Quirónsalud
Blog de las Unidades de Obesidad de Quirónsalud Alicante, Murcia, Torrevieja y Valencia.
Texto elaborado por el doctor Carlos Sala jefe de las Unidades de Obesidad de Quirónsalud Alicante
y Valencia
La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) es una enfermedad que actualmente afecta a 180 millones de personas en todo el mundo. Se espera que el número total de pacientes con DM2 ascienda a más de 300 millones en el año 2025 como consecuencia del crecimiento demográfico, el envejecimiento, la obesidad y el sedentarismo.
En los últimos años, se ha objetivado que los pacientes con Diabetes tipo 2 tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia, tanto de origen vascular como enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer, es la causa más común de demencia y se caracteriza por un trastorno amnésico progresivo con aparición posterior de otros cambios cognitivos, conductuales y neuropsiquiátricos, que impiden la función social y las actividades de la vida diaria.
La enfermedad de Alzheimer se considera la nueva epidemia del siglo XXI. Se estima que para el año 2050 el número de personas con Alzheimer ascienda a 131.5 millones.
Todos los 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y auspiciado por Alzheimer's Disease International.
El Alzheimer es la principal causa de demencia en todo el planeta y en España afecta a unas 800.000 personas.
Múltiples estudios han puesto de manifiesto una clara relación entre la Obesidad y la Diabetes tipo 2-DM2 (característicamente asociada a la obesidad), y como consecuencia un deterioro cognitivo inicial y la evolución a demencia y enfermedad de Alzheimer.
Los altos niveles de glucemia, es decir de azúcar en sangre, propios de la Diabetes Mellitus tipo 2 incrementan los valores de beta-amiloide (proteína relacionada con la neuropatología del Alzheimer). Parece que se debe por una resistencia a la insulina a nivel cerebral; mecanismo parecido a la DM2 a nivel sistémico, que causa degeneración neuronal y trastorno cognitivo propio de la demencia. De hecho, se ha denominado Diabetes tipo 3.
Una dieta rica en grasas y carbohidratos, además de ser causa de obesidad, provoca acumulación y depósito de lípidos, también a nivel cerebral, alterando el funcionamiento de las sinapsis – conexiones entre las neuronas, que es la lesión inicial en la Enfermedad de Alzheimer.
En fases más avanzadas de la enfermedad, estas neuronas mueren, acelerando el deterioro cognitivo.
Entre las recomendaciones de los especialistas de Quirónsalud están:
Lógicamente, una alimentación saludable, con consumo limitado de grasas y carbohidratos, puede contribuir a retrasar la aparición de la enfermedad, además de favorecer la pérdida de peso que mejore el control de la glucemia y no catapulte el desarrollo de DM2 aumentando el riesgo de la DM3 o Enfermedad de Alzheimer.
Si tu dieta incluye todo lo necesario para el organismo no solo mejorará la salud sino que también ayudará a combatir el deterioro cognitivo y mejorará el estado de ánimo, la memoria y la rapidez de pensamiento.
Entre los alimentos que se recomiendan podemos encontrar:
El aceite de oliva virgen. Este reduce el edema cerebral y el estrés oxidativo, y protege las neuronas después de una isquemia.
Los arándanos y otros frutos rojos. Estos contienen propiedades antioxidantes y, además, unos pigmentos que protegen tu sistema nervioso. A día de hoy existen algunos estudios que demuestran que los arándanos pueden mejorar la memoria.
Los tomates. Tiene antioxidantes que protegen las neuronas de los radicales libres que pueden dañar las células.
Cuidar tu alimentación tendrá muchos beneficios para tu salud cardiovascular y cerebral, y te ayudará a prevenir algunas enfermedades de riesgo.
Post elaborado por Marta Roig, psicóloga de la Unidad de Obesidad de Quirónsalud Valencia.
Puedes solicitar información a nuestros profesionales de Quirónsalud Alicante y Murcia.
Este concepto describe un conjunto de creencias, emociones negativas y conductas por las que un individuo o grupo social siente rechazo hacia las personas con sobrepeso u obesidad o siente miedo a serlo.
Entre las consecuencias más destacables cabe mencionar, el rechazo social. Las personas con obesidad pueden llegar a desarrollar conductas de evitación por las que dejan de salir en ciertos entornos, comprar ropa, hacerse fotos, participar en redes sociales, buscar activamente pareja, evitar exámenes de salud, mirarse en los espejos e incluso postularse a ciertos puestos de trabajo disminuyendo, por tanto, las posibilidades de un adecuado desarrollo personal.
La obesidad, entendida como una enfermedad, afecta en la triple vertiente: bio-psico-social.
Por lo que respecta al aspecto psicológico repercute de forma negativa a la valoración que hace la persona con obesidad o sobrepeso de sí misma, por temor o por experiencias previas de rechazo (socialmente, laboralmente o en la búsqueda de pareja afectivo/sexual) y evita por tanto someterse a la evaluación de los demás y puede terminar interiorizando los estereotipos sociales.
La sociedad puede verles como personas "débiles" con poca "fuerza de voluntad" y con frecuencia se les cuestiona lo que están haciendo al respecto de su alimentación y sus hábitos de ejercicio.
Los riesgos desde el punto de vista psicológico pasan por experimentar estados emocionales asociados a la depresión, la culpa o la ansiedad, y el aislamiento social por los que las persona obesa establece una mala relación con la alimentación. Existe un entramado neurobiológico que conecta la alimentación con "centros del placer" cerebral.
El origen es multifactorial, los estudios muestran que puede asociarse a variables biológicas y metabólicas, nivel socioeconómico, género, dieta predominante en la cultura a la que se pertenece, factores emocionales (estrés, depresión, ansiedad), malos hábitos de alimentación desde la infancia, creencias equivocadas acerca de la salud, etc.
En nuestra sociedad actual la importación de modelos de comida rápida y procesada, el estrés que lleva a no dedicar tiempo a la dieta adecuada (planificación de comidas y compra) y a malos hábitos desde la infancia (ej. premiar con comida) favorecen la obesidad.
Si algo es clave para nuestra autoestima y sentirnos a gusto con nosotros mismos es la relación con nuestro cuerpo.
Enfocar el autocuidado como mejora de salud no sólo de cambios estéticos, establecer objetivos pequeños y saludables en el cambio de alimentación y de actividad física para asegurarnos de no medir los resultados en función de kilos perdidos, sino en función de objetivos saludables conseguidos, así como aprender nuevas estrategias de afrontamiento ante los estados de ánimo negativos que no se asocian con la alimentación, pueden favorecer una mejor relación con tu imágen.
En muchos casos la tristeza u otras emociones como la ansiedad pueden ser las desencadenantes de una relación inadecuada con la comida, pero también son la consecuencia de no encontrarse bien por el sobrepeso, entrando así en un bucle: las emociones negativas nos llevan a comer de forma inadecuada y comer de forma inadecuada aumenta nuestro malestar emocional.
A corto plazo comer puede hacernos sentir bien o más relajados pero a medio y largo plazo aparece la culpa de no estar haciendo lo correcto. Así cada vez el paciente con sobrepeso se siente más lejos de su objetivo aumentando la sensación de fracaso.
Texto elaborado por Roció Práxedes y Carlos Sala de la Unidad de Obesidad de Quirónsalud de Valencia.
La Organización Mundial de la Salud define el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos.
Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2).
En el caso de los adultos, hablamos de sobrepeso (SP) cuando el IMC es igual o superior a 25 y menor de 30. Y de obesidad (OB) cuando el IMC es igual o superior a 30. Por lo tanto, SP y OB son dos términos diferentes.
El sobrepeso y la obesidad pueden causar un impacto negativo, dañino, crónico y, si se trata tardíamente, irreversible sobre el estado de salud de las personas.
El Instituto de Investigación para el Desarrollo de la Nutriología resume los riesgos o consecuencias de presentar exceso de peso:
Además, el sobrepeso y la obesidad también condicionan la aparición de apnea del sueño, problemas cardiovasculares, problemas articulares, dermatológicos, renales y psicosociales, muy difíciles de tratar.
La obesidad está asociada con una respuesta fallida frente a las vacunas y la respuesta frente a agentes virales. La pandemia por la COVID-19 ha desnudado de la peor manera todo el daño que la obesidad puede ejercer sobre el cuerpo y el riesgo elevado de complicaciones que el paciente con obesidad puede presentar.
Además, todas estas alteraciones condicionan un mayor riesgo de padecer algunos cánceres, hasta 8 veces más, sobre todo de boca, faringe y laringe, hígado, riñón, esófago, estómago, próstata, vesícula, páncreas, mama, colon, ovario y endometrio.
La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas.
Un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa y/o azúcar, un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización.
A menudo los cambios en los hábitos alimentarios y de actividad física son consecuencia de cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo y de la falta de políticas de apoyo en sectores como la salud; la agricultura; el transporte; la planificación urbana; el medio ambiente; el procesamiento, distribución y comercialización de alimentos, y la educación.
El tratamiento del sobrepeso y la obesidad requieren un abordaje multidisciplinar que abarque tratamiento dietético, ejercicio físico y modificación de la conducta, siendo en ocasiones necesaria la utilización de fármacos o la cirugía bariátrica.
El índice de masa corporal (IMC) es la más simple, rudimentaria, poco sensible pero ampliamente utilizada herramienta para clasificar el estado antropométrico de los individuos.
Es importante conocer la cantidad y la distribución de la grasa corporal. El aumento de la masa grasa en el tronco es un factor de riesgo metabólico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece el valor máximo saludable del perímetro abdominal en 88 centímetros en la mujer, mientras que en el hombre el valor es de 102 centímetros.
La bioimpedancia eléctrica es una técnica que nos permite analizar la composición corporal y diferenciar entre masa grasa y masa libre de grasa.
Sin lugar a dudas, el cambio de hábitos de vida es la base del tratamiento del sobrepeso y de la obesidad.
En el plano individual, las personas pueden optar por: limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares; aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos; y realizar actividad física periódica, al menos 150 a 300 minutos de actividades aeróbicas moderadas a la semana, o bien, 75 a 150 minutos si son ejercicios más intensos, y además, 2 o más días de actividades de fuerza.
La responsabilidad individual solo puede tener pleno efecto si las personas tienen acceso a un modo de vida sano. En este sentido, compartimos responsabilidades políticos, docentes, sanitarios e industria alimentaria. Los profesionales sanitarios debemos basar nuestros tratamientos en la evidencia científica, la deontología y la calidad humana.
En algunos pacientes seleccionados, además de reforzar el cambio de hábitos, puede estar indicado el apoyo terapéutico con análogos de GLP-1 (Semaglutida o Liraglutida), o el Balón Intragástrico, tanto el endoscópico de 6 meses como el ingerible tipo Elipse.
En términos generales, consideramos que la cirugía bariátrica está indicada en pacientes con un IMC superior a 35 si presentan algunas comorbilidades mayores asociadas (Diabetes, Hipertensión, Dislipemia, Apnea del Sueño, Osteoartritis, déficit de autoestima, etc.) o superior a 40 incluso aún sin manifestar comorbilidades todavía.
En el caso de la Cirugía Metabólica de la Diabetes está indicada en pacientes con IMC superior a 30 y Diabetes tipo 2 con mal control metabólico.
Dada la elevada incidencia de la Obesidad a nivel mundial pandemia – globesidad y diabetes – diabesidad, estos criterios se van flexibilizando, dado que es la mejor, más efectiva y segura propuesta terapéutica posible para los pacientes con obesidad y/o diabetes.
En cuanto a la edad límite para indicar la cirugía bariátrica o metabólica, se establece entre los 18 y los 65 años, sin embargo, debido al gran beneficio que aporta para la salud, se amplía hasta los 70 o 75 años si las comorbilidades son muy invalidantes, y entre los 14 y los 18 años en el entorno de unidades específicas multidisciplinares de obesidad del adolescente como la nuestra en Quironsalud Valencia.
Solicita más información en la unidad de obesidad de Quirónsalud Valencia
Post elaborado por el doctor Jorge Cid, endocrino de Quirónsalud Alicante y Murcia.
A día de hoy la obesidad está relacionada con muchas enfermedades, te contamos sobre algunas de ellas y cómo cuidar tu salud para evitarlo.
El término "obesidad" se refiere a un exceso de grasa. La obesidad es el resultado de un balance energético positivo a largo plazo en el que la ingesta de energía supera el gasto de energía.
Los métodos utilizados para medir directamente la grasa corporal no están disponibles en la práctica diaria. Por esta razón, la obesidad generalmente generalmente se evalúa por el índice de masa corporal (IMC), que es la medida estándar aceptada.
Ésta se calcula dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros (IMC = peso [kg]/ estatura [m2]).
La obesidad es una enfermedad asociada con un aumento significativo de la mortalidad, y se asocia con una notable reducción de la esperanza de vida, y a muchos riesgos para la salud, incluida la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión, la dislipidemia y la cardiopatía coronaria.
La obesidad y el aumento de la adiposidad central se asocian con una mayor morbilidad además de una mayor mortalidad. De hecho, la obesidad ha superado al tabaquismo como la causa número uno de enfermedades y discapacidades prevenibles.
Se han identificado más de 230 comorbilidades y complicaciones de la obesidad, y la pérdida de peso mejorará la mayoría de ellas.
Por ejemplo, las personas con sobrepeso y obesidad tienen un mayor riesgo de hipertensión, hipercolesterolemia y diabetes mellitus en comparación con las personas de peso normal. Además, aumenta el riesgo de desarrollar una enfermedad crónica, como son los cálculos biliares, hipertensión, enfermedades cardíacas, cáncer de colon y accidente cerebrovascular.
Los pacientes obesos presentan un deterioro global de su salud, con mayor prevalencia de dolor, disminución de la movilidad física y de las reacciones emocionales.
Hay una disminución de la movilidad y funcionalidad física, disminución de la autoestima, menor interacción social, actividad sexual.
De hecho, la mayor parte de los trabajos publicados que examinaron el efecto de pérdida de peso a obesos mórbidos a algún tipo de cirugía bariátrica, con seguimiento a 2 años, en todos ellos se pudo observar el impacto positivo que generó sobre mayor funcionalidad, movilidad, autoestima, confianza, actividad sexual, relaciones sociales, y satisfacción en general, tras la cirugía, a pesar de los efectos adversos derivados de la misma.
Las personas con obesidad a menudo están expuestas a la desaprobación pública debido a su peso.
Este estigma se ve en la educación, el empleo, entre otras áreas. Además, a menudo son discriminadas en la contratación y más aún para ocupaciones más exigentes físicamente.
Todo esto acaba en una mayor prevalencia de trastornos psicológicos que pueden acabar en un trastorno como la ansiedad, la depresión, el consumo de alcohol y los trastornos de la alimentación, particularmente el trastorno por atracones.
Si quieres cuidar tu salud y controlar tu peso el equipo de endocrinos de Quirónsalud te ayuda.
Texto elaborado por Rocío Práxedes, dietista-nutricionista de la Unidad de Obesidad de Quirónsalud Valencia.
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El verano es una época en la que solemos disfrutar de vacaciones, viajes y momentos de relajación. Sin embargo, también puede ser un desafío para mantener una alimentación saludable y evitar ganar peso. En este post, el equipo de nutricionistas de Quirónsalud te ofrecen algunas claves para cuidar tu peso durante los meses estivales.
No existen varitas mágicas, el peso corporal se mantiene si las calorías que se ingieren son las mismas que se gastan, y, sabiendo esto, puede ser útil preguntarnos: con qué frecuencia comemos durante las vacaciones fuera de nuestra casa o segunda residencia, si nuestra vida social está relacionada siempre con la comida, qué elecciones hacemos en estas situaciones, cuánto comemos, qué tipo de alimentos, y por qué motivo lo hacemos. Si queremos encontrarnos con un amigo que hace mucho tiempo que no vemos, podemos hacer planes con esa persona que no sean alrededor de una mesa. Si nuestra idea es salir a tomar solo un refresco, no tenemos necesariamente que acompañarlo de un aperitivo. Si un día salimos a comer, podemos optar por alimentos reales en la elección del menú, así como decidir qué número de platos pedir.
La oferta de platos que contienen alimentos sanos en verano es más amplia, podemos encontrar ensaladas, gazpachos, zumos, smoothies y frutas de temporada. Y en la costa, resulta fácil comer pescado, marisco y moluscos. Pero también es importante la forma de cocinar y presentar estos alimentos, elegir técnicas culinarias que utilicen poca grasa, aunque sea aceite de oliva, y evitar la adición de azúcar a las bebidas refrescantes, estas elecciones pueden ser claves para evitar el aumento de peso durante el verano.
Sin duda, estar hidratos es clave para el funcionamiento de nuestro organismo, y más en verano, por tanto, empieza el día con agua.
Otra alternativa al agua es acompañar las comidas con bebidas de frutas y verduras sin añadir azúcar. Puedes elaborar bebidas frías con frutas e infusiones de primera calidad en casa tú mismo (por ejemplo, té con edulcorante y hierbabuena) . Otra opción refrescante es preparar helados caseros con frutas que aporten dulzor y lácteos desgrasados. Las frutas y las verduras son ricas en agua y fibra, si incluimos al menos cinco raciones al día será más fácil controlar las raciones de otros grupos de alimentos y prevenir el aumento de peso en verano.
La clave es no buscar sustitutos para el agua, esa es la primera estrategia para beber menos alcohol, aunque la indicación no sea música para nuestros oídos.
Limitar el alcohol a los días y comidas más especiales, para que no sea un consumo diario ni habitual.
Empezar la velada con agua y reservar la cerveza o el vino para el plato principal, es otra medida para consumir menos etanol.
Servir el vino con gaseosa u optar por tamaños de cerveza más pequeños.
Evitar o al menos reducir las bebidas de alta graduación alcohólica.
En cualquier caso, cuando no pueda evitarse beber alcohol, la recomendación será hacer un consumo ocasional y racional.
El mindfulness es una práctica que puede ayudarnos a conectar con el presente y con nosotros mismos, a disfrutar del momento de la comida con los cinco sentidos e identificar las señales fisiológicas de hambre y saciedad que todos tenemos, aprovechemos el verano para detenernos y cuidar de nosotros.
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