Quirónsalud
Blog del equipo de Nutrición y Dietética del Centro Médico Quirónsalud Toledo y el Hospital de Día Quirónsalud Talavera
Ganar peso es un tormento para muchas personas que lo que desean es perderlo, pero para aquellas personas que anhelan ganarlo, también puede serlo.
Aumentar de peso parece sencillo, pero no lo es. En consulta observamos que es incluso más complicado que perder peso.
¿Por dónde podemos empezar para ganar peso?
Primero de todo, acude a un profesional capacitado que trabaje de forma multidisciplinar con otros profesionales (médicos, nutricionistas, psicólogos e incluso entrenadores personales). Realizar una historia clínica y nutricional completa es esencial para el correcto diagnóstico y tratamiento.
Mucha gente piensa que si estás en un bajo peso es porque tienes un problema con la alimentación o un trastorno de la conducta alimentaria, pero no todas las personas que quieren subir de peso tienen un TCA. Puede ser que les cuesta comer por el estrés se les cierra el estómago, o por una patología gastrointestinal que les dificulta la ingesta.
Es habitual que acudan a consulta desesperados por el esfuerzo que llevan haciendo por comer un poco más de lo habitual, sin conseguir resultados. No hay que desanimarse, la ganancia de peso es un proceso muy complejo, de una demanda de energía y nutrientes muy alta, pues lo que estamos intentando es crear nuevos tejidos. El comer un poco más, puede que sea insuficiente, ya que hace falta estar en "superávit calórico", es decir, consumir más energía de la que se gasta, y ser muy constante en ello.
Esto último es lo más complicado de todo, ya que comer todos los días por encima de las sensaciones de saciedad y sin apetencia, es muy duro.
Por eso hay que evaluar las ingestas que estamos haciendo durante el día, identificar las señales y niveles de hambre y saciedad de cada una, hacer un consumo suficiente de proteína, de hidratos de carbono complejos y grasas saludables. Con esta información podemos comenzar a reestructurar las proporciones del plato, aumentar el número de comidas al día (a veces son 5 o más), e ir aumentando poco a poco la ingesta, empezando con platos de alto valor nutricional y calórico en poco volumen, enriqueciendo las comidas con frutos secos, legumbres, lácteos enteros, huevo, etc.
Además de la dimensión nutricional que debemos tener en cuenta para ganar peso, la parte psicosocial del hambre y la conducta alimentaria es fundamental abordarla desde la psicoterapia, por lo que psiquiatría y psicología puede que tomen un papel importante en el proceso para evaluar de qué manera las emociones dificultan la ingesta o aumentan el gasto, por lo que el binomio psiconutrición es muy beneficioso en estos casos, siempre habiendo descartado antes la patología orgánica.
Parece sencillo cuando lo lees, pero la realidad es que aumentar de peso es tremendamente complicado. Por eso, si te sientes identificado, abre tu mente y confía tanto en nutricionistas, como psicólogos, médicos endocrinos, digestivos o psiquiatras que te puedan ayudar en el proceso.
Texto elaborado por Isabel Campos Del Portillo, especialista del servicio de Nutrición
de Quirónsalud Toledo.
¿Qué hay de malo en tener un día libre en el fin de semana para comer lo que quieras? 
Las dietas estrictas plantean ese "cheat day" para descargar la ansiedad por no poder comer todo aquello que te han prohibido.
El problema de tener un día libre comienza poco a poco, y llega un momento en que se te hace bola.
Entre semana la dieta la llevas bien gracias a la rutina, pero el fin de semana…. porque sales a comer fuera de casa para socializar, porque es cuando más tiempo tienes para cocinar, porque es el momento en el que puedes hacer aquellos planes con amigos y familia que entre semana por rutinas no puedes o por el motivo que cada uno elija, la liberación de la dieta se convierte en "lo normal".
Normalizar ese "día libre" y vincularlo al fin de semana hace que sientas luego culpa, porque crees que estás haciendo algo malo, porque crees que vas a abrir la veda al descontrol, porque sabes que en fin de semana habrá excesos y esos momentos en los que resulta más difícil controlar lo que comes, y porque cuando llega el lunes vuelves a la dieta y al control, es decir, te llevar a realizar conductas de compensación disfrazadas de "me cuido entre semana".
Para dejar de sentir esta culpa trata de:
Y tranquilidad, porque darte permiso para comer un poco más de cantidad o eso menos saludable entre semana no significa que te vayas a permitir comer tarta todos los días o que lo vayas a hacer con descontrol.
Discúlpate por comer entre semana.
Texto elaborado por Isabel Campos Del Portillo, especialista del servicio de Nutrición
de Quirónsalud Toledo.
"Ya me pondré en enero, que vienen las fiestas de Navidad y así no hay quien se ponga a dieta". Esto es lo que llamo yo "la procrastinación programada". 
Es completamente válido que haya momentos en los que no nos veamos con fuerzas para afrontar un cambio de hábitos y se prefiera posponer. Pero esa necesidad de querer esperar al nuevo año parece que confía en que nuestra "fuerza de voluntad" se va a recargar por arte de magia y nos va a empujar a hacer cambios en nuestra alimentación.
Es posible que la procrastinación esté motivada por tres factores: por miedo a fracasar, por apatía porque sabemos lo que nos espera (prohibición y autocontrol) o por desmotivación, porque no obtenemos los resultados que esperábamos en el tiempo que nos hemos marcado.
Estos factores se relacionan entre sí gracias a:
¿Muy complicado o no sabes cómo hacerlo? Entonces pide ayuda a un profesional. Desde la psiconutrición
(consulta combinada con un psicólogo y con un nutricionista) podemos ayudarte a comenzar ese cambio, tratando de entender de donde procede el miedo, buscando sensaciones agradables y placenteras cuando comes, cuestionando desde qué creencias actúas, y estableciendo objetivos a corto plazo con los que puedas poco a poco seguir mejorando y avanzando.
Reprograma tu autocuidado.
Texto elaborado por Isabel Campos Del Portillo, especialista del servicio de Nutrición
de Quirónsalud Toledo.
Pensamientos dicotómicos que dificultan nuestro cambio de hábitos nutricional 
Imagina un interruptor, al cual, cuando presionas, enciendes pensamientos como "tengo que comer bien y no saltarme la dieta". Pero que, cuando lo apagas, tu mente se oscurece con pensamientos como: "de perdidos al río, voy a comer hasta reventar".
Ese es el mecanismo que tiene tu mente para generar "pensamientos del todo o nada" o pensamientos dicotómicos.
El pensamiento dicotómico es la tendencia a categorizar de forma absolutista las cosas, y en consulta de nutrición se identifica cuando se etiqueta en "sano-insano", "bueno-malo", "engorda-adelgaza" o "restricción-atracón".
¿Por qué se tiende a pesar y actuar así? Porque generamos patrones con los que el cerebro se esfuerza menos para actuar, y genera una sensación seguridad cuando comes según lo que crees adecuado.
¿Por qué de pronto salto al pensamiento de "de perdidos al rio"? La vida es compleja y con muchos matices, y a la alimentación, que tiene un papel tan importante en nuestra vida social, laboral y emocional, le sucede lo mismo.
En esas situaciones en las que cedes y te permites ese manjar, pero etiquetado como "insano", provoca la creencia de que "no estás haciendo bien las cosas", y pasas al otro extremo. La culpabilidad y la creencia de sentirte incapaz de actuar "bien" te van debilitando. Si se dan con más frecuencia esas situaciones donde intentas ser flexible, pero continuas con pensamientos de "o todo o nada", te acaba conduciendo con más facilidad a actuar de esa manera.
Es como si esos pensamientos, te deslumbrasen u oscureciesen la realidad. No hay cabida a graduar de manera flexible los pensamientos y acciones. Lo peligroso de esto, es que, puede traer problemas de conductas alimentarias poco saludables, como las restricciones y los atracones.
¿Cómo podemos trabajar esto en consulta de nutrición
o "Psiconutrición
"?
La importancia de pensar y actuar de una forma más flexible, para ver la realidad de tu cambio de hábitos de forma más nítida.
Texto elaborado por Isabel Campos Del Portillo, especialista del servicio de Nutrición
de Quirónsalud Toledo.
¿Qué es el hambre? 
El hambre es, básicamente, la sensación que indica la necesidad de comer. Pero el proceso es mucho más complejo, ya que factores biológicos, psicológicos y sociales (factores biopsicosociales) interactúan para jugar un papel importante en la actividad y conducta humana.
El proceso del hambre no es tan sencillo o puramente fisiológico como se tiende a pensar. Cada vez más se escucha en boca de nutricionistas, coaches y gurús de la nutrición y alimentación saludable, que existen dos tipos de hambre: "hambre real y hambre emocional".
Nos hemos empeñado en etiquetar nuestro hambre en real o emocional, pero a veces incluso nos cuesta saber diferenciar cual es cual, puesto que, como hemos dicho antes, el hambre es un proceso complejo con una dimensión biopsicosocial.
Además, está la creencia de que el hambre emocional es malo o hay que evitarlo o "controlarlo". Todo lo contrario, el hambre (real o emocional) es la forma que tiene nuestro organismo de comunicar que hay una necesidad insatisfecha. El hambre tiene una identidad única para cada persona y para cada momento, es decir, que se despierta por diferentes estímulos y, según estos y otros factores individuales, se expresa de una manera u otra, a través de uno o varios tipos de hambre.
En el libro Comer Atentos (Mindful Eating), de Jan Chozen Bays, se describen varios tipos de hambre, que yo he clasificado en: psicológica (hambre de corazón y mental), real (estomacal), y sensitiva (hambre olfativa, táctil, visual, auditiva y bucal).
Es el hambre emocional por excelencia, ya que se despierta para llenar un vacío emocional, para disminuir un malestar o aumentar el placer o satisfacción. Está conectada a emociones tanto agradables como desagradables.
Tipo de hambre estimulado por el pensamiento, el diálogo interno y la conducta, y modulado por creencias de "bueno" o "malo", la rigidez y el exceso de control de las ingestas. Cuando se prohíbe un alimento que gusta y surge el deseo y apetencia por comerlo.
Hambre despertado por el momento social, la compañía, la presión y los juicios sociales e internos. Necesidad de comer para agradar, para integrase en un grupo o ambiente o incitado por los demás.
El sentido del olfato es el que más recuerdos y emociones evoca, ya que está muy vinculado al sistema límbico del cerebro. Un olor nuevo, habitual, apetitoso, agradable, complejo, químico, frutal, dulce, etc., puede despertar las ganas de comer.
Apetencia por comer al notar la esponjosidad, dureza, viscosidad, cremosidad o liquidez cuando se toca con las manos, los dedos o con utensilios. La temperatura al tocarlo también puede estimular el hambre.
Hambre que se incita al escuchar el sonido que hace un alimento, fuera o dentro de la boca, al partirlo, morderlo y masticarlo o los ruidos al cocinar.
La forma, la textura, la combinación de colores, el brillo, la presentación y emplatado, o incluso si es una fotografía o publicidad, hace que apetezca comerlo.
El sabor, el olfato y la textura estimulan el gusto, el cual es responsable de generar hambre bucal. Un sabor agradable y placentero estimula las ganas de comer al estar conectado con el sistema de recompensa y el sistema límbico.
Aparece cuando el cuerpo pide combustible para funcionar y se expresa con sensación de vacío y/o dolor estomacal y necesidad de comer para calmarlo.
El "hambre fisiológica" no aparece en la clasificación de Jan Chozen Bays. Este tipo de hambre lo he incorporado tras observar que muchos pacientes no sienten las señales de vacío, el rugido, las náuseas o el dolor del vientre y del estómago que su cuerpo envía para satisfacer una demanda de energía y nutrientes, pero sí prestan atención, pueden encontrar otras señales, como el mareo, el temblor, la debilidad o el dolor de cabeza que sienten antes y que se les pasa al ingerir alimentos.
El hecho de hacer dietas estrictas o seguir pautas de ayuno a pesar de sentir hambre, hace que se impidan honrar esas mismas señales del hambre, y puede hacer que se produzca una desconexión de las vías de comunicación entre estas señales con el cuerpo.
Si quieres pasar a una dimensión superior para honrar o calmar el hambre, presta atención a la forma en la que tu cuerpo lo expresa, e intenta satisfacerla, no solo comiendo.
Texto elaborado por Isabel Campos Del Portillo, especialista del servicio de Nutrición
de Quirónsalud Toledo.
Te enseñamos a cuidarte por dentro. Consejos sobre cómo mejorar tu alimentación y ganar en calidad de vida.
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