Quirónsalud
Blog del servicio de Traumatología de los Hospitales Quirónsalud Alicante, Torrevieja, Murcia y Valencia
Texto elaborado por el Doctor Marcelo Galarza, especialista de columna de Quirónsalud Torrevieja.
La hernia discal es una enfermedad en la que parte del disco intervertebral (núcleo pulposo) se desplaza hacia la raíz nerviosa, la presiona y produce un intenso dolor.
Los discos intervertebrales son estructuras semiblandas que amortiguan y separan las vértebras espinales (hueso). Los discos se componen de un anillo duro y fibroso externo (anillo fibroso) que rodea una sustancia similar a un gel (el núcleo pulposo). Una hernia de disco se produce cuando la cubierta fibrosa externa del disco se degenera o se rompe.
Si la hernia es voluminosa y comprime todos los nervios que encuentra, puede producir lo que se llama un síndrome de cauda equina o de cola de caballo, lo cual resulta una urgencia quirúrgica.
En la mayoría de los casos, este dolor remite con un tratamiento conservador sin cirugía. Sin embargo, aproximadamente un 10% de ellos requerirán una intervención quirúrgica para su tratamiento.
En la Quirónsalud contamos con la tecnología más innovadora para un correcto diagnóstico y tenemos amplia experiencia en la realización de las últimas técnicas quirúrgicas, con especial interés en la cirugía mínimamente invasiva para una mejor recuperación del paciente.
Algunas hernias de disco no causan ningún síntoma perceptible. Los síntomas que siente el paciente dependen de la ubicación de la hernia de disco.
Una hernia de disco en la columna vertebral cervical puede causar: dolor, hormigueo o pérdida de fuerza en los miembros.
La radiculopatía es el síntoma más frecuente en las hernias de disco. Está caracterizado por dolor de distinta intensidad que sigue generalmente el trayecto de la raíz nerviosa comprimida.
El cuadro de la hernia discal suele ser agudo, repentino y violento en intensidad. Incluye síntomas propios de la ruptura discal y otros provocados por la presión de la hernia sobre la médula o los nervios.
Ni la natación ni ningún ejercicio es útil para prevenir, aliviar, o tratar una hernia discal de verdad. El dolor llega a ser tan intenso que, en general, no suele aliviarse con nada de lo que uno tiene en casa. Pero aún así, no hay que olvidar que hay otros muchos cuadros de dolor similar al de la hernia que no lo son. Si es hernia, los síntomas de dolor local agudo de espalda preceden o coinciden con los síntomas neurológicos (dolor ciático continuo hasta el pie, debilidad muscular, hormigueo...), el elemento distintivo de la hernia discal.
La ciática (dolor irradiado a la extremidad inferior) es el síntoma más característico, variando la distribución del dolor según el territorio que inervan cada raíz nerviosa afectada. Además, causa dolor en la zona lumbar por la sensibilidad propia del disco.
El dolor es típicamente mayor al toser y al sentarse (por ejemplo, montando en coche) que al acostarse; suele ser mayor de pie quieto que caminando. Otro síntoma frecuente es la sensación de hormigueo en pierna y pie.
Otros síntomas que se pueden presentar son la pérdida de fuerza en la pierna y muy raramente la incontinencia urinaria.
La hernia discal lumbar puede aparecer a cualquier edad, aunque es una condición que afecta más comúnmente a gente de entre 30-50 años.
Por lo tanto, tiene un impacto económico significativo en la población en general, puesto que se trata de sujetos en plena actividad laboral.
La cirugía de la hernia discal tiene como objetivo la liberación de la raíz nerviosa comprimida, responsable de la sintomatología. Existen distintas técnicas para lograrlo.
La más eficiente hasta ahora es la extirpación de la hernia, asociando una resección de parte del disco (de su centro) para reducir las probabilidades de que se vuelva a producir. Es un procedimiento habitual y se puede hacer con o sin microscopio y con una incisión de 2 a 6 cm. (normal, mini o micro-discetomía).
Como alternativa, algunas hernias se pueden operar con resultados similares por vía percutánea con la ayuda de endoscopios. El paciente ha de estar ingresado de uno a tres días después de la operación y podrá levantarse al día siguiente de la misma. Finalizado el ingreso, guardará reposo relativo: podrá salir a la calle, pero sin doblar la cintura durante unas 4 semanas.
Después, debe practicar ejercicios de rehabilitación para conseguir una buena recuperación.
En determinadas situaciones como reoperaciones por recidivas herniarias o casos asociados a inestabilidad espinal lumbar puede ser necesario la colocación de una prótesis de fijación espinal en el mismo acto quirúrgico.
Las infiltraciones son procedimientos muy utilizados para el tratamiento del dolor y pueden en muchos casos evitar la cirugía.
En Quirónsalud contamos con una Unidad de traumatología especialista en el diagnóstico temprano y tratamiento de este tipo de patologías.
Si padeces alguno de los síntomas mencionados anteriormente consulta con un especialista en traumatología de Quirónsalud, quienes te ayudarán a encontrar la solución a los dolores lumbares.
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