (por ejemplo, no poder orinar de pie).
Goteo de orina.
Infecciones urinarias frecuentes.
Mala higiene.
Infecciones cutáneas debidas a problemas de higiene.
Piel del pene poco sana debido a inflamaciones y cicatrices.
Depresión.
Ansiedad.
Baja autoestima o deterioro de la autoimagen sexual.
Carcinoma de células escamosas del pene (cáncer de pene) que puede producirse debido a la inflamación crónica por el atrapamiento de orina.
Una persona con pene enterrado puede experimentar alguna o todas estas complicaciones, dependiendo de la gravedad de su afección.
Causas
El pene enterrado puede estar causado por problemas en los ligamentos que unen el pene al cuerpo, exceso de grasa alrededor del abdomen, retención de líquidos en la zona genital o complicaciones tras la circuncisión. También puede deberse a enfermedades cutáneas poco frecuentes, como el liquen escleroso o la hidradenitis supurativa. A continuación, se ofrece una explicación más detallada de cada una de las posibles causas del pene enterrado:
Diagnóstico
Normalmente, un médico puede diagnosticar el pene enterrado mediante una inspección visual y un examen físico. Un profesional capacitado puede ayudar a descartar otras posibles afecciones del pene, como el micropene, que es un pene pequeño. Por lo tanto, si cree que puede tener el pene enterrado, es importante que se lo confirme un médico de atención primaria o un urólogo.
Tratamiento
En bebés y niños muy pequeños, el pene enterrado puede desaparecer por sí solo a medida que el niño crece. Además, las personas con casos leves pueden notar que la pérdida de peso y/o las cremas tópicas con esteroides que aflojan el prepucio ayudan (en casos relacionados con la fimosis). No obstante, para tratar el pene enterrado suele ser necesaria la cirugía. Las siguientes opciones quirúrgicas se centran en eliminar grasa o reforzar la estructura de soporte del pene para tratar el pene enterrado:
Fotografías antes y después de cirugía (fotos propiedad del Dr. Peinado)
Referencias:
La obesidad abdominal tiene factores relacionados con la deficiencia de esta hormona. Además, la obesidad es uno de los principales causantes de tener bajos niveles de esta hormona e incrementa los riesgos de tener hipogonadismo (andropausia). Dado que el envejecimiento se acompaña en muchos casos de obesidad, esos dos factores se suman para producir esta situación.
Como comentamos en la primera parte de este artículo, el principal motivo de consulta cuando se tiene un déficit de testosterona es la falta de deseo sexual (libido): los hombres describen que no desean tener relaciones sexuales o no sienten atracción por las mujeres en comparación a cómo se sentían antes.
Otra consulta característica es referir menos cantidad de semen junto a erecciones menos potentes u orgasmos menos placenteros. El insomnio o la pérdida de memoria también pueden estar relacionados con este déficit.
Otro mito por desterrar en relación con esta hormona es su relación con la calvicie masculina: la testosterona baja no es la causante de la calvicie, sino que los factores genéticos son los principales responsables de ello.
La osteoporosis en los hombres es un problema añadido al envejecimiento. En muchos hombres con osteoporosis se olvida solicitar la prueba de testosterona porque muchas veces se desconoce su implicación en el metabolismo óseo o se cree que solo la padecen las mujeres. Está relacionada con la falta de actividad física, la obesidad, la disminución de esta hormona y los bajos niveles de vitamina D. El resultado final es la aparición de fracturas de cadera que tienen una gran repercusión sobre la vida del paciente. En todos los pacientes con osteoporosis debería medirse la testosterona y los pacientes con bajos niveles de esta hormona, deberían ser sometidos a un estudio óseo.
Otra característica por parte de los hombres que tienen síntomas es la pérdida progresiva de masa muscular, testículos más pequeños o a veces mamas aumentadas de tamaño (ginecomastia).
El diagnóstico del déficit de esta hormona se realiza a través de un análisis de sangre en ayunas, preferiblemente antes de las 11 horas de la mañana porque esta hormona experimenta variaciones en sus niveles en sangre a lo largo del día. Realmente la parte activa de la testosterona es su fracción libre, que es la que ejerce la acción en el organismo. Por lo general, niveles de testosterona total por debajo de 300 ng/dl ya son bajos.
La testosterona es la hormona sexual más importante del hombre. Los testículos son los responsables de la producción de esta hormona. Ayuda no solo a tener los elementos diferenciadores masculinos como son el vello facial, corporal o la masa muscular, sino que está implicada en el deseo sexual o la salud ósea entre otros. También colabora en la regulación de la glucemia o del colesterol en sangre. Su participación en el bienestar emocional de los hombres y en los problemas de erección cuando sus niveles son más bajos es característica. La repercusión no es solo sexual como se tiende a pensar, sino que tiene consecuencias múltiples en el organismo.
Las cifras de testosterona van disminuyendo con la edad en todos los hombres. Es un proceso fisiológico ligado al envejecimiento (andropausia). El problema se da si esos niveles caen por debajo de las cifras consideradas como normales. Con la edad, tener un deseo sexual más bajo y menos erecciones entra dentro del proceso de envejecimiento normal.
Hay estudios que señalan que casi un 40% de los hombres mayores de 45 años pueden tener niveles de testosterona más bajos. La caída de la testosterona se inicia alrededor de los 40 años y se produce a un ritmo del 1% anual, pero eso no significa que vaya a tener los niveles por debajo de los límites establecidos; por ello tener los niveles por debajo de los límites normales no es normal y esta situación afecta a la calidad de vida y salud.
Dado que los síntomas de hipogonadismo son difusos, la mayoría de los hombres no suelen mencionar los mismos en consulta por lo que el número de pacientes con bajos niveles es mucho mayor de lo que solemos diagnosticar. Muchos hombres acuden a consulta porque no tienen deseo sexual o se encuentran anímicamente más decaídos. En muchos casos, se asocian problemas de disfunción eréctil, pérdida de energía o disminución de la fuerza.
Las mamas dolorosas o el crecimiento de estas también pueden sugerir bajos niveles de testosterona. La pérdida de vello corporal y tener que afeitarse con menos frecuencia es otro signo. La presencia de sofocos puede ser otro signo indirecto de esta situación.
La producción de células rojas sanguíneas también está relacionada con este déficit por lo que los bajos niveles de esta hormona pueden causar anemia, depresión y dificultades de concentración.
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