Quirónsalud
Hospitales Quirónsalud San José y Quirónsalud Valle del Henares.
La artroscopia es una técnica avanzada utilizada en el campo de la traumatología para tratar diversas lesiones. Destaca por ser mínimamente invasiva, lo que facilita una recuperación más rápida y ofrece excelentes resultados para los pacientes.
¿Qué es la artroscopia?
La artroscopia es un tipo de cirugía poco invasiva que permite tanto el diagnóstico como el tratamiento de problemas en las articulaciones. Durante el procedimiento, se introduce un artroscopio equipado con una cámara de alta resolución, que transmite imágenes detalladas a un monitor, facilitando así la visualización completa de la articulación.
Esta técnica se está utilizando cada vez con mayor frecuencia en el tratamiento de diversas afecciones articulares, ya que permite una evaluación precisa de la zona afectada mediante pequeñas incisiones. Al ser un procedimiento menos invasivo, reduce el tiempo de recuperación del paciente y los resultados suelen ser altamente satisfactorios.
Articulaciones donde se aplica la artroscopia
Aunque no existen diferentes tipos de artroscopias en cuanto a la técnica en sí, esta se puede aplicar en varias articulaciones. Las más comunes son las de la rodilla, el hombro, el codo, la muñeca, la cadera y el tobillo, siendo adaptada a cada una de ellas según la lesión o patología a tratar.
¿Para qué se emplea la artroscopia?
La artroscopia se utiliza principalmente para obtener una vista interna detallada de las articulaciones. En muchos casos, se utiliza con fines diagnósticos, por ejemplo, para realizar biopsias o tomar muestras en caso de sospecha de tumores o lesiones intraarticulares.
En otros casos, este procedimiento se emplea con fines terapéuticos, como la extirpación de quistes, la limpieza de la articulación o la extracción de cuerpos extraños que causan inflamación. Si resides en Madrid, siempre es recomendable consultar con un especialista en traumatología que esté familiarizado con la artroscopia.
¿Cómo se realiza una artroscopia?
Este procedimiento quirúrgico se lleva a cabo, en la mayoría de los casos, bajo anestesia local, centrada en la zona que será intervenida. Se realiza una pequeña incisión para introducir el artroscopio y, a través de ella, se efectúa una limpieza del cartílago y corrección de cualquier daño presente. A menudo, se complementa el tratamiento con la aplicación de plasma rico en plaquetas o células madre, lo que promueve la regeneración del tejido dañado.
Ventajas de la artroscopia frente a la cirugía convencional
La artroscopia ofrece múltiples beneficios en comparación con la cirugía tradicional. Al ser mínimamente invasiva, las incisiones son muy pequeñas, lo que disminuye significativamente el riesgo de infecciones. Además, el tiempo de recuperación es más corto, permitiendo al paciente retomar sus actividades cotidianas más rápidamente.
Proceso de recuperación tras una artroscopia
El proceso de recuperación tras una artroscopia es generalmente rápido, ya que el procedimiento causa un impacto mínimo en los tejidos. Es fundamental cuidar adecuadamente las incisiones para evitar posibles infecciones. Aproximadamente un mes después de la intervención, el paciente suele iniciar un programa de rehabilitación para mejorar la fuerza y la movilidad de la articulación.
Entre los tres y cuatro meses posteriores a la cirugía, la mayoría de los pacientes pueden retomar sus actividades diarias, evitando aquellas que puedan causar un impacto significativo en la articulación afectada.
Postoperatorio y rehabilitación
La fase de rehabilitación es crucial tras una artroscopia. El paciente debe seguir un plan de ejercicios, guiado por un fisioterapeuta o un especialista médico, con el objetivo de fortalecer la articulación y evitar futuras recaídas. Se recomienda realizar actividades de bajo impacto, como caminar, así como ejercicios de flexión y extensión que ayuden a recuperar la movilidad completa de la articulación intervenida.
La cirugía de prótesis de cadera se ha convertido en una opción común para aquellos que se enfrentan a enfermedades degenerativas que afectan a esta articulación. Antes de considerar someterse a este procedimiento, es fundamental comprender en detalle cada aspecto y obtener toda la información necesaria.
¿Qué es una prótesis de cadera?
Es una pieza artificial diseñada para reemplazar partes dañadas de la articulación y que suponen una limitación en las actividades cotidianas del paciente. Normalmente se presenta como una solución avanzada a la artrosis y a las fracturas. Esta opción se debe plantear en el momento en el que los ejercicios de fisioterapia o cualquier tipo de medicación no resulte suficiente para aliviar el dolor en el paciente.
Existen varios tipos según las zonas afectadas. La más común es la prótesis de cadera total, que une la pelvis y el fémur, y cuenta con dos partes articuladas entre sí: la cabeza femoral y el inserto acetabular. Sin embargo, en caso de roturas, suelen implantarse prótesis parciales, que van fijadas al fémur, pero la cabeza femoral articula contra la pelvis. También están las prótesis de revisión, adaptadas a pacientes con una prótesis previa.
Proceso quirúrgico
Estos implantes llevan asociados una cirugía que consiste en la sustitución de los fragmentos afectados por implantes metálicos conocidos como par de fricción metal-metal, ya que sufren menor desgaste que las prótesis de metal-polietileno. En función de cada caso se emplean diferentes técnicas.
Para dichas operaciones se usa anestesia local o raquianestesia (por debajo de la espalda). La intervención puede durar entre una y dos horas, y los métodos se diferencian entre cementación y no cementación. En el primer caso se utiliza un tipo especial de compuesto óseo para adherir la prótesis al cuerpo, mientras que, en el segundo, esta se recubre con una superficie rugosa que promueve el crecimiento de los huesos hacia el dispositivo artificial, creando una unión biológica.
Es importante saber también que durante el procedimiento quirúrgico se implanta una prótesis temporal para conocer el tamaño de los componentes que se necesitan. Una vez conocida esta información, se coloca la definitiva.
Beneficios y duración
Generalmente, estos aparatos ofrecen buenos resultados, que suponen un aumento de la calidad de vida del paciente, ya que el dolor crónico desaparece y, por tanto, mejora su movilidad, lo que le permite retomar su rutina habitual.
Una prótesis de cadera puede llegar a durar en torno a 20 o 25 años, siempre que no surjan complicaciones que obliguen a reemplazarla, pero en los últimos años se han desarrollado nuevos modelos que permiten una duración aún mayor.
Posibles complicaciones
A pesar de los éxitos, son dispositivos que pueden enfrentar desafíos, como infecciones, especialmente debido a bacterias "superespecializadas" que se asientan en las superficies artificiales, a las que las defensas no llegan de manera efectiva y forman un biofilm resistente a los antibióticos. Los síntomas incluyen dolor, fiebre, falta de movilidad y mala cicatrización de la herida.
En cuanto a los tipos de infección, las más comunes son la aguda, que suele manifestarse durante el primer mes, y la subaguda, cuyos síntomas pueden presentarse entre un mes y un año después de la intervención. También, existe la tardía, que es menos frecuente y se da tras haber desarrollado un proceso contagioso anterior en otra parte del cuerpo.
Para el diagnóstico de este tipo de patologías, en primer lugar, se lleva a cabo un análisis clínico, además de pruebas de imagen, tales como resonancias magnéticas, radiografías o gammagrafías nucleares. También son importantes los cultivos de laboratorio.
A la hora de curar estas enfermedades, un tratamiento antibiótico no es suficiente, sino que se precisa de una intervención, para limpiar la zona afectada y los tejidos colindantes. La operación puede llevarse a cabo en un tiempo si la afección se detecta en un periodo inferior a dos semanas y el paciente presenta un estado de salud general bueno. En casos de infección crónica, es necesario realizar la operación en dos tiempos: en la primera intervención se retira la prótesis contagiada y se coloca un espaciador de cemento suministrador de antibiótico. Pasados dos o tres meses, el paciente se somete a una segunda cirugía en la que se implanta un nuevo aparato.
La rehabilitación posterior es muy importante de cara a evitar nuevos problemas y alargar su duración. Entre los consejos para su cuidado están el lavado y desinfección de la herida, evitar esfuerzo excesivo los primeros meses, usar calzado cómodo, dormir boca arriba, controlar el peso y realizar ejercicios para fortalecer. Ante la presencia de síntomas se debe visitar a un traumatólogo especialista de cadera que valore la situación.
Blog de los expertos de la Unidad de Traumatología del Dr. Elgeadi, Jefe de Servicio de los Hospitales Quirónsalud San José y Quirónsalud Valle del Henares, con los mejores consejos para tratar y prevenir patologías y lesiones traumatológicas.
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