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Blog de Salud y bienestar mental del Hospital Quirónsalud Digital
Con relativa frecuencia, tanto en los medios de comunicación como en nuestras conversaciones cotidianas, nos referimos a este concepto. Sin embargo, un somero análisis nos desvela que no siempre lo utilizamos con el mismo significado. Quizá esta sea la razón por la que, no pocas veces, atribuyamos a una simple inquietud momentánea ―reacción natural y adecuada a un peligro― la etiqueta de ansiedad o, por el contrario, restemos importancia a un estado al que deberíamos prestar atención, acudiendo a un profesional de la salud.
Afirmaciones como «Tras el accidente, la madre fue atendida por una crisis de ansiedad» nos indican la dificultad de esa persona para afrontar con éxito un suceso que sobrepasa su capacidad y en el que se ve arrastrada por el miedo o el pánico. Hablamos, entonces, de una reacción adecuada a un estímulo ansiógeno.
El uso del término ansiedad en canciones como aquella popularizada a mediados del siglo pasado y que decía «ansiedad de tenerte en mis brazos…» o en interjecciones como «¡Espera, no seas ansioso!», indican un estado de «impaciencia o premura».
Fijémonos en expresiones coloquiales como «está de los nervios» o «sufre de los nervios» que se utilizan para reflejar la inquietud permanente y sin causa justificada que sufre una persona. Particularmente, me inspiran verdadero respeto palabras utilizadas por los pacientes para describir este estado: malestar intenso, angustia permanente, sensación de peligro, alarma constante, miedo atroz, zozobra, inquietud, incertidumbre, inseguridad o descontrol. ¡Casi nada!
De manera que la ansiedad podría definirse como una respuesta emocional que se desencadena ante situaciones amenazantes reales o percibidas como tales. Cuando no es causada por un peligro cierto, puede aparecer repetidamente provocando angustia, inquietud y malestar elevados, en este caso hablaríamos de ansiedad patológica o desadaptativa.
Se han propuesto diferentes hipótesis que explicarían el origen de la ansiedad, pero resumidamente comprenderían los siguientes factores causantes:
En todo caso, la respuesta de ansiedad no se debe a una mera adición de factores, ya que éstos interactúan entre sí produciendo un efecto multiplicador. De ahí la importancia de actuar solicitando tratamiento ante los primeros síntomas.
No estará de más, por lo tanto, que estemos atentos a las posibles señales de un estado que aconseje acudir a un profesional de la salud. Podríamos clasificar los síntomas de ansiedad atendiendo a los factores causales mencionados arriba:
Si has llegado al final de estas líneas y te sientes identificada o identificado con lo descrito, me gustaría transmitirte que actualmente existen tratamientos para combatir la ansiedad tanto farmacológicos como psicoterapéuticos que han demostrado ser eficientes en un alto porcentaje de casos.
Redactado por Mónica Sagardoy, psicóloga general sanitaria de la Unidad de Salud Mental de Hospital Quirónsalud Digital
La salud mental influye en las relaciones sociales y en el bienestar emocional. Cuidarla resulta fundamental para alcanzar la serenidad y la calidad de vida que todos buscamos. En este blog, profesionales expertos en psicología y psiquiatría nos invitan a profundizar en los distintos aspectos que influyen en la salud y bienestar mental con el objetivo de comprenderla, cuidarla y desterrar tabúes y estigmas.
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