Quirónsalud
Blog de Salud y bienestar mental del Hospital Quirónsalud Digital
La etapa de transición entre las vacaciones y el regreso a la actividad académica suele suponer un reto tanto para el niño como para los padres, debido a la compleja labor de retomar la estructura diaria y las obligaciones por parte del menor, tras haber pasado unos meses en los que la flexibilidad horaria y las actividades lúdicas estaban en primer término. Esto es especialmente relevante en menores que presentan dificultades atencionales o que son más inquietos, a los cuales les resulta más complicado y precisan de mayor tiempo y orientación para regular su activación cognitiva o física. Dentro de estos últimos, encontramos a aquellos niños con diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Un buen ajuste al horario y la dinámica escolar desde el inicio, facilita el rendimiento académico y sirve de prevención para la aparición de trastornos de conducta disruptiva posteriores.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a cómo el niño puede regular su actividad física y cognitiva. En función de estas dos características, se puede hacer distinción entre TDAH de predominio inatento, de predominio hiperactivo o mixto.
Estos menores se caracterizan por mostrar inquietud motora, dificultades para ajustarse a las normas y los límites que les ponen los adultos, conductas impulsivas, dificultades para mantener la atención en una actividad durante un tiempo prolongado, facilidad para despistarse, frecuentes olvidos, problemas para organizarse o manejar los tiempos y dificultad para tolerar la frustración. A veces, estas condiciones hacen que tengan conflictos tanto con los adultos como con los iguales, apareciendo los trastornos del comportamiento. También, estas características suelen influir en el rendimiento académico, por lo que es común encontrar trastornos del aprendizaje y deterioro en las calificaciones escolares.
La vuelta al colegio supone para los niños con TDAH una ruptura brusca respecto a una etapa en la que se han mantenido, por lo general, libres parcial o totalmente de horarios rutinarios y han tenido actividades más estimulantes (viajes, playa, mayor tiempo de juego, etc.). Recuperar estas rutinas y volver a tener que organizar espacio para las responsabilidades y tareas menos atractivas, puede ser un reto significativo para estos niños, que muestran muchas dificultades para tolerar la frustración y ajustarse a las normas establecidas.
Aunque la etapa estival suele ser más lúdica y con menor estructura, se recomienda a los padres que, aunque flexibilicen rutinas, estas se conserven en un grado suficiente para que los menores puedan seguir manteniendo biorritmos estables. El tratamiento del TDAH es complejo y requiere unas pautas y supervisión adaptadas entre las que se incluyen algunos consejos para ayudar a retomar la rutina:
En conclusión, podemos señalar que la vuelta al cole para los niños con síntomas de TDAH es una etapa crucial para las familias y un potencial estresor dentro del núcleo doméstico. El correcto manejo y comprensión de sus dificultades, garantiza el buen ajuste académico, tanto en el rendimiento como en el comportamiento.
Jose Jiménez González, psicólogo clínico de Hospital Quirónsalud Digital.
Actualmente, estamos viviendo un aumento significativo en las ausencias laborales, muchas de ellas relacionadas con problemas de salud mental. Según la Confederación Española de Pequeña y Mediana Empresa, la tasa de absentismo laboral en España ha subido al 7 %, un porcentaje elevado si se compara con el 5 % registrado antes de la pandemia. Además, la Encuesta Nacional de Salud
de 2021 señala que el 14.3 % de las bajas laborales en nuestro país se deben a problemas psicológicos. Esto destaca la importancia de abordar la salud mental en el entorno laboral.
El absentismo laboral se define como la ausencia de un empleado en su lugar de trabajo, ya sea por causas justificadas (permiso de maternidad o paternidad, enfermedad, mudanza, etc.) o injustificadas.
Los motivos pueden ser diversos, desde problemas de salud física y mental hasta un ambiente laboral tóxico. Entre las más comunes se encuentran el estrés, la ansiedad, la depresión, los problemas familiares y las condiciones de trabajo poco saludables.
También son relevantes el burnout (síndrome de desgaste profesional) y el mobbing (acoso laboral):
Ambas pueden tener graves consecuencias, por ello es necesario tratarlas con una intervención psicológica adecuada y promover un entorno laboral saludable.
El absentismo laboral puede manifestarse de varias maneras:
Entre las diferentes técnicas que se pueden emplear para abordar emocionalmente los problemas que conducen al absentismo laboral, destacan:
En conclusión, el absentismo laboral es un problema complejo que requiere un enfoque integral que tenga en cuenta tanto los factores emocionales como los contextuales. Es fundamental mejorar la calidad de vida de los trabajadores atendiendo a su salud mental y promoviendo un entorno laboral positivo.
Gemma de la Torre, psicóloga general sanitaria en la Unidad de Salud y Bienestar Mental de Hospital Quirónsalud Digital.
En un mundo hiperconectado, en el que miles de mensajes colonizan los espacios más recónditos de nuestras vidas, parece lógico preguntarse cómo desconectar de verdad en vacaciones. Sin embargo, surge ante este deseo cierta paradoja: el ser humano no puede entenderse sin sus vínculos, es decir, de modo natural necesitamos estar conectados con personas, proyectos, lugares e incluso objetos que guardan un valor afectivo para nosotros y nos permiten «anclarnos» a la realidad.
Tal vez por eso, la solución no consista en un «apagado total» de los muchos dispositivos y relaciones que entretejen nuestras vidas, sino de detenernos unos instantes para reenfocar nuestra mirada. Resulta interesante intentarlo, pues tras el anhelo de desconexión puede esconderse el deseo de fortalecer nuestros vínculos esenciales. El alejamiento de responsabilidades sociales y laborales se puede transformar así en un nuevo encuentro con uno mismo y con aquellos ante los que las máscaras son innecesarias. Esta es la propuesta: convertir las vacaciones en un regreso al «hogar», a la intimidad, donde el descanso es posible.
Me gusta pensar en la persona humana como en un árbol frondoso con sus raíces, su tronco, sus ramas robustas y sus pequeñas ramificaciones. Con sus hojas, sus flores y sus frutos que penden de las ramas. El tronco es nuestro yo más profundo que guarda la conciencia y la mirada feliz sobre aquello que somos. Las ramas principales, nuestros seres queridos, nuestra pareja, nuestros hijos y, quizá, un buen amigo; otras ramas secundarias las forman conocidos, lugares y proyectos. Las hojas, las flores y los frutos son nuestros logros, los éxitos grandes o pequeños que vamos alcanzando.
Para descansar auténticamente en vacaciones será necesario encontrar un espacio que permita ampliar nuestra intimidad durante esos días, desprendiéndonos de algunos proyectos, personas y lugares; modos de hacer, obligaciones autoimpuestas y, en definitiva, de esa necesidad de perfección y eficiencia permanentes. Atrevernos a pasear en solitario sin un rumbo fijo, disfrutando del camino, dejar que otros sean protagonistas, permitir y permitirme cometer errores, soportar la imprecisión y la incertidumbre, son propuestas que nos ayudarán a conectar con nosotros mismos.
Para que la mente descanse realmente no es necesario dejarlo todo y emprender una huida hacia delante, sino robustecer nuestro tronco. Una buena manera de conseguirlo es dedicar tiempo a aquello que nos apasiona y que, además, nos define e identifica.
Para llevar a cabo lo anterior, se recomienda seguir algunas directrices que pueden contribuir a un verdadero descanso en vacaciones:
Espero que estas sugerencias, además de las que cada uno quiera añadir junto con la ayuda de un profesional de la salud mental, si es necesario, despierten en nosotros la motivación, la confianza y la certeza de disfrutar de un intenso y merecido descanso vacacional
Mónica Sagardoy Fidalgo. Psicóloga General Sanitaria en Hospital Quirónsalud Digital.
La anorexia nerviosa es un trastorno alimentario grave que afecta principalmente a adolescentes y jóvenes, caracterizado por una restricción extrema de la ingesta de alimentos, una intensa preocupación por el peso y la figura corporal, y una percepción distorsionada del propio cuerpo. Esta condición puede tener consecuencias devastadoras tanto físicas como psicológicas, y su detección y tratamiento temprano son cruciales para mejorar los resultados a largo plazo. Este artículo aborda la definición de la anorexia, las razones de su prevalencia en la adolescencia, los métodos de detección, los principales tratamientos y algunos consejos para su prevención.
La anorexia nerviosa es un trastorno alimentario que se caracteriza por una restricción extrema de la ingesta de alimentos, un miedo intenso a ganar peso y una imagen corporal distorsionada. Las personas con anorexia suelen verse a sí mismas con sobrepeso, incluso cuando están peligrosamente delgadas. Este trastorno puede llevar a desnutrición severa y a complicaciones médicas graves, incluyendo problemas cardíacos, osteoporosis y en casos extremos, la muerte.
La adolescencia es una etapa crítica de desarrollo físico y emocional, lo que puede hacer a los jóvenes particularmente vulnerables a trastornos alimentarios como la anorexia. Varias razones contribuyen a la aparición de la anorexia en esta etapa de la vida:
Durante la adolescencia, el cuerpo experimenta rápidos cambios físicos debido a la pubertad, lo que puede causar ansiedad y preocupación por la imagen corporal.
La adolescencia es una etapa en la que la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales es especialmente fuerte. La exposición a ideales de belleza irrealistas y a la presión de los pares para encajar pueden aumentar la preocupación por el peso y la apariencia.
Los adolescentes a menudo buscan formas de ejercer control sobre sus vidas en un momento en que pueden sentir una falta de autonomía. La restricción de alimentos puede convertirse en una forma de sentir control sobre su cuerpo y entorno.
Problemas emocionales y psicológicos, como la baja autoestima, la ansiedad y la depresión, pueden contribuir al desarrollo de la anorexia. Los adolescentes con antecedentes familiares de trastornos alimentarios también tienen un mayor riesgo.
Detectar la anorexia en los adolescentes puede ser desafiante debido a la naturaleza secreta del trastorno. Sin embargo, hay varios signos y síntomas a los que los padres, maestros y amigos deben estar atentos:
H2: Principales tratamientos para la anorexia
El tratamiento de la anorexia es multifacético y a menudo requiere un enfoque multidisciplinario. Los principales tratamientos incluyen:
Para procurar evitar que los adolescentes desarrollen un trastorno de anorexia, se recomienda adoptar las siguientes pautas:
En definitiva, la anorexia en la adolescencia es un trastorno complejo y serio que requiere una atención y un tratamiento adecuados. Comprender sus causas, saber cómo detectar los signos tempranos y estar informado sobre los tratamientos disponibles es crucial para abordar este problema de manera efectiva. Con un enfoque de prevención y apoyo adecuado, es posible ayudar a los adolescentes a desarrollar una relación saludable con la comida y su cuerpo, y promover su bienestar general.
Joan Francesc Serra i Pla, psicólogo clínico infantojuvenil adjunto en Hospital Quirónsalud Digital
Los terrores nocturnos son una forma de trastorno del sueño que puede resultar alarmante tanto para los niños que los experimentan como para sus padres. A menudo caracterizados por episodios de gritos, llanto y agitación intensa durante el sueño, los terrores nocturnos pueden causar preocupación y estrés en las familias. Este manual tiene como objetivo proporcionar una comprensión detallada de los terrores nocturnos, sus causas, cuándo suelen comenzar y los tratamientos más eficaces para abordarlos.
Los terrores nocturnos son episodios de miedo extremo que ocurren durante el sueño profundo no REM (movimiento ocular rápido). A diferencia de las pesadillas, que ocurren durante el sueño REM y suelen recordarse al despertar, los terrores nocturnos se producen en las primeras horas del sueño y generalmente no se recuerdan al despertar. Durante un episodio, el niño puede gritar, agitarse violentamente, sudar y mostrar signos de pánico sin estar completamente consciente. Aunque estos episodios pueden durar solo unos minutos, pueden ser extremadamente perturbadores para los padres que los presencian.
Las causas exactas de los terrores nocturnos no se comprenden completamente, pero varios factores pueden contribuir a su aparición:
En niños pequeños, el sistema nervioso central aún está en desarrollo. Esta inmadurez puede predisponerlos a experimentar interrupciones en las etapas del sueño profundo, lo que puede desencadenar terrores nocturnos.
Existe una predisposición genética a los terrores nocturnos. Si un niño tiene antecedentes familiares de trastornos del sueño, es más probable que también los experimente.
El estrés y la ansiedad pueden aumentar la probabilidad de que un niño experimente terrores nocturnos. Cambios en la rutina, problemas familiares o el inicio de la escuela pueden ser factores desencadenantes.
La falta de sueño o la fatiga extrema pueden alterar los patrones de sueño y aumentar la probabilidad de que ocurran episodios de terrores nocturnos.
Las enfermedades y la fiebre pueden afectar el ciclo del sueño y aumentar la probabilidad de episodios de terrores nocturnos.
Los terrores nocturnos generalmente comienzan en la primera infancia, entre los 3 y los 12 años, siendo más comunes entre los 4 y los 7 años. Sin embargo, pueden ocurrir en cualquier momento durante el desarrollo infantil y, en raras ocasiones, persisten en la adolescencia. La frecuencia y la duración de estos episodios pueden variar, con algunos niños experimentando episodios ocasionales y otros enfrentándose a ellos más regularmente.
Algunos de los abordajes más eficaces para tratar los terrores nocturnos son:
Establecer una rutina de sueño regular y relajante puede ayudar a reducir la frecuencia de los terrores nocturnos. Asegurarse de que el niño tenga un horario de sueño constante y suficiente tiempo de descanso es crucial. Actividades calmantes antes de acostarse, como leer un libro o tomar un baño tibio, pueden ayudar a preparar al niño para un sueño reparador.
El entorno de sueño debe ser cómodo y libre de estímulos que puedan perturbar el sueño. Un ambiente oscuro, fresco y silencioso puede promover un sueño más profundo y continuo.
Ayudar al niño a manejar el estrés y la ansiedad puede reducir la incidencia de terrores nocturnos. Técnicas de relajación, como la respiración profunda y la meditación guiada, pueden ser útiles. Además, mantener una comunicación abierta y proporcionar un entorno emocionalmente seguro puede ayudar al niño a sentirse más tranquilo y seguro.
En casos donde los terrores nocturnos son frecuentes y ocurren a una hora predecible, los despertares programados pueden ser efectivos. Esto implica despertar suavemente al niño unos 15-30 minutos antes de la hora habitual del episodio para interrumpir el ciclo de sueño y prevenir el terror nocturno.
Si los terrores nocturnos son severos o persistentes, consultar a un profesional de la salud puede ser necesario. Un pediatra o un psicólogo especialista en trastornos del sueño puede evaluar al niño para descartar otras condiciones médicas subyacentes. En algunos casos, la terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ser beneficiosa para abordar el estrés y la ansiedad que pueden contribuir a los terrores nocturnos.
Los terrores nocturnos pueden ser una experiencia angustiante tanto para los niños como para sus padres. Sin embargo, con una comprensión adecuada de las causas y una aplicación coherente de estrategias de manejo, es posible reducir la frecuencia e intensidad de estos episodios. Fomentar una rutina de sueño saludable, gestionar el estrés y consultar a profesionales de la salud cuando sea necesario son pasos cruciales para ayudar a los niños a superar los terrores nocturnos y asegurar un descanso nocturno reparador y tranquilo.
Joan Francesc Serra i Pla, psicólogo clínico infantojuvenil adjunto en Hospital Quirónsalud Digital.
La salud mental influye en las relaciones sociales y en el bienestar emocional. Cuidarla resulta fundamental para alcanzar la serenidad y la calidad de vida que todos buscamos. En este blog, profesionales expertos en psicología y psiquiatría nos invitan a profundizar en los distintos aspectos que influyen en la salud y bienestar mental con el objetivo de comprenderla, cuidarla y desterrar tabúes y estigmas.
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