Quirónsalud
Blog del Dr. Alfonso Vidal Marcos. Anestesiología y Reanimación. Hospital Sur.
La razón del dolor, del sufrimiento que la vida conlleva, ha intrigado e intriga al hombre desde sus orígenes. Una de las cualidades que nos distinguen de otros animales es precisamente nuestra propia conciencia y Voluntad. El por qué de las cosas lo explica la medicina y la ciencia. Pero la razón última, el sentido de las cosas, es la materia de la Filosofía.
La filosofía, se entronca en el conocimiento humano como una doctrina general, que busca contestar todas las preguntas y no solo las inmediatas. Sabemos mucho de los mecanismos biológicos del dolor, de los receptores, neurotransmisores y vías pero, ¿qué sentido tiene el dolor?
Uno de los autores que más y mejor ha buscado contestar estas preguntas ha sido Arthur Schopenhauer.
Schopenhauer nace en Gdansk, entonces parte de Alemania en 1788 en el seno de una familia acomodada, su padre le reservaba un puesto como comerciante mientras que él prefería dedicarse al estudio. La muerte prematura de su padre, y quizá, su maña relación con su madre y hermana marcan su vida futura y orientan su pensamiento con una misoginia más que evidente.
El desprecio de la vida de la burguesía alemana y el valor que concede a lo material le llevan a explicar la vida como una continua búsqueda de satisfacer los deseos, materiales, afectivos, económicos o del tipo que sea.
Vivió de las rentas que amasó su padre mientras intentaba abrirse camino como profesor de Universidad con un escaso éxito. Mientras apenas una docena de alumnos acudían a sus cursos, apenas a unos metros Hegel llenaba las aulas y las tertulias con sus pensamientos mucho más positivistas.
Su obra "El mundo como voluntad" pasó desapercibida y solo con una obra menor "Parerga y Paralipómena" alcanza notoriedad en la sociedad londinense primero, y europea después.
De hecho, para Schopenhauer las experiencias placenteras no dejan huella y en seguida llevan a la ansiedad para conseguir otra o al hastío si no se consigue, mientras que el dolor, el fracaso, sí marcan nuestra vida. Es decir, es el dolor es el auténtico motor de la vida, el dolor que produce el deseo de algo, la no consecución de una meta o la ausencia de lo material o lo inmaterial.
¿Cómo podemos aliviar el dolor debido a esa insatisfacción? El placer de la consecución, antagoniza el dolor, alivia pero solo temporalmente, generándose más dolor como cuando se intenta aliviar la sed con agua de mar, cada vez genera más sed, cada vez más insatisfacción.
En gran medida su pensamiento se encuentra imbuido de una gran influencia de la filosofía budista. Cree Schopenhauer que la única manera de sobreponerse al dolor que acarrea nuestra existencia, este "valle de lagrimas es renunciar al deseo, a la intención, a la voluntad en suma y dejarse arrastrar a la negación de esa tendencia innata a conservar lo material (incluso la vida).
En algunos pasajes de su obra, bromea con la posibilidad de preguntar a los muertos si volverían si pudieran a vivir, con la convicción que todos elegirían seguir en su nueva situación.
Schopenhauer vivió de 1788 a 1860, si leemos atentamente su pensamiento encontraremos mucha similitud de su época con la sociedad actual, persiguiendo aprovechadamente la excelencia, el poder, la belleza, el dinero a cualquier precio, con la idea de que la consecución de esas metas nos dará la felicidad y, sin embargo, con la experiencia de la insatisfacción tras alcanzarlas necesitando buscar otras.
Este pensamiento influyó decisivamente en otros pensadores posteriores como Nietzsche, Thomas Mann, Freud, Sartre, Unamuno o Baroja, pensadores cargados de un cierto pesimismo que también reflexionaron sobre el sufrimiento humano (incluso Baroja, licenciado en medicina escribió su tesis sobre el dolor)
Es verdad, que es fácil escribir teorías sobre las cosas mientras uno tiene resueltas las necesidades básicas. (También Marx escribió su manifiesto viviendo a costa de su amigo Engels), sin embargo, podemos aprovechar sus enseñanzas o las de buda. "La felicidad no está en las cosas materiales, en la satisfacción de los deseos sino, quizá en encontrar un camino de mejorar como ser humano y ayudar a los demás también a mejorar."
La introspección o el mindfulness como se preconiza actualmente son métodos de alejarse de lo material hacia ese interior que a todos nos iguala y nos convierte en una diminuta porción del todo Universal.
La iluminación no está bajo los focos del éxito o la popularidad sino en el desapego de lo individual en beneficio de lo general, "el bienestar de la mayoría debe estar por encima del bienestar de la minoría", esto no es de un filósofo, sino de un extraterrestre de la ficción Mr. Spock. La naturaleza imita al arte.
El dolor es por definición algo subjetivo. Lo es porque no hemos sido capaces de desentrañar el misterio de la percepción y menos aúnn la interpretación y representación de cada experiencia-vivencia.
Las definiciones de dolor están llenas de matizaciones precisamente porque no podemos decir con certeza que es cada cosa.
Esta experiencia sensorial y emocional desagradable (por tanto, afectando al conocimiento, pero también a la de la afectividad) es conocida para todo el mundo. A todos nos duele alguna vez algo. Pero está definida en el marco de la experiencia individual y de la jerarquía de valores que gobierna nuestra vida.
Para intentar centrar y cuantificar la cuestión, se han desarrollado multitud de escalas, analógico visuales, gestuales y múltiples test y elementos cuantificables que nos permitan interpretar de una forma matemática la evolución y calidad de lo sentido-percibido por el paciente.
De alguna manera recuerda aquella anécdota de San Agustín al pasear por la orilla del mar pensando en la Santísima Trinidad y Dios, cuando encontró un niño intentando meter el mar en un pequeño agujero en la playa, y al decirle que eso era imposible, el niño respondió que más difícil era el dilema en el que él iba abstraído pensando. Esto es, como se pueden medir los sentimientos, los valores, las prioridades. ¿Qué cariño es más intenso?, ¿qué es antes la libertad o la justicia?, ¿la paz o la seguridad?
Los intangibles, son muy difíciles de cuantificar y por tanto dependen de la subjetividad individual. Nuestros esfuerzos para homogeneizar criterios y datos topan con la individualidad generando una desviación típica que depende del paciente, del terapeuta y del método de evaluación que a veces no permite llegar a una conclusión definitiva.
Sin embargo, hay algo en lo que todos estamos de acuerdo, lo injusto de la muerte de un niño, lo atroz de los crímenes de inocentes. Lo necesario de una protección, regulación para evitar ese dolor y ese sufrimiento innecesario.
Estamos de acuerdo cuando pensamos en esas pobres criaturas que mueren en accidentes de tráfico, en incendios, ahogados en piscinas o en el mar. Las autoridades nos recuerdan la prevención, nos exhortan a ser prudentes y nos advierten de las consecuencias de una transgresión de la ley, con la reclamación de responsabilidad.
¿No nos duelen los muertos de un accidente de avión, en un país cualquiera, de una compañía cualquiera? Un incendio, o inundación, catástrofe natural o atentado terrorista. Hombres, mujeres, turistas, trabajadores, jubilados o niños, llenos de vida e ilusión, damnificados inocentes de un mundo cruel y desatado.
¿No nos duelen esos niños en Palestina o Siria que juegan al balón en una playa en medio de la guerra?, todos los que viven en un área de conflicto entre dos rivales, todos los muertos en Gaza por la incursión de un ejército en defensa propia contra una población mayoritariamente civil y menor de edad?
¿No nos duelen los conflictos permanentes sin solución? ¿No nos duele que la ONU sea un organismo que no puede ni sostenerse a sí misma?, ni defender sus propias resoluciones, en la que algunas naciones tienen el legítimo derecho de defensa y en otras no tienen ni derecho a la vida sus ciudadanos.
¿Cuántos muertos de un lado compensan los muertos de otro? ¿Cuánto duele un israelí muerto? y ¿cuánto duele un palestino muerto? ¿Cuánto duele un inmigrante muerto en el Mediterráneo? ¿El dolor de los demás nos afecta de la misma manera que el propio?
El dolor es subjetivo, el dolor depende de la educación y de la cultura, el dolor está sujeto a la interpretación cortical, intelectual; y también social, económica y política, incluso a la relevancia en los medios o la hora de los informativos.
Queridos seres humanos, autoridades, líderes de opinión, por favor dadle una oportunidad a la paz, ayudadnos a acabar con todo el dolor y no solo con el dolor de los más próximos.
La fascitis plantar se define como una inflamación de la interfase del ligamento óseo (entesis) de la fascia que soporta el arco del pie y da consistencia por debajo a los huesos del tarso y metatarso.
La fascia discurre desde la base del calcáneo hasta las cinco falanges proximales de los dedos, los ligamentos transversos de los metatarsianos y la vaina de los tendones flexores. Está compuesta fundamentalmente de fibras de colágeno agrupadas en haces.
Sometida a microtraumatismos repetidos o sobrecarga, acaba generando una inflamación que el organismo no es capaz de regenerar y produce una cronificación sintomática: dolor, y anatómica: espolón calcáneo.
María de 48 años, trabajadora en una gran superficie como reponedora, diagnosticada de artritis gotosa y con sobrepeso venía padeciendo esta patología desde hacía años, aunque solo sintomática, de manera intermitente.
Sin embargo, en los últimos seis meses la molestia se convirtió en dolor y la ligera intolerancia a ciertas posturas se convirtió en franca incapacidad. Ni los antiinflamatorios, ni las plantillas, ni el reposo forzoso consiguieron aliviarla.
Acudió, a nuestra Unidad remitida por el servicio médico de su empresa, probablemente por la proximidad y los buenos resultados obtenidos con algunos trabajadores, compañeros de María.
Tras la exploración, en la que encontramos dolorosa la presión en la tuberosidad calcánea (signo del salto calcáneo), y la revisión de las imágenes radiológicas decidimos realizar una infiltración con Triamcinolona y Bupivacaina en la inserción tendinosa que genero una gran mejoría, permaneciendo dos semanas asintomática. El dolor reapareció pero de menor intensidad, lo que le permitía una vida casi normal.
Entonces le explicamos que este procedimiento era "como un empujón para arrancar el coche sin batería, el coche arranca, pero necesita recargar la batería y, sobre todo, el coche y la batería siguen siendo los mismos y necesitan un mantenimiento continuo y especifico".
Aconsejamos a María, sobre todo, que cambiara de calzado y que perdiera peso. Pese a todo, María recayó a los tres meses, entonces propusimos a María realizar bloqueo con radiofrecuencia en la inserción tendinosa, visto el buen resultado obtenido en otras localizaciones como epicóndilo o trocánter.
Se lo realizamos con éxito y obtuvimos una mejoría de casi ocho meses. Pero, María volvió al hospital un año después, la sintomatología era muy intensa y la imagen radiológica denotaba un gran avance del cuadro, María volvía esta vez a realizarse una cirugía sobre la fascia afectada, con una lesión agravada por el enorme sobrepeso.
La cirugía es la solución cuando no somos capaces de resolver el problema con medidas conservadoras. El paciente tiene el derecho de recibir una asistencia adecuada y una orientación terapéutica correcta, pero debe asumir su protagonismo en estas medidas o, muchas veces, no podemos más que explicarle las consecuencias de esta falta de compromiso.
Es necesario un esfuerzo continuo en formación de los profesionales, pero no es menos necesario un esfuerzo de información profesional y veraz a los pacientes.
Pacientes formados es igual a pacientes más colaboradores, que con una concienciación mayor, cumplen con las recomendaciones y, por tanto, mejoran su pronóstico.
La salud es un problema de todos, pero quien más tiene que ganar o perder es el paciente.
Actualmente, cuando hablamos de Unidades del Dolor en un contexto civilizado, todo el mundo entiende lo que son: Unidades especializadas en la atención a pacientes con patología dolorosa del tipo que sea que no responden a tratamientos convencionales o que requieren tratamientos específicos con la peligrosidad de los mismos o por la necesidad de una experiencia en su administración o manejo que no es habitual en médicos generales o en otros especialistas.
Las Unidades del Dolor, son una realidad en casi todos los hospitales generales en los países desarrollados y en ellas, trabajan habitualmente especialistas en Anestesiología, Rehabilitación, Neurocirugía, Psicología y Psiquiatría para realizar un abordaje lo más integral posible de un problema francamente complejo. Pero esto no ha sido siempre así, el pionero de esta forma de trabajar fue John Bonica.
John Bonica, nació en Filicudi una de las islas Eolias al noreste de Sicilia en 1917. A pesar de una vida sin privaciones su padre decidió emigrar a Estados Unidos para asegurar un mejor porvenir y educación a sus hijos. En 1927 se instalaron en Brooklyn (New York). La muerte prematura de su padre en 1932 obligó a John a desempeñar todo tipo de oficios para mantener a su familia y seguir sus estudios secundarios y alcanzar su deseo de estudiar medicina.
Al mismo tiempo inició la práctica deportiva de la lucha, primero como semiprofesional y luego como profesional, alcanzando en aquellos 14 años, varios campeonatos nacionales e internacionales; aunque lo hacía bajo el pseudónimo de Johnny (Bull) Walker o la Maravilla Enmascarada, parte de su vida futura se verá influida por las lesiones que se produjo durante este período de su vida.
En 1938 comienza sus estudios de medicina en la Universidad de Marquette completando su formación como interno en Anestesiología en el Hospital de Saint Vincent en New York. En 1942, coincidiendo con su final de formación contrae matrimonio con Emma Louis Baldetti, la mujer que le acompañará el resto de su vida.
En 1944 es asignado al hospital de Tacoma, donde se tratan los soldados evacuados de la Guerra Mundial. Las dificultades para el manejo de la respiración en anestesia general favorece el desarrollo de técnicas regionales, y de procedimientos para el dolor en pacientes con heridas complejas por arma de fuego o metralla. Inicia el programa de formación en Anestesia para médicos y enfermeras, pionero en Estados Unidos y en todo el mundo.
Toda esta experiencia acumulada, ya en su vida civil, le lleva a desarrollar y agrupar los conocimientos para tratar a los pacientes con problemas de dolor persistente. Funda la primera Unidad del Dolor, con la intención de dar mejor cobertura a aquellos pacientes heridos de guerra con secuelas incurables. No sorprende que grandes avances de la ciencia y la medicina se hayan hecho a golpe de acumular sufrimiento y muerte, de la mano de hombres tenaces desbordados por ese sufrimiento. Casi preferiríamos que la ciencia no progresara si este es el alto precio que debemos pagar.
El resumen de este conocimiento será el primer gran tratado sobre dolor, la "Biblia" del dolor Management of Pain, publicado 1953, libro de referencia del que hemos bebido todos los que nos dedicamos a esta ciencia.
De este maestro y esta escuela han surgido nombres como los Dres. Madrid Arias, Barutel, González o Vidal, pioneros en España del tratamiento del Dolor.
El ejemplo y enseñanza del Dr. Bonica y de todos ellos sigue vivo y nos ayuda a enfrentar los problemas de la atención a los pacientes cada día con las soluciones que aportaron y, sobre todo, con su actitud vital en el desempeño de su trabajo.
El deporte, se define como la realización de una actividad física más o menos intensa que pretende mejorar el rendimiento de las estructuras orgánicas, músculo-esqueléticas y por añadidura del conjunto de la persona.
El deporte se ha convertido en el paradigma de la salud, el complemento imprescindible a los hábitos de vida. A falta de depredadores que nos cacen o de presas que cazar, hemos reemplazado la necesidad por virtud, añadiendo a nuestras obligaciones la de mover "el esqueleto".
El deporte amplía nuestra resistencia, mejora nuestros límites y nos permite tolerar esfuerzos mayores. Hacer deporte es de alguna manera sobreponernos a nuestros límites físicos y psicológicos. Al dolor de huesos, músculos y articulaciones. A la falta de aire, al "muro "de la penúltima vuelta, que nos empujaría a tirarnos al suelo y dejar el sufrimiento.
Hasta aquí, estamos de acuerdo en el deporte para la población general como ocio saludable. Pero cuando hablamos del deporte y pensamos en deporte de competición, las cosas pueden cambiar. Aunque toda actividad física superior a la habitual requiere una evaluación individual contemplando, entre otras cosas la resistencia, el intercambio gaseoso y el umbral del dolor soportable para cada persona.
Cada entrenamiento, no solo supone una adaptación física o psicológica al esfuerzo, supone una repetida autoimposición de un sufrimiento medido, una especie de tributo progresivo al dios del deporte en forma de autosacrificio a cambio de la preparación, del endurecimiento para el gran día.
Diríamos que cuanto más intenso y vivido haya sido el sufrimiento, más seguro e intenso es el significado del éxito sobre la prueba; el hecho de la superación y el éxito compensa el dolor de su consecución.
En el altar del deporte, continuamente se ofrecen sacrificios a esos dioses. Antes solo era una cuestión de autosuperación. Actualmente, con los intereses económicos de los clubes y su valor en bolsa, de las marcas de artículos deportivos, ropa, tecnología,… la publicidad. Estos nuevos gladiadores han ascendido a la cima de la pirámide social, son objeto de culto y envidia por su juventud, belleza y capacidad de sacrificio.
Muchas veces obviamos, el dolor y la miseria de la que han surgido en sociedades o países en los que la única alternativa a la muerte es el deporte. No somos muy bien conscientes de cómo solo el primero tiene el reconocimiento y el segundo cae en el olvido (no digamos el tercero)
El deporte de competición devora como Saturno a sus hijos, necesita más y más carne fresca y a veces destruye la vida de sus hijos.
El deporte, como todo en la vida tiene su medida, los buenos hábitos como los buenos deseos, tienen su justa compensación y llevarlos al extremo puede acabar con sus bondades. Esto no quita para admirar el autocontrol y el esfuerzo de los deportistas profesionales, pero tratando de evitar transformarlos en juguetes rotos cuando llegan a la madurez (o en lisiados, por las secuelas de lesiones repetidas mal curadas).
Sirva esta reflexión como homenaje de admiración, y como aviso a navegantes, "men sana in corpore sano", es necesario educar también el espíritu de estas personas para que sepan envejecer.
Dicho sea de paso, muchos se cambiarían sin pensar por los triunfadores aunque en el camino, miles han quedado apartados por diversos motivos teniendo que rehacer sus vidas en otras ocupaciones y triunfando en ellas. El deporte es una escuela de vida, pero no la única.
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