Quirónsalud
Blog de Salud y bienestar mental del Hospital Quirónsalud Digital
Quizá pueda sonar contradictorio que en una época en la que significantes como «felicidad», «ilusión», «nuevo año», «esperanza», «amor» o «paz» están en el aire, en las imágenes y las luces que decoran las ciudades nos planteemos hablar de cuidar la salud mental.
La tradición cristiana de la Navidad tiene su origen en ciertas fiestas paganas que influyeron en su creación y constituye una serie de rituales y reuniones que invitan al acercamiento entre nuestros seres queridos, que muchas veces, aunque sean queridos, puede llegar a ser complejo y comprometedor compartir espacios. Así, el relieve de ciertos valores e ideales puede derivar en conflictos y tensiones familiares; que muchas veces en nombre del «amor» pueden llegar a herir o hacer daño.
«Navidades: con sus luces, pero no sin sombras. Un año sin amor, un día para amar (Navidad)», dice la letra de la canción escrita por Antonio Martínez Ares, interpretada por Raphael. Una canción que pone en palabras en un esfuerzo de poesía las contradicciones de la desigualdad y la imposibilidad de un ideal de felicidad como un estado permanente. ¿Podemos celebrar, aunque haya infelicidad?
Muchos asumen los compromisos festivos como una ilusión, otros como una obligación, y algunos simplemente no pueden asumirlos, porque el complacer a lo familiar más allá de sí mismos puede desencadenar consecuencias que fracturen lo poco que los une a su familia.
Alegría, entusiasmo, tristeza, nostalgia, rabia, ira o estrés son algunos de los estados emocionales frecuentes durante las festividades, identificarlos es un primer paso para ubicar con qué afecto conectamos y si el estado es producto de nuestras relaciones familiares o es producto de algún suceso traumático, como puede ser la pérdida de seres queridos, rupturas sentimentales, accidentes o contingencias que nos decepcionan.
Si logras ubicar qué causa tu malestar en relación con las navidades un siguiente paso es tomar acción para cuidarte. Primero, optamos por la importancia de conocerse para después dar pasos y procurar hacer algo diferente. En esta línea queremos compartir algunos consejos prácticos para cuidar tu salud mental:
Toma como referencia los momentos difíciles vividos en otros años e intenta construir espacios alternativos de reunión, celebración o encuentro. Aprender de lo vivido es una de las claves fundamentales para tener la sensación de que haciendo cosas diferentes podremos obtener resultados distintos. Dice un refrán «¡Errar es de humanos, rectificar es de sabios!», es decir, la sabiduría sólo es posible tomando referencia de esos momentos difíciles.
Esperar un cambio de los demás nos condena a la decepción, si has de esperar algo diferente empieza con un ángulo distinto, una perspectiva o un simple detalle que permita apostar por producir resultados diferentes. A veces, las experiencias previas nos llenan de certidumbres que se convierten en un oráculo que determina un camino reiterado de malestar. Pensamos el cambio como una noción compleja que si no es de 180 grados no es válido, cuando la mayoría de las veces termina requiriendo sólo de un pequeño cambio de ángulo.
Aunque no lo creas, es un mes muy sensible donde muchas personas consiguen consuelo encontrando un espacio para alojar el malestar sin sentirse juzgados y poder hacer algo bueno para su salud mental. Si te sientes irascible, hipersensible, con nerviosismo e inquietud, con cierta impulsividad, o quizá con tendencia a responder de manera defensiva o evitativa, puede ayudarte hablar de lo que no va bien y, aunque sea Navidad, busca apoyo profesional. En Hospital Quirónsalud Digital permanecemos abiertos durante estas fechas, cuentas con nuestra disponibilidad para atenderte durante todo el mes de diciembre.
Con el cuidado de salud mental en Navidad queremos hacer un llamamiento a reconocer la individualidad y lo propio para hacer lo que es bueno para tu salud, aunque eso no encaje con la tradición familiar: reúnete por separado, celebra la no-vidad, planifica temas de conversación que favorezcan la conexión, prepara ciertas frases que te ayuden a reconducir situaciones que puedan terminar mal. En pocas palabras, retoma el origen pagano de la Navidad y úsalo a tu favor para preservar los lazos familiares.
Dra. Adriana Atencio Antoranz, psicóloga de Hospital Quirónsalud Digital
La agorafobia, comúnmente entendida como miedo a salir o miedo a los espacios abiertos, es un trastorno de ansiedad frecuente, incapacitante y de instalación progresiva en la vida de la persona. Las personas con agorafobia, comienza a evitar cada vez más espacios, se ven superados por la ansiedad, por lo que empiezan a condicionar su vida de manera que no aparezcan sus temidos síntomas, algo que desemboca en un abandono de situaciones cada vez más generalizado. Esta reclusión termina en la imposibilidad de dejar el ámbito del hogar e inicia, frecuentemente, episodios depresivos.
El trastorno de agorafobia, generalmente asociado a aparición de crisis de pánico, aunque puede darse sin ellas, es un trastorno psiquiátrico relacionado con la ansiedad, en el cual, la persona muestra una dificultad significativa para permanecer en espacios en los que la posibilidad de escape, en caso de necesidad, es incierta o no está disponible.
El afectado experimenta una ansiedad elevada que va en escalada, que soporta con mucho malestar o se ve imposibilitado de continuar en la situación. Suelen tener dificultades para salir de casa, alejarse de esta, utilizar coche o transporte público, visitar lugares concurridos, así como lugares nuevos, pasar por puentes, hacer cola en un comercio, permanecer salas de espera, etc.
El miedo central que alimenta el trastorno es la anticipación de ocurrencia de una crisis de ansiedad en dicho lugar, sin posibilidad de poder marcharse ni de buscar ayuda (generalmente de un acompañante) o anticipar la vergüenza que supondría que las demás personas le vieran teniendo esos síntomas.
Los síntomas que se experimentan suelen ser los típicos de la ansiedad:
Estos síntomas suelen aparecer en lugares que poseen las características antes mencionadas (espacios abiertos, con imposibilidad de escape urgente, concurridos). En estas situaciones, la persona suele prever la aparición de estos síntomas, por lo que muchas veces es esta anticipación ansiosa la que facilita que comiencen los signos de ansiedad. Se instaura la dinámica del «miedo al miedo», en la cual, la persona con agorafobia siente ansiedad ante los síntomas de ansiedad, por lo que estos se intensifican y el malestar que generan aumenta.
En la actualidad, se cuenta con tratamientos efectivos y ampliamente apoyados científicamente para poder intervenir en la agorafobia y sus síntomas. El principal objetivo de estos tratamientos va enfocado a que la persona confronte la evitación y tenga menor alarma ante los síntomas de ansiedad.
La terapia cognitivo conductual es la orientación más validada para el tratamiento de la agorafobia, con o sin trastorno de pánico asociado. Desde este programa terapéutico, se trabaja con la persona diversos aspectos:
En resumen, es importante destacar que se cuenta con intervenciones muy eficaces para el abordaje de la agorafobia, por lo que es recomendable poder buscar ayuda de manera ágil. Es un trastorno clínico muy incapacitante en sus etapas más avanzadas, con relación estrecha con trastornos depresivos. La intervención psicoterapéutica requiere de una motivación y colaboración activa por parte de la persona, por lo que es importante la buena comprensión de cómo se instaura y cronifica la agorafobia, la lógica del tratamiento, así como el compromiso con la exposición.
Jose Jiménez González, psicólogo clínico de Hospital Quirónsalud Digital
La depresión infantil es un trastorno emocional que afecta a muchos niños y adolescentes, pero que, a pesar de su prevalencia, sigue siendo una condición a menudo subestimada. La depresión en los más jóvenes puede ser difícil de identificar, ya que sus síntomas no siempre se presentan de la misma manera que en los adultos. Además, si no se aborda adecuadamente, puede tener consecuencias devastadoras tanto en el desarrollo individual del niño como en su entorno familiar. En este artículo, exploraremos las consecuencias de la depresión infantil, analizando tanto sus efectos a corto como a largo plazo, así como sus repercusiones en el núcleo familiar.
La depresión en los niños puede tener un impacto profundo en varias áreas de su vida. Desde el rendimiento académico hasta la calidad de sus relaciones interpersonales, los efectos de este trastorno pueden variar, pero tienden a ser significativos y duraderos. Es fundamental comprender cómo se manifiesta la depresión en los niños para reconocer los riesgos y actuar a tiempo.
A corto plazo, la depresión en los niños puede afectar varios aspectos de su funcionamiento diario. Uno de los primeros síntomas que suelen observarse es la pérdida de interés por actividades que antes eran placenteras, como jugar, practicar deportes o interactuar con amigos. Este aislamiento social y la falta de motivación pueden llevar a una disminución en su rendimiento académico, ya que los niños deprimidos a menudo tienen dificultades para concentrarse, recordar información y completar las tareas.
Los trastornos emocionales también pueden generar cambios en el comportamiento, como irritabilidad, llanto frecuente, alteraciones en el sueño y la alimentación. Algunos niños pueden desarrollar actitudes destructivas o agresivas, mientras que otros pueden volverse excesivamente pasivos y mostrar signos de fatiga constante. Estos cambios en el comportamiento pueden ser desconcertantes tanto para los padres como para los educadores, algo que dificulta la identificación precisa del problema.
El dolor emocional y físico también se presenta comúnmente en la depresión infantil, con quejas como dolores de cabeza, problemas estomacales o malestar general. Estos síntomas a menudo se interpretan como meras molestias físicas, lo que puede llevar a que la depresión pase desapercibida o no se trate de manera adecuada.
Si la depresión infantil no se trata de manera efectiva, sus efectos pueden extenderse durante años y afectar de manera significativa la vida adulta del niño. Los estudios han demostrado que los niños que experimentan depresión a una edad temprana tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar trastornos emocionales más graves en la adolescencia y la adultez, como ansiedad, trastornos de la conducta, o incluso trastornos de personalidad.
A largo plazo, la depresión no tratada puede obstaculizar el desarrollo de habilidades sociales y emocionales esenciales, lo que dificulta la capacidad del niño para establecer relaciones saludables y adaptarse a situaciones sociales complejas. Además, los niños que han atravesado episodios de depresión pueden tener dificultades para confiar en los demás y mantener una autoestima saludable, lo que puede influir negativamente en su bienestar a medida que crecen.
El impacto en el rendimiento académico también puede prolongarse. Muchos niños que atraviesan episodios depresivos en su infancia tienen un rendimiento escolar deficiente, lo que puede limitar sus oportunidades educativas y laborales en el futuro.
La depresión infantil no solo afecta al niño, sino que también tiene repercusiones en toda la familia. Los padres y hermanos de un niño deprimido a menudo experimentan un alto nivel de estrés, frustración y preocupación, ya que pueden sentir que no tienen las herramientas necesarias para ayudar o comprender lo que está sucediendo. Esto puede generar tensiones dentro del hogar, con padres que luchan para encontrar soluciones mientras intentan manejar sus propias emociones.
En algunos casos, los padres pueden desarrollar síntomas de ansiedad o depresión como resultado del sufrimiento de su hijo, lo que crea un ciclo de malestar emocional dentro de la familia. Además, la depresión en los niños puede llevar a que la dinámica familiar se vea alterada, ya que el menor puede volverse más reacio a participar en actividades familiares o a cumplir con las normas del hogar. Las relaciones entre hermanos también pueden verse afectadas, dado que los hermanos de un niño deprimido pueden sentir celos, frustración o desinterés debido a la atención desproporcionada que el niño deprimido recibe.
La depresión infantil, en definitiva, es una condición compleja que tiene profundas implicaciones tanto para el niño como para su familia. Los efectos inmediatos incluyen dificultades emocionales, sociales y académicas, mientras que las consecuencias a largo plazo pueden influir negativamente en la vida adulta del niño. Asimismo, el impacto emocional en la familia es significativo, ya que se crean tensiones que pueden complicar aún más la situación. Es crucial que los padres, los educadores y los profesionales de la salud mental trabajen en conjunto para identificar y tratar la depresión infantil a tiempo, con el fin de minimizar sus efectos y apoyar el desarrollo saludable del niño. La intervención temprana es clave para evitar consecuencias graves y promover una recuperación efectiva.
Joan Francesc Serra Pla, psicólogo clínico especialista en infanto-juvenil, adjunto en Hospital Quirónsalud Digital
El trauma psíquico alude a una serie de alteraciones psicológicas que ocurren tras la exposición a uno o varios estresores de extrema magnitud, concretamente se refiere a la exposición a un acontecimiento(s) que implique muerte real, o peligro de muerte, lesiones graves o violencia sexual. Esta experiencia puede ser vivida en primera persona, ser testigo mientras les ocurre a otros, o tener conocimiento de que a alguien de la familia o a un amigo le ha ocurrido un acontecimiento que implique su muerte real, o amenaza de muerte y el acontecimiento tiene un carácter violento o accidental (APA, 2013).
También puede ocurrir tras experimentar repetidamente o exponerse a situaciones extremas a detalles aversivos del acontecimiento o acontecimientos (por ejemplo, personal de emergencias que recogen restos humanos).
Los estresores que más trauma generan son aquellos que proceden de la violencia interpersonal (agresión sexual, violación y abusos en la infancia).
Los aspectos nucleares de expresión del trauma psíquico se pueden agrupar en cuatro grandes áreas:
A este conjunto de síntomas se llama trastorno de estrés postraumático, su duración es superior a un mes y puede presentarse de forma demorada, meses o incluso años después.
El trastorno por estrés agudo presenta las mismas características, pero su duración es entre los 3 días tras el acontecimiento hasta las cuatro semanas posteriores.
Ambos tipos de entidades pueden presentar síntomas disociativos (experienciarse como un observador externo de su propio cuerpo o procesos mentales, o vivenciar la realidad como si fuera una película, sensación de que el tiempo pasa muy despacio, entre otros)
Mas recientemente la CIE-11 (OMS, 2019) ha incorporado al grupo de los trastornos relacionados con el estrés postraumático (TEPT), el trastorno de estrés postraumático complejo, que puede desarrollarse tras la exposición prolongada o repetitiva a eventos de naturaleza horrible y amenazante de los que resulta difícil escapar (por ejemplo, tortura, esclavitud, violencia doméstica prolongada, abuso sexual o físico repetido en la infancia).
El síndrome incluye los síntomas de TEPT antes nombrados, pero además se producen problemas en la regulación de las emociones, creencias negativas a cerca de uno mismo como disminuido, derrotado, sin valor, con culpa y vergüenza en relación con el evento traumático, así como dificultad para mantener relaciones y sentirse cerca de los demás.
No todas las personas que se expongan a acontecimientos traumáticos van a desarrollar trauma psíquico, se estima que esto ocurre en el 15 – 30 % de personas tras la experiencia del acontecimiento.
Aquellos estresores dónde interviene la intencionalidad humana, como violación, el combate o los desastres naturales generados por el ser humano, son los más difíciles de integrar, por lo que producen con mayor probabilidad trauma.
El apoyo social tras el acontecimiento juega un papel muy importante de amortiguación, si lo hay, o de mayor afectación si no lo hay.
Una vez que aparece el TEPT, si no se trata, tiende a cronificarse.
El tratamiento debe ser realizado por psicólogos clínicos especializados. Un tratamiento mal realizado puede producir incluso el agravamiento de los síntomas.
Los psicofármacos pueden ser de gran utilidad como coadyuvantes para reducir los síntomas asociados al trauma cuando estos son muy desestabilizadores, como puede ser la ansiedad extrema, depresión, insomnio, anorexia, entre otros.
Los tratamientos psicológicos eficaces consisten en la exposición prolongada al recuerdo traumático de forma que la persona pueda integrar en su memoria autobiográfica (en su narrativa vital) el contenido traumático procesado de forma más completa, profunda y contextualizada. La exposición suele acompañarse de técnicas cognitivas que ayuden a la persona a modificar la interpretación del trauma respecto al impacto en su vida, en la concepción del mundo y en su autoconcepto (desmontar cogniciones negativas acerca de sí mismo, del mundo, del futuro). Tras un acontecimiento devastador, en muchas ocasiones tenemos que encontrar un nuevo sentido a la vida que ya no es como era asi como al sufrimiento.
Tras el tratamiento con éxito se consigue una reducción significativa de los síntomas, se recupera la funcionalidad de la persona y en algunas ocasiones la persona describe lo que llamamos "crecimiento postraumático", el cuál es un cambio psicológico positivo experimentado tras superar una gran adversidad, adquiriendo un más alto nivel de funcionamiento y satisfacción vital en relación con uno mismo y en su relación con el mundo.
Dra. Susana Amodeo Escribano, psicóloga especialista en Psicología Clínica
Centro de Salud Mental de Arganzuela, Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
La venganza es un concepto arraigado en la cultura popular debido a las películas, las novelas o las series de televisión. Cuando se habla de este tipo de respuesta ante estímulos externos (reales o supuestos), se suelen tener como referentes personajes de ficción o, a lo sumo, personas que cometieron actos terribles y cuyos casos llegaron a los titulares de los medios de comunicación. Pero, los sentimientos de venganza que presenciamos o sentimos en el día a día suele pasar desapercibida a pesar de ser más común de lo que parece.
La venganza es una respuesta ante la percepción de haber sido herido o agraviado por una persona o grupo de personas. Desde una perspectiva psicológica, surge como una forma de recuperar el equilibrio emocional y satisfacer nuestra ira y rencor. Sin embargo, aunque puede parecer una forma natural de «hacer justicia», a menudo tiene consecuencias importantes tanto a nivel anímico como en nuestras relaciones sociales.
Cuando pensamos en la venganza, nuestra mente entra en un ciclo de rumiación, es decir, repetimos el agravio una y otra vez en nuestra cabeza. La alta carga emocional que supone este proceso corre el riesgo de agotarnos mentalmente si no somos capaces de disolver el bucle por nosotros mismos y encontrar una solución adaptativa alternativa a realizar la venganza.
La venganza suele plantearse como herramienta para recuperar el control y reequilibrar la situación, pero, en realidad, nos deja más atrapados en el dolor del pasado y nos impide contemplar conductas más adaptativas y civilizadas.
En el ámbito emocional, la venganza suele ser impulsada por sentimientos de ira, dolor y humillación. Inicialmente, la ejecución de la venganza puede traer una sensación de alivio o satisfacción temporal, pero a largo plazo, dichos sentimientos son reemplazados por la culpa, la vergüenza o una perpetuación del malestar emocional. Este ciclo puede alimentar un conflicto interno que, en lugar de sanar, exacerba el daño emocional, y lejos, de contribuir a solucionar el conflicto, genera uno nuevo; esta vez, con uno mismo.
Para evitar caer en la trampa de la venganza, es fundamental adoptar mecanismos de autocontrol y regulación emocional como los siguientes:
Francisco Gerecitano Lozano, psicólogo general sanitario en Hospital Digital Quirónsalud
La salud mental influye en las relaciones sociales y en el bienestar emocional. Cuidarla resulta fundamental para alcanzar la serenidad y la calidad de vida que todos buscamos. En este blog, profesionales expertos en psicología y psiquiatría nos invitan a profundizar en los distintos aspectos que influyen en la salud y bienestar mental con el objetivo de comprenderla, cuidarla y desterrar tabúes y estigmas.
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