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  • Contractura de Dupuytren: cuando los dedos dejan de estirarse

    La contractura de Dupuytren es una enfermedad que afecta a la palma de la mano y que, con el tiempo, puede impedir que los dedos se estiren con normalidad. Aunque su evolución suele ser lenta y sin dolor, puede limitar de forma importante las actividades cotidianas, como escribir, lavarse las manos o simplemente apoyar la palma sobre una mesa.

    DupuytrenDupuytren

    ¿Qué es la contractura de Dupuytren?

    Es una enfermedad progresiva que provoca el engrosamiento de una capa de tejido justo bajo la piel de la palma de la mano. Ese tejido, al endurecerse, forma una especie de cuerda que tira de los dedos hacia dentro, causando que queden flexionados de forma involuntaria.

    Aunque puede afectar a cualquier dedo, suele empezar por el anular o el meñique, y generalmente en la mano dominante. Puede afectar una o ambas manos.

    ¿Cuáles son los síntomas?

    Los síntomas aparecen poco a poco y sin dolor. Las principales señales son:

    • Formación de nódulos (pequeños bultos) en la palma.
    • Aparición de cordones duros bajo la piel.
    • Dificultad para estirar los dedos.
    • Imposibilidad de apoyar la palma completamente sobre una superficie plana.

    ¿Cómo evoluciona la enfermedad?

    - Fase inicial: se notan bultos duros o nódulos en la palma. Puede haber una ligera molestia al tacto.

    - Fase media: aparecen cuerdas más marcadas bajo la piel que comienzan a retraer los dedos.

    - Fase avanzada: los dedos quedan doblados hacia la palma y ya no pueden estirarse, lo que limita el uso normal de la mano.

    ¿Por qué aparece?

    La causa exacta se desconoce, pero hay varios factores que aumentan el riesgo:

    • Edad: más frecuente a partir de los 50 años.
    • Antecedentes familiares.
    • Origen nórdico o europeo.
    • Diabetes.
    • Consumo de alcohol o tabaco.

    No se debe a golpes ni al uso excesivo de las manos.

    ¿Cómo se diagnostica?

    Un médico traumatólogo puede diagnosticarla con una exploración física. No suele ser necesario hacer pruebas de imagen, salvo que se sospeche de otras patologías asociadas.

    Una prueba sencilla es la "prueba de la mesa": si el paciente no puede apoyar completamente la palma sobre una superficie plana, puede haber una contractura significativa.

    ¿Qué tratamientos existen?

    Depende del grado de avance de la enfermedad. En fases tempranas puede que solo se necesite observación o fisioterapia. Cuando ya afecta la funcionalidad de la mano, existen varios tratamientos posibles:

    1. Tratamiento con agujas (fasciotomía percutánea). Se utiliza en fases leves. Consiste en insertar una aguja fina para romper el cordón que retrae los dedos. Es una técnica poco invasiva y permite una rápida recuperación.

    2. Cirugía abierta. Se recomienda en casos más avanzados. El objetivo es eliminar el tejido engrosado. La recuperación es algo más lenta que con el tratamiento con agujas.

    3. Cirugía mínimamente invasiva (artroscopia de mano). Es la técnica más moderna. A través de pequeñas incisiones, se actúa sobre el tejido afectado. Tiene muchas ventajas: menos dolor, cicatrices más pequeñas, menor riesgo de complicaciones y una recuperación más rápida.

    ¿Cuándo conviene operar?

    La cirugía suele recomendarse cuando la contractura interfiere en tareas básicas. El traumatólogo valorará cada caso y explicará si compensa intervenir o seguir con tratamiento conservador.

    ¿Qué papel tiene la fisioterapia?

    Los ejercicios dirigidos pueden ayudar a mantener la movilidad y prevenir que la contractura avance más rápido. Se utilizan estiramientos suaves, ejercicios con pelotas blandas y masajes para mejorar la flexibilidad. No sustituyen al tratamiento médico, pero son un complemento útil, sobre todo tras la cirugía.

  • Calambres musculares

    Calambres muscularesCalambres musculares

    ¿Por qué se producen los calambres musculares y cómo podemos evitarlos?

    Es probable que alguna vez hayas sentido un dolor repentino y fuerte en un músculo, como si este se contrajera sin razón aparente. Ese dolor tan intenso, aunque pasajero, se conoce como calambre muscular, y es algo bastante común.

    Aunque solemos restarle importancia -con un simple "es solo un calambre"-, lo cierto es que pueden interferir con nuestras actividades diarias o incluso despertar a alguien en mitad de la noche. Por eso, en este artículo vamos a explicar qué son, por qué ocurren y cómo podemos prevenirlos o tratarlos

    ¿Qué es un calambre muscular?

    Un calambre muscular es una contracción involuntaria y dolorosa de un músculo, que impide relajarlo de forma inmediata. Puede durar desde unos segundos hasta varios minutos y, aunque no suele tener consecuencias graves, sí deja una sensación molesta o de fatiga en el músculo afectado.

    Los calambres suelen aparecer en las piernas, especialmente en las pantorrillas y los muslos, aunque también pueden sentirse en pies, manos o brazos. Son más frecuentes después del ejercicio físico o por la noche, cuando estamos en reposo.

    Tipos de calambres más frecuentes

    Aunque todos los calambres tienen en común la contracción repentina de un músculo, pueden clasificarse según su causa o el momento en que aparecen:

    • Calambres nocturnos: ocurren mientras dormimos, sobre todo en las piernas. Están relacionados con la deshidratación, el déficit de minerales o problemas de circulación.
    • Calambres tras esfuerzo físico: se presentan después de hacer ejercicio o por fatiga muscular. Son comunes en personas activas o deportistas.
    • Calambres viscerales: afectan a los músculos involuntarios, como los del intestino o el útero, y pueden aparecer durante el ciclo menstrual o por problemas digestivos.

    ¿Qué puede provocar los calambres?

    Las causas de los calambres no siempre están claras, pero algunos factores comunes que pueden desencadenarlos son:

    • Esfuerzo físico excesivo: hacer deporte sin calentar, entrenar en exceso o estar muchas horas de pie puede sobrecargar los músculos.
    • Posturas mantenidas: estar sentado o de pie en una misma posición durante mucho tiempo también puede desencadenar calambres.
    • Falta de minerales: niveles bajos de potasio, magnesio o calcio, muchas veces por una alimentación inadecuada o por el uso de diuréticos.
    • Problemas circulatorios: una mala circulación puede reducir el flujo de oxígeno a los músculos, favoreciendo las contracciones.
    • Algunas enfermedades: como la estenosis lumbar, que afecta los nervios en la zona baja de la espalda, y puede causar calambres en las piernas.

    ¿Quiénes tienen más riesgo?

    Algunas personas son más propensas a sufrir calambres musculares, especialmente, las personas mayores de 60 años, ya que la pérdida de masa muscular con la edad hace que los músculos se fatiguen antes; los deportistas, pues al sudar, pierden líquidos y sales minerales, lo que puede facilitar los calambres, y las embarazadas, por los cambios hormonales, el aumento de peso y la presión sobre los nervios, especialmente durante el tercer trimestre.

    Consejos para prevenir los calambres musculares

    • La mejor manera de tratar los calambres es prevenirlos. Aquí tienes algunas recomendaciones sencillas que puedes aplicar en tu día a día:
    • Mantente bien hidratado: bebe agua de forma regular, no solo cuando tengas sed. Una orina muy oscura puede ser señal de deshidratación.
    • Estira antes y después de hacer ejercicio: la elongación ayuda a mantener los músculos flexibles y en buen estado.
    • Descansa adecuadamente: no sobrecargues tus músculos. Si haces ejercicio intenso, alterna los días o reduce la duración.
    • Cuida tu calzado: un zapato inadecuado puede generar tensión muscular sin que te des cuenta.
    • Come equilibradamente: incorpora alimentos ricos en potasio, magnesio y calcio como plátanos, frutos secos, espinacas, legumbres y lácteos.

    ¿Qué hacer si ya tienes un calambre?

    Cuando el calambre aparece, lo más efectivo es estirar suavemente el músculo afectado y masajear la zona con las manos o aplicar calor local. Si el dolor persiste, descansar unos minutos y evitar cargar peso sobre la zona.

    En casos más persistentes o si los calambres se repiten con frecuencia, es recomendable acudir al médico. A veces, puede ser necesario hacer un análisis para detectar desequilibrios minerales o revisar tratamientos en curso.

    ¿Cuándo consultar con un especialista?

    Si los calambres se vuelven muy frecuentes, aparecen sin razón aparente o interrumpen tu sueño o tus actividades diarias, no lo dejes pasar. Puede ser una señal de que algo más está afectando tus músculos.

    En Quironsalud, nuestros especialistas en medicina deportiva y traumatología pueden ayudarte a identificar la causa y recomendarte el tratamiento más adecuado, ya sea a través de fisioterapia, ajustes en la dieta o estudios más específicos.

  • Lesiones del hueso astrágalo: todo lo que debes saber

    El pie es una de las estructuras más importantes del cuerpo humano, ya que nos permite mantenernos en movimiento. Sin embargo, su constante uso lo expone a lesiones, especialmente en el hueso astrágalo, un componente clave para la estabilidad y movilidad del tobillo. En este artículo, profundizamos en las causas, síntomas, tipos de lesiones y tratamientos disponibles para las afecciones relacionadas con este hueso.

    AstrágaloAstrágalo

    El astrágalo: un pilar en la biomecánica del pie

    El astrágalo, también conocido como hueso del tarso, es un hueso pequeño pero fundamental en la anatomía del pie. Se encuentra en la parte superior del pie, conectando la pierna con el resto del pie, y desempeña funciones esenciales como:

    • Soportar el peso del cuerpo: Distribuye las fuerzas al caminar, correr o saltar.
    • Facilitar el movimiento: Permite la flexión, extensión y rotación del tobillo.
    • Mantener la estabilidad: Contribuye al equilibrio y la alineación del pie.
    • Amortiguar impactos: Actúa como un amortiguador natural durante actividades de alto impacto.

    Tipos de lesiones del astrágalo

    Las lesiones del astrágalo pueden clasificarse según su origen y gravedad. Las más comunes incluyen:

    1. Lesiones traumáticas:
      • Fracturas: Causadas por impactos directos, como caídas o accidentes deportivos.
      • Luxaciones: Desplazamiento del hueso de su posición normal, a menudo acompañado de daño ligamentario.
    2. Lesiones por sobrecarga:
      • Fracturas por estrés: Resultado de tensiones repetitivas, comunes en corredores o deportistas.
      • Microfracturas: Pequeñas fisuras en el hueso debido a un uso excesivo.
    3. Lesiones degenerativas:
      • Osteoartritis: Desgaste del cartílago articular, que puede afectar el astrágalo con el tiempo.
      • Osteonecrosis: Muerte del tejido óseo debido a la falta de flujo sanguíneo.
    4. Lesiones asociadas a enfermedades sistémicas:
      • Artritis reumatoide: Enfermedad inflamatoria que puede dañar las articulaciones del pie.
      • Gota: Acumulación de cristales de ácido úrico que afecta las articulaciones.

    Síntomas de una lesión en el astrágalo

    Las lesiones del astrágalo suelen manifestarse con síntomas claros que permiten identificarlas de manera temprana. Entre los más destacados se encuentran:

    • Dolor intenso: Especialmente al caminar o apoyar el pie.
    • Hinchazón y enrojecimiento: La inflamación alrededor del tobillo es un signo común.
    • Hematomas: Moretones o decoloración en la zona afectada.
    • Limitación de movimiento: Dificultad para mover el tobillo o realizar actividades normales.
    • Inestabilidad: Sensación de que el tobillo "cede" al intentar caminar.

    Causas de las lesiones del astrágalo

    Las lesiones en este hueso pueden ser el resultado de diversos factores, entre los que destacan:

    • Traumatismos: Caídas, golpes directos o accidentes deportivos.
    • Sobrecarga repetitiva: Actividades que implican movimientos repetitivos o de alto impacto.
    • Calzado inadecuado: Zapatos que no brindan soporte o amortiguación suficiente.
    • Factores anatómicos: Malformaciones o alteraciones en la estructura del pie.
    • Enfermedades sistémicas: Condiciones como la artritis o la gota que afectan las articulaciones.

    Tratamiento de las lesiones del astrágalo

    El tratamiento de las lesiones del astrágalo depende de su gravedad y tipo. A continuación, se describen las opciones más comunes:

    1. Tratamientos no quirúrgicos:
      • Reposo y elevación: Reducen la inflamación y favorecen la curación.
      • Fisioterapia: Ejercicios para recuperar la movilidad y fortalecer los músculos circundantes.
      • Medicación: Antiinflamatorios para aliviar el dolor y la hinchazón.
      • Inmovilización: Uso de férulas, yesos o botas ortopédicas para proteger el hueso.
    2. Tratamientos quirúrgicos:
      • Reducción abierta y fijación interna: Para fracturas graves que requieren realineación y estabilización con placas o tornillos.
      • Artroscopia: Procedimiento mínimamente invasivo para reparar daños en los tejidos blandos.
      • Fusión articular: En casos de artritis avanzada, se fusionan los huesos para reducir el dolor.

    Tiempo de recuperación

    El tiempo de recuperación varía según la gravedad de la lesión:

    • Lesiones leves: Esguinces o fracturas por estrés pueden sanar en 4 a 6 semanas con tratamiento conservador.
    • Lesiones moderadas: Fracturas simples pueden requerir entre 8 y 12 semanas de inmovilización y rehabilitación.
    • Lesiones graves: Fracturas complejas o cirugías pueden necesitar varios meses para una recuperación completa.

    Prevención de lesiones del astrágalo

    Para minimizar el riesgo de lesiones en el astrágalo, es recomendable seguir estas pautas:

    • Utilizar calzado adecuado para cada actividad, especialmente durante el deporte.
    • Evitar sobrecargar el pie con actividades repetitivas sin descanso.
    • Fortalecer la musculatura del pie y el tobillo mediante ejercicios específicos.
    • Realizar calentamientos antes de actividades físicas intensas.
  • Fractura de tibia y peroné: guía completa sobre síntomas, tratamiento y recuperación

    Fractura tibia y peronéFractura tibia y peroné

    Las fracturas óseas pueden ser complicadas y demandar atención profesional para garantizar una recuperación adecuada. Entre las más frecuentes en traumatología se encuentran las fracturas de tibia y peroné, lesiones que requieren un enfoque médico integral para prevenir complicaciones y asegurar el restablecimiento de la funcionalidad.

    ¿Qué implica una fractura de tibia y peroné?

    Una fractura de tibia y peroné ocurre cuando ambos huesos largos de la pierna sufren una lesión que puede ir desde fisuras simples hasta fracturas complejas con múltiples fragmentos. Estas lesiones suelen estar asociadas con accidentes automovilísticos, caídas severas o actividades deportivas de alto impacto.

    Atender este tipo de fracturas a tiempo es esencial para evitar problemas secundarios y garantizar una buena evolución.

    Indicadores de una fractura de tibia y peroné

    Reconocer los signos de una fractura en la pierna puede marcar la diferencia en el pronóstico del paciente. Si tras un accidente o golpe en la zona observas algunos de estos síntomas, es crucial buscar ayuda médica:

    • Dolor intenso y persistente: Particularmente al intentar mover la pierna o cargar peso sobre ella.
    • Hinchazón y hematomas: El área afectada puede presentar inflamación y cambios de coloración, como tonos azulados o morados.
    • Deformidad: En casos graves, se percibe una alteración evidente en la forma de la pierna.
    • Dificultad de movimiento: El dolor puede limitar la capacidad de caminar o realizar movimientos normales.
    • Sensibilidad al tacto: Incluso una ligera presión sobre la zona puede causar molestias.
    • Sonido de crepitación: Al mover la pierna, podrían percibirse ruidos derivados del roce entre fragmentos óseos.

    Métodos de diagnóstico

    Para confirmar el tipo y la gravedad de la fractura, los profesionales emplean diversas herramientas de diagnóstico:

    1. Evaluación física: Inspección inicial de la pierna para identificar hinchazón, deformidades o sensibilidad.
    2. Radiografías: Método fundamental para detectar fracturas y evaluar la alineación ósea.
    3. Tomografía computarizada (TC): Proporciona imágenes detalladas, útil en lesiones complejas.
    4. Resonancia magnética (RM): Complementa el diagnóstico al analizar daños en tejidos blandos asociados.
    5. Ultrasonido: Aunque menos común, puede ser útil en ciertas situaciones, como fracturas pediátricas.

    Opciones de tratamiento

    El tratamiento de fracturas de tibia y peroné varía según la complejidad de la lesión y las características del paciente. Los enfoques más comunes incluyen:

    • Inmovilización: Uso de férulas, yesos o botas ortopédicas en fracturas estables.
    • Reducción cerrada: Realineación de fragmentos óseos sin cirugía, realizada bajo anestesia.
    • Intervención quirúrgica: Para fracturas severas, se emplean técnicas como fijación interna (placas o tornillos) o externa.
    • Rehabilitación: Terapias físicas para recuperar movilidad y fortalecer la pierna tras el tratamiento inicial.

    Tiempo de recuperación

    La curación de una fractura de tibia y peroné suele llevar entre 3 y 6 meses, dependiendo de factores como la gravedad de la lesión, el tratamiento y la condición general del paciente. Seguir las indicaciones médicas y asistir a sesiones de rehabilitación son pasos clave para una recuperación completa.

    Cirugías mínimamente invasivas

    En casos donde se requiere intervención quirúrgica, las técnicas de cirugía mínimamente invasiva ofrecen ventajas significativas, como una recuperación más rápida y menor riesgo de complicaciones. Estas técnicas son una excelente opción para reducir el impacto del procedimiento en los tejidos circundantes.

    Importancia de un manejo especializado

    Contar con especialistas en traumatología es esencial para obtener el mejor diagnóstico y tratamiento. Los beneficios de acudir a centros especializados incluyen:

    • Evaluaciones precisas y planes de tratamiento personalizados.
    • Uso de tecnologías avanzadas y métodos actualizados.
    • Seguimiento constante para ajustar el tratamiento según la evolución del paciente.

    Si experimentas una fractura de tibia y peroné, asegúrate de buscar atención profesional y seguir las recomendaciones médicas para garantizar una recuperación exitosa.

  • Lesiones y fracturas en los dedos del pie: síntomas, diagnóstico y tratamiento

    Lesiones dedos pieLesiones dedos pie

    En el día a día, tropezar o golpear los dedos del pie es un accidente común que puede ocasionar molestias leves o, en casos más serios, lesiones importantes como fracturas. Reconocer los signos que indican la necesidad de atención médica es crucial para un tratamiento eficaz.

    Traumatismos en los dedos del pie

    Los traumatismos en los dedos del pie suelen ser el resultado de golpes o tropiezos accidentales. Si bien la mayoría de estos incidentes no generan consecuencias graves, en algunos casos pueden derivar en lesiones significativas como esguinces, fisuras o fracturas.

    Los traumatismos más leves generalmente provocan dolor pasajero y ligera inflamación, que desaparecen con cuidados básicos como reposo o la aplicación de hielo. Sin embargo, cuando el dolor es intenso, la hinchazón persiste o aparecen hematomas significativos, podría tratarse de una lesión más seria que requiere evaluación médica.

    Fracturas en los dedos del pie

    Las fracturas en los dedos del pie son relativamente comunes y pueden ser provocadas por caídas, impactos contundentes o movimientos bruscos. Estas fracturas pueden clasificarse según su severidad:

    • Fisuras leves: Pequeñas fracturas que afectan solo una parte del hueso.
    • Fracturas complejas: Lesiones que involucran desplazamientos óseos o múltiples líneas de fractura.

    Es importante no ignorar los signos de una posible fractura. El dolor agudo, persistente, acompañado de hinchazón y dificultad para mover el dedo son indicadores claros de una lesión significativa. En algunos casos, puede haber deformidades visibles, como cambios en la forma del dedo o hematomas extensos.

    Cómo saber si tienes una fractura en un dedo del pie

    Distinguir entre un golpe menor y una fractura es esencial para tomar medidas apropiadas. Algunas señales comunes de fractura incluyen:

    1. Dolor intenso y prolongado: A diferencia de un golpe, donde el dolor suele disminuir gradualmente, en una fractura el malestar persiste.
    2. Inflamación notable: Una hinchazón significativa alrededor del dedo afectado puede ser un indicio de fractura.
    3. Cambio en el color o forma del dedo: Aparición de hematomas o deformidades visibles.
    4. Dificultad para caminar: La incapacidad de apoyar el pie afectado es un síntoma común en fracturas más graves.

    Ante cualquiera de estos síntomas, es importante acudir a un traumatólogo. Un diagnóstico temprano ayuda a prevenir complicaciones y facilita una recuperación adecuada.

    Diagnóstico de fracturas en los dedos del pie

    Para confirmar una fractura, el médico suele realizar un examen físico inicial seguido de pruebas de imagen, como radiografías. Estas imágenes permiten determinar la ubicación y gravedad de la lesión.

    En casos más complejos, donde hay dudas sobre el alcance del daño, se pueden requerir estudios adicionales como tomografías. El diagnóstico preciso es fundamental para definir el tratamiento más adecuado y evitar complicaciones a largo plazo.

    Tratamiento para lesiones y fracturas en los dedos del pie

    El manejo de los traumatismos y fracturas en los dedos del pie depende de la gravedad de la lesión:

    1. Lesiones leves:
      • Reposo: Evitar actividades que ejerzan presión sobre el pie afectado.
      • Hielo: Aplicar compresas frías para reducir la inflamación.
      • Compresión: Usar vendajes elásticos para disminuir el hinchazón.
      • Elevación: Mantener el pie elevado para mejorar la circulación y reducir la inflamación.
    2. Fracturas simples:
      • Inmovilización: Uso de férulas o un vendaje especial para proteger el dedo fracturado mientras sana.
      • Medicación: Analgésicos para aliviar el dolor.
    3. Fracturas complejas:
      • Yeso: En lesiones más graves, puede ser necesario inmovilizar todo el pie con un yeso.
      • Cirugía: En casos extremos, se requiere intervención quirúrgica para alinear correctamente los huesos y garantizar su recuperación.

    Tiempo de recuperación

    El periodo de recuperación varía según la gravedad de la fractura y el cumplimiento de las indicaciones médicas. En fracturas leves, la recuperación suele durar entre 4 y 6 semanas, mientras que las más complejas pueden requerir varios meses para sanar por completo.

    Es fundamental seguir las instrucciones del médico y asistir a los controles regulares para garantizar que el proceso de sanación progrese adecuadamente.

    Consecuencias de no tratar una fractura en los dedos del pie

    Ignorar una fractura puede derivar en complicaciones graves, como:

    • Deformidades: Una mala alineación de los huesos puede provocar cambios permanentes en la forma del dedo.
    • Dolor crónico: La falta de tratamiento puede causar molestias persistentes a largo plazo.
    • Movilidad limitada: Una fractura mal curada puede dificultar la realización de actividades cotidianas.

    Por ello, es crucial buscar atención médica ante cualquier sospecha de fractura. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado son claves para prevenir problemas futuros.

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Sobre este blog

Blog de los expertos de la Unidad de Traumatología del Dr. Elgeadi, Jefe de Servicio de los Hospitales Quirónsalud San José y Quirónsalud Valle del Henares, con los mejores consejos para tratar y prevenir patologías y lesiones traumatológicas.

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