Quirónsalud
Blog del servicio de Traumatología de los Hospitales Quirónsalud Alicante, Torrevieja, Murcia y Valencia
Las roturas meniscales son una de las lesiones más frecuentes en la rodilla. En la actualidad y especialmente en las personas jóvenes la actitud del cirujano debe ser la preservación del menisco procediendo a su sutura.
El menisco aporta amortiguación y estabilidad al cartílago articular, estructura que determina la duración y funcionalidad de la articulación . La extirpación del menisco conduce al deterioro del cartílago articular y en consecuencia acorta la vida de la rodilla.
El cartílago articular no tiene capacidad para cicatrizar, ni la ciencia médica en la actualidad es capaz de regenerarlo. Podemos, eso sí, crear tejidos cada vez más parecidos pero sin llegar nunca al hialino original. En consecuencia, hemos de actuar antes de que el cartílago se deteriore preservando el menisco.
La función principal del menisco es la condroprotección, es decir, la protección del cartílago articular distribuyendo las cargas de manera que se reducen las presiones de contacto de la articulación, aumentando la congruencia y la estabilidad articular, proporcionando amortiguación al conjunto de la articulación.
En resumen, protege a la rodilla de la aparición de la artrosis.
Dolor, los síntomas clínicos principales son :
La rotura meniscal se produce generalmente por un giro de la rodilla en posición de semiflexión, especialmente si el pie queda trabado en el suelo.
1/3 de la lesiones meniscales se relacionan con la actividad deportiva.
El diagnóstico se basa fundamentalmente en la historia clínica y en la exploración del cirujano. Estos elementos son claves y sin ellos no puede hablarse de un diagnóstico médico como tal. Las pruebas que utilizamos de manera complementaria son la radiografía simple en carga y la resonancia magnética.
En la actualidad empleamos así mismo, los estudios de laboratorios go5D que mediante un conjunto de pruebas objetivas nos aportan abundante información para el diagnóstico de estas lesiones.
La cirugía meniscal se realiza por artroscopia, técnica mínimamente invasiva que aporta precisión y reduce notablemente las complicaciones.
El objetivo de cualquier cirugía que realicemos es la preservación meniscal, es decir, la conservación de la mayor cantidad de tejido posible. En personas jóvenes se debe intentar siempre la sutura, en personas por encima de 45 años se intentará la sutura en aquellas lesiones que estén próximas a la pared meniscal, que tiene mayor irrigación sanguínea y en consecuencia mayor capacidad de cicatrización.
Reservaremos la meniscectomía parcial solo aquellas lesiones de personas que ya no son biológicamente activas por su edad o que resulta imposible su sutura.
La literatura médica aporta gran cantidad de trabajos que demuestran que la extirpación del menisco conducen a la artrosis en un periodo de tiempo que depende de las características del enfermo, pero , que puede situarse en torno a cinco años.
En términos generales, diremos que los resultados a medio y largo plazo son excelentes en función de la cantidad de menisco que hayamos podido conservar. En términos generales , diremos que si la cirugía esta bien indicada el pronóstico es muy favorable.
Texto elaborado por el doctor Pedro Ripoll, jefe de la Unidad de Traumatología de Quirónsalud Murcia
El síndrome del túnel carpiano es una neuropatía periférica que se produce cuando el nervio mediano se comprime dentro del túnel carpiano, a nivel de la muñeca.
El túnel carpiano, se encuentra en la entrada de la mano en la muñeca, un pasadizo estrecho y rígido formado por un ligamento en el techo y los huesos en la base de la mano y que contiene los tendones flexores y el nervio mediano.
Cualquier proceso que provoque ocupación del espacio (inflamación de alguno de estos tendones, presencia de líquido, etc.) provoca la disminución de espacio y el atrapamiento del nervio. Algunas veces, el engrosamiento de los tendones irritados u otras inflamaciones estrechan el túnel y hacen que se comprima el nervio mediano.
Los síntomas generalmente comienzan gradualmente y se manifiestan con sensaciones de calor, calambre o entumecimiento en la palma de la mano y los dedos, especialmente del pulgar y de los dedos índice y medio.
Los síntomas a menudo aparecen durante la noche, con una sensación de adormecimiento de las puntas de los dedos. Una persona con síndrome del túnel carpiano puede despertarse con la sensación de tener la mano dormida y sintiendo la necesidad de "sacudir" la mano o la muñeca.
En las etapas iniciales, con síntomas leves, el síndrome del túnel carpiano puede aliviarse sin cirugía con medidas de tratamiento simples mediante el empleo de férulas, la toma de Antiinflamatorios y los cambios o interrupción de las actividad.
Con el paso del tiempo los síntomas pueden agravarse en una mayoría de los pacientes y pueden hacerse constantes.
A los síntomas sensitivos y la sensación de hormigueo y dolor nocturno puede añadirse una sensación de torpeza o de debilidad puede dificultar la motricidad fina, como abotonarse la camisa. Estas sensaciones pueden provocar que se caigan las cosas de las manos. Si la condición es muy severa, los músculos en la base del pulgar pueden atrofiarse y empeorar la función motora de la mano.
El Síndrome de Túnel Carpiano es muy frecuente en personas que desarrollan actividades que requieren la flexión y la extensión de manera repetitiva principalmente de la muñeca, como las tareas del hogar, trabajos en cadenas de montaje, carpinteros, pintores o un uso prolongado del ratón del ordenador.
Otra de las causas más frecuentes es padecer distintas enfermedades como la diabetes, la artritis reumatoide o la enfermedad tiroidea, además de ser común en las mujeres que se encuentran en los últimos meses de embarazo.
En los casos avanzados el tratamiento que precisa es la intervención quirúrgica.
La intervención quirúrgica consiste en la liberación de la compresión del nervio en el canal carpiano.
Uno de los grandes avances en la cirugía de esta neuropatía ha sido el abordaje mediante la técnicas mínimamente invasivas, incluyendo la cirugía endoscópica, aquella en la que se puede liberar el nervio en todo su recorrido en la muñeca con la ayuda de una pequeña cámara y una óptica.
La intervención se realiza con una incisión de apenas un centímetro, y con una mínima afectación de las partes blandas, lo que posibilita un postoperatorio menos molesto, con mínimo dolor y una movilidad casi inmediata. La recuperación con este procedimiento es significativamente más rápida que con la cirugía abierta tradicional.
En la Unidad de Cirugía de Mano de Quirónsalud Valencia somos especialistas y tenemos una amplia experiencia en la cirugía mínimamente invasiva del túnel carpiano. Así mismo empleamos otras técnicas mínimamente invasivas como la artroscopia para el tratamiento de múltiples lesiones de la mano, muñeca y codo.
Texto elaborado por el doctor Vicente Carratalá, especialista del Servicio de traumatología del Hospital Quirónsalud Valencia
La traumatología es una especialización médico-quirúrgica que se dedica al diagnóstico, estudio y tratamiento de lesiones traumáticas del aparato locomotor del cuerpo humano.
Este complejo sistema está compuesto por: huesos, articulaciones, ligamentos, tendones, músculos y nervios.
Algunas de las enfermedades que trata un traumatólogo son las fracturas y luxaciones de los huesos, lesiones de ligamentos, tendones y músculos. Además de los tumores óseos y las posibles afecciones de la columna vertebral como la hernia discal y la escoliosis.
Entre las patologías más comunes que tratan están:
- De los huesos, las fracturas, como la de fémur, húmero o tobillo, entre otras.
- De los ligamentos y articulaciones, como son los esguinces, luxaciones, roturas, artritis traumática, etc.
- De los músculos y tendones, las roturas fibrilares, hematomas, contusiones, tendinitis, etc
La Unidad Integral de Cirugía Ortopédica y Traumatología de Quirónsalud Torrevieja
cuenta con un equipo de profesionales altamente cualificado que permiten ofrecer a nuestros pacientes el mejor trato humano, profesional y tecnológico.
Contamos con todos los tratamientos dirigidos al tratamiento integral traumatológico del cuerpo humano, como son:
• Tratamiento de patología muscular y de ligamentos.
• Cirugía reconstructiva de cadera y rodilla.
• Cirugía de extremidades superiores: hombro, codo y mano.
• Cirugía de extremidades inferiores: cadera, rodilla y pie.
• Cirugía de raquis.
• Tratamiento y cirugía de enfermedades reumáticas.
• Traumatología y ortopedia infantil.
• Tratamiento de tumores musculoesqueléticos.
Es habitual que los pacientes sufran daño o percances en el sistema locomotor ya que los huesos y músculos del cuerpo se ven afectados por dolencias de carácter degenerativo o accidental que requieren la intervención de un profesional para volver a la normalidad.
De todo ello, se encarga el área de traumatología. Por ello el equipo de Traumatólogos de Quironsalud, te ayudarán en la recuperación de lesiones óseas y musculares.
Las lesiones traumatológicas pueden traer consigo una pérdida de la movilidad y como consecuencia su calidad de vida se ve afectada. Por ello, los médicos traumatólogos de QuironSalud buscan la solución más efectiva para cada paciente, logrando así la recuperación de la zona lesionada lo más pronto posible.
El reumatólogo, es el médico especialmente entrenado en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades reumáticas. De la misma forma, ante la sospecha de una dolencia o enfermedad reumática o del aparato locomotor debemos acudir en primer lugar al reumatólogo.
Por tanto, el reumatólogo es el médico del aparato locomotor y el traumatólogo es el cirujano del aparato locomotor. Los cirujanos ortopédicos y traumatólogos operan las articulaciones gravemente dañadas y colocan prótesis con excelentes resultados. Además, tratan las fracturas, los esguinces y otras lesiones traumáticas. Su formación y entrenamiento está especialmente orientado hacia el tratamiento quirúrgico
En los centros de Quironsalud contamos con equipos especializados en traumatología, cualificados para la prevención, diagnóstico y tratamiento de los trastornos del aparato locomotor. Ofreciendo un trato cercano, personalizado y efectivo gracias al mejor equipamiento y a la tecnología más novedosa del mercado para este tipo de enfermedades.
Es un ligamento situado en el interior de la articulación de la rodilla, de pequeño tamaño, pero de gran importancia funcional.
Se denomina cruzado por adoptar dicha disposición en el espacio, en relación al denominado ligamento cruzado posterior (LCP), y a los ejes de la rodilla, tanto en el plano frontal como sagital o lateral.
Ambos ligamentos cruzados constituyen el pivote central de la rodilla y controlan los
desplazamientos de la tibia sobre el fémur, tanto en el sentido antero-posterior como
rotacional.
El ligamento cruzado anterior tiene la siguiente función:
• Evitar el desplazamiento hacia delante de fémur sobre la tibia.
• Estabilizar la rodilla cuando se produce la rotación de la misma.
La rotura del LCA es una lesión frecuente. Estas lesiones han aumentado de manera considerable dado el incremento de la actividad física en la sociedad actual. Esta incidencia es notablemente más alta en los deportes de contacto y los que exigen girar sobre la rodilla, como ocurre en el fútbol, baloncesto o en el esquí.
Las rodillas con un LCA dañado están predispuestas a lesiones meniscales y cartilaginosas, y a la aparición de signos degenerativos tempranos que pueden resultar irreversibles, cuya solución resulta más difícil en individuos jóvenes.
Las mujeres que practican actividades deportivas tienen entre dos y ocho veces más roturas de LCA que los hombres que practican los mismos deportes. Entre las posibles causas se han señalado: las diferencias en el ángulo Q, la morfología de la articulación de la rodilla, las dimensiones pélvicas, el entrenamiento y el estado hormonal durante el ciclo menstrual. También se ha considerado la menor protección de los músculos sobre los ligamentos de la rodilla.
En primer lugar, el traumatismo puede darse de torcedura de la rodilla, tras la cual, y durante las primeras horas, se produce dolor e inflamación.
Una punción de la rodilla con hemartrosis (sangre en la articulación) lo que supone, en el 80% de los casos, una rotura del LCA.
Para un diagnóstico efectivo es necesario realizar además de la exploración clínica, una serie de pruebas complementarias como la resonancia magnética nuclear (RMN), radiografías funcionales, etc. Esto se debe a que la exploración de un profesional experto tiene mucho más valor al ser más objetiva. Las pruebas complementarias presentan un alto índice de falsos negativos, especialmente transcurridas cuatro semanas desde el accidente.
Se recomienda de forma sistemática la cirugía de reconstrucción de LCA en pacientes por debajo de 40 años, si la lesión se acompaña de signos de inestabilidad en el momento de la exploración del paciente.
En pacientes mayores de 40 años ha de matizarse la indicación en función del grado de actividad física o de la profesión, pero siempre será el criterio del médico el que debe indicar en cada caso la cirugía, adaptando una solución concreta para cada individuo.
El criterio médico debe establecer factores predictivos que nos ayuden a determinar cuándo debe realizarse la intervención quirúrgica, tales como la edad, el nivel de actividad, el grado de osteoartritis que padece la rodilla, etc.
Si no se somete a una intervención quirúrgica, una persona activa y deportista, puede derivar en inestabilidad articular, ruptura del menisco y, por consiguiente, un deterioro en el cartílago articular.
El ligamento cruzado anterior tiene forma de cordón. Su aporte vascular externo y las fibras del ligamento roto son incapaces de repararse por sí solas.Su rotura, aislada o combinada con lesiones meniscales o de los ligamentos colaterales, produce cambios radiográficos, degenerativos entre el 60% y el 90% de los pacientes en un periodo de 10 a 15 años después de la lesión.
En personas de bajo nivel de actividad y, especialmente por encima de 40 años, se puede optar por un tratamiento conservador siempre y cuando no existan manifestaciones clínicas de inestabilidad.
El objeto del tratamiento será evitar los episodios de inestabilidad articular que puedan
aparecer durante las actividades físicas. Por ello, son candidatos a la cirugía aquellos pacientes que presenten síntomas de inestabilidad anterior de rodilla durante la exploración.
Hay pacientes en los que con un LCA afectado pueden ser asintomáticos y están libres de cambios degenerativos sin cirugía si las demandas articulares son pequeñas.
Por lo tanto, los parámetros para indicar la cirugía son los siguientes:
La edad
Es poco probable que los pacientes jóvenes vayan a modificar su actividad y en estos casos, la cirugía reconstructiva del ligamento es la mejor elección.
El umbral por encima de los 45 años no debe ser una contraindicación si nos encontramos con pacientes activos y sin signos de gonartrosis importantes que presenten episodios de inestabilidad recurrentes.
La aparición de una lesión meniscal
La aparición de una lesión meniscal en un paciente que había tolerado hasta ese
momento la falta del LCA, nos debe de inclinar hacia la recuperación quirúrgica, sobre todo si es posible realizar una sutura de la lesión del menisco, ya que la extirpación del cuerno posterior aumenta la inestabilidad de la rodilla y favorece la aparición de episodios de fallo articular causante de los fenómenos degenerativos.
La rapidez de la intervención
Practicar la cirugía tres semanas después del accidente disminuye el riesgo de rigidez articular. Sin embargo, el tiempo no es un factor importante para que haya desaparecido el edema y la rodilla recupere el arco de movilidad completo.
La cirugía del LCA es una de las más frecuentes y mejor conocidas de entre todas las técnicas que se realizan en cirugía ortopédica.
Se ha convertido en una cirugía rápida, por vía artroscópica, con excelentes resultados. Este tipo de intervención tiene alto porcentaje de muy buenos resultados y de integración rápida del paciente en la vida laboral y deportiva. Se puede observar su repercusión entre deportistas de élite que, después de unos meses de inactividad, vuelven a su práctica deportiva.
Texto elaborado por el doctor Pedro Luis Ripoll, especialista en rodilla de la Unidad de Traumatología del Hospital Quirónsalud Murcia
La artrosis es una enfermedad crónica que se caracteriza por el deterioro del cartílago de las articulaciones. Este deterioro conduce a la aparición de dolor con la actividad física, incapacidad variable para caminar y permanecer de pie, así como a deformidad progresiva de la rodilla.
Puede que aparezca artrosis sin conocerse la causa, a esta se le conoce como artrosis de rodilla primaria.
En ocasiones se produce como resultado de una lesión o anomalía previa de la articulación, lo que se conoce como artrosis de rodilla secundaria.
Este tipo de artrosis se observa tras lesiones de meniscos, lesiones del hueso articular, fracturas óseas intraarticulares, lesiones de ligamentos. También pueden darse en las articulaciones que están siendo sometidas a un sobreesfuerzo importante como es el caso de rodillas de deportistas, de obesos importantes o de personas con alteraciones en la longitud de los miembros inferiores o del alineamiento de la rodilla.
La operación está recomendada cuando se presente una lesión de rodilla o una artrosis en la misma, teniendo en cuenta que esta intervención puede beneficiar la calidad de vida del paciente.
A día de hoy las lesiones que son candidatas a la cirugía son:
La artroplastia de rodilla es el remplazo de las superficies dañadas de la rodilla por unos componentes artificiales hechos de metal y plástico (polietilenos de alta densidad) que son fijados al hueso.
Hay diferentes formas de hacer una artroplastia de rodilla:
Total: Se reemplaza la tibia, el fémur y habitualmente la rótula.
Unicompartimental: Se reemplaza solo una parte de la rodilla. Esta puede ser la articulación femorotibial interna o externa.
Femoropatelar: Se sustituye solo dicha articulación. La superficie del fémur se reemplaza con un componente metálico redondeado que asemeja mucho la curvatura natural del hueso. La superficie de la tibia se reemplaza con un componente metálico plano que contiene una fina parte de plástico hecha en polietileno de ultra alta densidad que hace de cartílago. La superficie interna de la rótula también se puede reemplazar con un implante hecho de plástico.
Una vez el paciente se ha puesto en manos del traumatólogo, se ha tomado la decisión de someterse a la operación y se han hecho las pruebas médicas pertinentes llega el momento de la intervención.
El paciente es llevado al quirófano y allí se le anestesia. Cuando ha hecho efecto la anestesia, se lava a conciencia la piel alrededor de la rodilla con líquido antiséptico. Se doblará la rodilla a 90 grados y se colocará un torniquete alrededor del muslo para minimizar la hemorragia durante la cirugía. A continuación se realiza el primer corte en la piel.
Posteriormente, el cirujano corta y retira las superficies de hueso y cartílago dañadas. Se usan instrumentos y guías de precisión para asegurarse que los cortes se hacen con los ángulos correctos de modo que los huesos queden alineados de forma correcta después de que se introduzcan los implantes.
Se retiran pequeños trozos de hueso de la parte delantera, trasera y final del fémur. Así se da forma al hueso para que los implantes encajen adecuadamente. La cantidad de hueso que se retira depende de la cantidad de hueso dañado por la artrosis. También se corta hueso de la parte superior de la tibia, quedando esta parte plana. La superficie trasera de la rótula también se corta.
Un implante se encaja en cada uno de los tres huesos. Estos implantes han sido diseñados para que la articulación de la rodilla se mueva de forma similar a como se movía cuando estaba sana. Los implantes se encajan utilizando un tipo especial de cemento específico para huesos.
El implante que encaja al final del fémur está hecho de metal. Su superficie es redondeada y muy lisa, cubriendo desde delante hacia atrás toda la superficie cortada de hueso. El implante que encaja en lo alto de la tibia normalmente consta de dos partes. Un platillo metálico que ajusta sobre el corte plano del hueso tibial. A continuación, sobre el platillo metálico se acopla una superficie articular de plástico que actúa separando el platillo tibial metálico y el implante femoral. El implante que cubre la parte trasera de la rótula está fabricado también en plástico.
Si es necesario, el cirujano puede hacer ajustes en los ligamentos que envuelven la rodilla para conseguir una mejor función de la rodilla. Cuando los implantes están colocados y los ligamentos ajustados, el cirujano cose las distintas capas de tejido en su posición original. Se introduce un tubo de plástico en la herida que permite salir y drenar el líquido de la articulación durante las primeras horas después de la cirugía. Los bordes de la herida se suturan y la rodilla se envuelve con un vendaje estéril. El paciente se traslada finalmente a la sala de reanimación.
Las personas que se benefician de la cirugía de reemplazo total de rodilla a menudo tienen:
La recuperación depende del tipo de cirugía que se realice y cada caso.
En cirugía artroscópica por roturas de menisco simples que no estén acompañadas de lesiones de cartílago articular lo habitual es una recuperación entre 4 y 6 semanas.
En cirugía artroscópica de reconstrucción del ligamento cruzado anterior la recuperación para actividades deportivas de giro y contacto es de 6 a 9 meses.
En cirugía protésica para la realización de una actividad normal varía entre 1 y 3 meses.
Para mí la rehabilitación es lo más importante tras una cirugía y de ella depende el éxito de las intervenciones.
Nosotros iniciamos el tratamiento rehabilitador tras la salida de quirófano en contacto con el servicio de rehabilitación del hospital y le entregamos al paciente los ejercicios que tiene que realizar tras la cirugía.
El tiempo que dura la rehabilitación es muy variable dependiendo del tipo de cirugía realizada, de las características del paciente y de su colaboración en la recuperación.
Texto elaborado por el Fernando Jordá, especialista de cirugía de rodilla de la Unidad de Traumatología del Hospital Quirónsalud Torrevieja
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