Quirónsalud
Blog de Salud y bienestar mental del Hospital Quirónsalud Digital
Los terrores nocturnos son una forma de trastorno del sueño que puede resultar alarmante tanto para los niños que los experimentan como para sus padres. A menudo caracterizados por episodios de gritos, llanto y agitación intensa durante el sueño, los terrores nocturnos pueden causar preocupación y estrés en las familias. Este manual tiene como objetivo proporcionar una comprensión detallada de los terrores nocturnos, sus causas, cuándo suelen comenzar y los tratamientos más eficaces para abordarlos.
Los terrores nocturnos son episodios de miedo extremo que ocurren durante el sueño profundo no REM (movimiento ocular rápido). A diferencia de las pesadillas, que ocurren durante el sueño REM y suelen recordarse al despertar, los terrores nocturnos se producen en las primeras horas del sueño y generalmente no se recuerdan al despertar. Durante un episodio, el niño puede gritar, agitarse violentamente, sudar y mostrar signos de pánico sin estar completamente consciente. Aunque estos episodios pueden durar solo unos minutos, pueden ser extremadamente perturbadores para los padres que los presencian.
Las causas exactas de los terrores nocturnos no se comprenden completamente, pero varios factores pueden contribuir a su aparición:
En niños pequeños, el sistema nervioso central aún está en desarrollo. Esta inmadurez puede predisponerlos a experimentar interrupciones en las etapas del sueño profundo, lo que puede desencadenar terrores nocturnos.
Existe una predisposición genética a los terrores nocturnos. Si un niño tiene antecedentes familiares de trastornos del sueño, es más probable que también los experimente.
El estrés y la ansiedad pueden aumentar la probabilidad de que un niño experimente terrores nocturnos. Cambios en la rutina, problemas familiares o el inicio de la escuela pueden ser factores desencadenantes.
La falta de sueño o la fatiga extrema pueden alterar los patrones de sueño y aumentar la probabilidad de que ocurran episodios de terrores nocturnos.
Las enfermedades y la fiebre pueden afectar el ciclo del sueño y aumentar la probabilidad de episodios de terrores nocturnos.
Los terrores nocturnos generalmente comienzan en la primera infancia, entre los 3 y los 12 años, siendo más comunes entre los 4 y los 7 años. Sin embargo, pueden ocurrir en cualquier momento durante el desarrollo infantil y, en raras ocasiones, persisten en la adolescencia. La frecuencia y la duración de estos episodios pueden variar, con algunos niños experimentando episodios ocasionales y otros enfrentándose a ellos más regularmente.
Algunos de los abordajes más eficaces para tratar los terrores nocturnos son:
Establecer una rutina de sueño regular y relajante puede ayudar a reducir la frecuencia de los terrores nocturnos. Asegurarse de que el niño tenga un horario de sueño constante y suficiente tiempo de descanso es crucial. Actividades calmantes antes de acostarse, como leer un libro o tomar un baño tibio, pueden ayudar a preparar al niño para un sueño reparador.
El entorno de sueño debe ser cómodo y libre de estímulos que puedan perturbar el sueño. Un ambiente oscuro, fresco y silencioso puede promover un sueño más profundo y continuo.
Ayudar al niño a manejar el estrés y la ansiedad puede reducir la incidencia de terrores nocturnos. Técnicas de relajación, como la respiración profunda y la meditación guiada, pueden ser útiles. Además, mantener una comunicación abierta y proporcionar un entorno emocionalmente seguro puede ayudar al niño a sentirse más tranquilo y seguro.
En casos donde los terrores nocturnos son frecuentes y ocurren a una hora predecible, los despertares programados pueden ser efectivos. Esto implica despertar suavemente al niño unos 15-30 minutos antes de la hora habitual del episodio para interrumpir el ciclo de sueño y prevenir el terror nocturno.
Si los terrores nocturnos son severos o persistentes, consultar a un profesional de la salud puede ser necesario. Un pediatra o un psicólogo especialista en trastornos del sueño
puede evaluar al niño para descartar otras condiciones médicas subyacentes. En algunos casos, la terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ser beneficiosa para abordar el estrés y la ansiedad que pueden contribuir a los terrores nocturnos.
Los terrores nocturnos pueden ser una experiencia angustiante tanto para los niños como para sus padres. Sin embargo, con una comprensión adecuada de las causas y una aplicación coherente de estrategias de manejo, es posible reducir la frecuencia e intensidad de estos episodios. Fomentar una rutina de sueño saludable, gestionar el estrés y consultar a profesionales de la salud cuando sea necesario son pasos cruciales para ayudar a los niños a superar los terrores nocturnos y asegurar un descanso nocturno reparador y tranquilo.
Joan Francesc Serra i Pla, psicólogo clínico infantojuvenil adjunto en Hospital Quirónsalud Digital.
Las conductas disruptivas en niños y adolescentes representan un desafío significativo para padres, maestros y profesionales de la salud mental. Estas conductas, que interrumpen el ambiente educativo y familiar, pueden tener un impacto negativo en el desarrollo social, emocional y académico de los jóvenes. Este artículo proporciona una visión comprensiva sobre qué son las conductas disruptivas, ofrece ejemplos específicos, y presenta estrategias efectivas para modificarlas tanto en niños como en adolescentes.
Las conductas disruptivas son comportamientos que interrumpen el entorno, ya sea en el hogar, la escuela o la comunidad. Estas conductas pueden manifestarse de diversas maneras y generalmente incluyen la desobediencia, la agresión, y la incapacidad de seguir normas y reglas. A menudo están asociadas con trastornos del comportamiento como el trastorno negativista desafiante (TND) y el trastorno de conducta (TC).
En los niños, las conductas disruptivas pueden presentarse de varias formas, incluyendo:
Modificar las conductas disruptivas en los niños requiere un enfoque estructurado y consistente. Aquí se presentan algunas estrategias efectivas:
El refuerzo positivo implica recompensar las conductas deseadas para aumentar su frecuencia. Las recompensas pueden ser elogios, tiempo de juego adicional o pequeños premios. Es importante que el refuerzo sea inmediato y consistente.
Los niños necesitan reglas claras y coherentes. Estas reglas deben ser comprensibles y aplicadas de manera constante por todos los cuidadores. Involucrar a los niños en la creación de estas reglas aumenta su disposición a seguirlas.
El tiempo fuera es una técnica que implica retirar al niño de una situación disruptiva para que tenga la oportunidad de calmarse y reflexionar sobre su comportamiento. Este método debe ser utilizado de manera consistente y en un entorno seguro.
Los adultos deben modelar las conductas que desean ver en los niños. Los niños aprenden observando y emulando a los adultos a su alrededor, por lo que es esencial que los padres y maestros demuestren comportamientos adecuados.
La TCC
es una intervención efectiva para modificar conductas disruptivas. Ayuda a los niños a identificar y cambiar pensamientos negativos y patrones de comportamiento desadaptativos.
Las estrategias para modificar conductas disruptivas en los adolescentes pueden ser más complejas debido a los cambios psicológicos y sociales que ocurren durante esta etapa. Aquí se presentan algunas técnicas clave:
Fomentar una comunicación abierta y respetuosa es crucial. Los adolescentes deben sentirse escuchados y comprendidos. La comunicación efectiva implica escuchar activamente y responder de manera empática.
Las consecuencias para las conductas disruptivas deben ser claras, justas y consistentes. Es importante que los adolescentes entiendan las consecuencias de sus acciones y, además, que se apliquen de manera equitativa.
La terapia individual o grupal puede ser muy beneficiosa para los adolescentes con conductas disruptivas. La TCC, la terapia familiar y la terapia de habilidades sociales son enfoques efectivos para abordar estos problemas.
Fomentar la participación en actividades extracurriculares puede canalizar la energía de los adolescentes hacia actividades constructivas y proporcionarles un sentido de pertenencia y logro.
Colaborar con el personal escolar para implementar planes de manejo del comportamiento puede ser crucial. Esto puede incluir la creación de programas de apoyo académico y emocional para ayudar a los adolescentes a manejar sus conductas disruptivas en el entorno escolar.
Afrontar las conductas disruptivas en niños y adolescentes es un desafío que requiere un enfoque multifacético y consistente. Es fundamental que los padres, los maestros y los profesionales de la salud mental trabajen juntos para implementar estrategias efectivas que promuevan un comportamiento positivo y el desarrollo saludable. Con el apoyo adecuado, los niños y adolescentes pueden aprender a manejar sus emociones y comportamientos de manera constructiva, lo que les permitirá prosperar en su vida personal y académica.
Joan Francesc Serra i Pla, Psicólogo clínico infantojuvenil adjunto en Hospital Quirónsalud Digital
La psicología infantil es una rama esencial de la psicología que se enfoca en el desarrollo y el bienestar emocional, cognitivo y social de los niños y los adolescentes. Comprender y abordar las necesidades psicológicas de los más jóvenes es crucial para su desarrollo integral y para la construcción de una sociedad saludable y funcional. Este artículo explora la definición, el origen, los tipos y la importancia de la psicología infantil, así como el papel fundamental del psicólogo infantil.
La psicología infantil se ocupa del estudio de los procesos mentales y conductuales de los niños y los adolescentes. Incluye la observación y el análisis de cómo los jóvenes experimentan el mundo, cómo se desarrollan a nivel cognitivo y emocional, y cómo interactúan con su entorno. Se abordan diversas áreas, como el desarrollo del lenguaje, la formación de la identidad, las emociones, las relaciones sociales y el aprendizaje.
La psicología infantil surgió como una disciplina reconocida a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Inicialmente, los estudios se centraron en el desarrollo cognitivo y la evolución de los procesos de pensamiento en los niños. Pioneros como Jean Piaget y Lev Vygotsky sentaron las bases del entendimiento moderno del desarrollo infantil, mientras que Sigmund Freud destacó la importancia de las primeras experiencias en la formación de la personalidad. Desde entonces, la psicología infantil ha evolucionado, integrando enfoques conductuales, humanistas y neuropsicológicos.
La psicología infantil y de la adolescencia se puede afrontar desde diversos ángulos dependiendo de las necesidades de cada paciente:
Se enfoca en los cambios evolutivos que ocurren a lo largo del crecimiento infantil, desde la infancia hasta la adolescencia, abarcando aspectos cognitivos, emocionales y sociales.
Explora cómo los niños aprenden y se desarrollan dentro del contexto escolar, considerando factores que influyen en el aprendizaje y las intervenciones necesarias para superar dificultades académicas.
Aborda trastornos emocionales y del comportamiento en niños y adolescentes, proporcionando diagnósticos y tratamientos
para condiciones como el TDAH, el TEA, la ansiedad, la depresión, etc.
Estudia cómo los niños y adolescentes interactúan con su entorno social, incluyendo la familia, los amigos y la comunidad, y cómo estas interacciones afectan su desarrollo psicológico.
Un psicólogo infantil evalúa, diagnostica y trata problemas emocionales, conductuales y del desarrollo en niños y adolescentes. Utiliza diversas técnicas, como la terapia del juego, la terapia cognitivo-conductual y la intervención familiar. Además, trabaja en colaboración con los padres, los maestros y otros profesionales que estén en contacto con el menor para crear un entorno de apoyo que promueva el bienestar del niño. La evaluación puede incluir pruebas psicológicas y observaciones directas, mientras que el tratamiento se adapta a las necesidades específicas de cada niño.
La psicología infantil es vital porque los primeros años de vida son críticos para el desarrollo del cerebro y la formación de la personalidad. Intervenciones tempranas pueden prevenir problemas futuros, fomentar la resiliencia y promover un desarrollo saludable. Los psicólogos infantiles ayudan a identificar y tratar problemas antes de que se agraven, apoyando a los niños en la superación de traumas, la mejora de sus habilidades sociales y académicas, y el desarrollo de una autoestima positiva.
Además, la psicología infantil no solo beneficia a los niños, sino también a sus familias y a la sociedad en general. Al promover el bienestar emocional y el desarrollo saludable de los niños, se contribuye a la formación de adultos más equilibrados y productivos, reduciendo así la incidencia de problemas de salud mental en la población general.
La psicología infantil es una disciplina fundamental que contribuye significativamente al bienestar y desarrollo integral de los niños y adolescentes. Desde su origen, ha evolucionado para abarcar diversos enfoques y técnicas, adaptándose a las necesidades cambiantes de la sociedad. Los psicólogos infantiles desempeñan un papel crucial en la detección y el tratamiento de problemas emocionales y conductuales, promoviendo un desarrollo saludable y una mejor calidad de vida para las futuras generaciones.
Joan Francesc Serra i Pla, Psicólogo clínico especialista en el ámbito infantojuvenil, adjunto en Hospital Quirónsalud Digital
El 30 de junio se celebra el Día Mundial de las Redes Sociales, una fecha que destaca la influencia y el alcance de estas plataformas en nuestras vidas cotidianas. Desde su aparición, las redes sociales han transformado la manera en que nos comunicamos, interactuamos y consumimos información. Sin embargo, este fenómeno también ha traído consigo una serie de desafíos y problemas, entre los que destaca la adicción a las redes sociales. Este artículo explora cómo detectar un problema con las redes sociales y las consecuencias psicológicas de dicha adicción, proporcionando herramientas y estrategias para abordar este creciente desafío.
La detección temprana de un problema con las redes sociales es crucial para prevenir una dependencia mayor y sus posibles consecuencias. Los signos de una adicción pueden variar, pero algunos indicadores comunes incluyen:
La adicción a las redes sociales puede tener varias consecuencias negativas tanto a nivel psicológico como físico:
En definitiva, las redes sociales, aunque son herramientas poderosas para la comunicación y el acceso a la información, también pueden convertirse en una fuente significativa de problemas si no se utilizan de manera equilibrada. En el Día Mundial de las Redes Sociales, que se celebra todos los años el día 30 de junio, es fundamental reflexionar sobre el impacto que estas plataformas tienen en nuestras vidas y tomar medidas proactivas para asegurar que su uso sea saludable y beneficioso. Detectar a tiempo los signos de un problema y entender las consecuencias de la adicción es el primer paso para abordar y mitigar estos efectos negativos
. La responsabilidad de los psicólogos en estos casos es proporcionar orientación y apoyo a aquellos que luchan con la adicción a las redes sociales, promoviendo un uso más consciente y equilibrado de estas plataformas.
Joan Francesc Serra Pla, Psicólogo clínico infantojuvenil adjunto de Hospital Quirónsalud Digital.
La anorexia y la bulimia nerviosa son dos de los trastornos de la conducta alimentaria más comunes que se caracterizan por un cambio en los hábitos de alimentación debido a una preocupación excesiva por aquello que se come. Este comportamiento, influye negativamente tanto en la conducta como en la salud física.
Tanto la anorexia como la bulimia nerviosa son trastornos graves que comparten algunos síntomas, pero tienen características y comportamientos distintos que conviene conocer para detectarlas lo antes posible.
A pesar de que en muchos casos se confunden, las diferencias entre la anorexia y la bulimia son bastante claras.
Las características principales de la anorexia nerviosa son:
Los síntomas físicos que suelen presentar quienes padecen anorexia son:
Por su parte, la bulimia nerviosa se caracteriza principalmente por:
Los pacientes con bulimia nerviosa, manifiestan lo siguientes síntomas físicos:
Una vez que se tienen claras las características de ambos trastornos, es más sencillo percibir sus diferencias:
Métodos de control del peso:
Anorexia nerviosa: se caracteriza principalmente por la restricción severa de la ingesta de alimentos.
Bulimia nerviosa: involucra ciclos de atracones seguidos de comportamientos compensatorios como el vómito o el uso de laxantes.
Peso corporal:
Anorexia nerviosa: las personas que la sufren suelen tener un peso significativamente bajo.
Bulimia nerviosa: aquellos que la padecen pueden tener un peso normal o incluso sobrepeso, a pesar de sus comportamientos extremos.
Percepción de la ingesta:
Anorexia nerviosa: la restricción es continua y persistente.
Bulimia nerviosa: hay episodios de pérdida de control seguidos de comportamientos extremos para evitar el aumento de peso.
Estos dos trastornos alimentarios presentan muchas semejanzas, motivo por el que a algunas personas les cuesta diferenciarlas. Las principales son:
Preocupación extrema por el peso y la forma corporal.
Distorsión de la imagen corporal.
Consecuencias graves para la salud física y mental.
Riesgo de complicaciones médicas y psicológicas, incluyendo la muerte en casos muy graves.
El tratamiento de la anorexia y la bulimia nerviosa debe constar de un abordaje multidisciplinar en el que intervengan profesionales de diversos ámbitos. En ocasiones las terapias son similares y en otras, cada uno de los trastornos requiere un proceso distinto:
1. Terapia psicológica:
El tratamiento psicológico
se basa en tres pilares principalmente:
Terapia cognitivo-conductual (TCC): ayuda a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos relacionados con la alimentación, la imagen corporal, los atracones o las conductas compensatorias. Es el más eficaz para la bulimia.
Terapia familiar: especialmente eficaz en adolescentes, involucra a la familia en el proceso de tratamiento para apoyar cambios saludables y mejorar la comunicación.
Terapia individual: puede incluir enfoques como la terapia dialéctico-conductual (TDC) o la terapia interpersonal para abordar problemas emocionales subyacentes.
Terapia interpersonal (TIP): se enfoca en mejorar las relaciones personales y la comunicación, abordando problemas interpersonales que pueden contribuir al trastorno.
Terapia dialectico-conductual (TDC): es útil para aquellos con síntomas severos o comorbilidades. Enseña habilidades para manejar las emociones intensas y reducir los comportamientos impulsivos.
2. Asesoramiento nutricional:
Trabajar con un dietista o un nutricionista especializado en trastornos alimentarios para desarrollar un plan de alimentación equilibrado que promueva una relación saludable con la comida es imprescindible una vez que el paciente ha reconocido que tiene una relación problemática con la comida.
3. Atención médica:
Para tratar los problemas de salud derivados de una mala alimentación, se requiere:
Supervisión regular de la salud física por un médico para monitorear el peso, los niveles de electrolitos y otras funciones corporales críticas.
En casos graves, puede ser necesaria la hospitalización o el tratamiento en un centro especializado para estabilizar el peso y tratar posibles complicaciones médicas como la erosión dental o la inflamación esofágica.
4. Medicación:
Aunque no hay medicamentos específicos aprobados para tratar la anorexia, algunos antidepresivos o antipsicóticos pueden ser útiles para paliar síntomas concurrentes como la depresión, la ansiedad o los trastornos obsesivo-compulsivos.
En el caso de la bulimia, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) presentes en los antidepresivos, como la fluoxetina, son eficaces para reducir los episodios de atracones y purgas, así como para tratar la depresión y la ansiedad concurrentes.
5.Grupos de apoyo:
Participar en grupos de apoyo donde las personas puedan compartir sus experiencias y recibir apoyo de otros que enfrentan desafíos similares.
En la prevención de los trastornos alimentarios deben intervenir diferentes agentes, entre los que destacan la familia, la comunidad científica y la sociedad en general.
1. Educación y concienciación:
Programas educativos en escuelas y comunidades para aumentar la conciencia sobre los trastornos alimentarios y promover una imagen corporal positiva.
Fomentar la educación sobre nutrición y hábitos alimentarios saludables desde una edad temprana.
2. Promoción de una imagen corporal saludable:
Desafiar y cambiar los estándares de belleza poco realistas en los medios de comunicación y en la cultura popular.
Promover la aceptación de la diversidad corporal y el respeto por diferentes formas y tamaños físicos.
3. Apoyo familiar y social:
Fomentar entornos familiares y sociales que apoyen la autoestima y el bienestar emocional.
Ofrecer recursos y apoyo a los padres o los cuidadores para que puedan reconocer signos tempranos de trastornos alimentarios y saber cómo responder adecuadamente.
4. Reducción del estrés y la presión:
Enseñar habilidades de afrontamiento para manejar el estrés y la presión académica, social y deportiva que pueden contribuir al desarrollo de trastornos alimentarios.
Promover el equilibrio entre las actividades académicas, recreativas y el descanso.
5. Atención a los factores de riesgo:
Identificar y apoyar a individuos con factores de riesgo elevados, como antecedentes familiares de trastornos alimentarios, perfeccionismo extremo o problemas emocionales.
Ofrecer acceso a servicios de salud mental para tratar problemas emocionales subyacentes antes de que se desarrollen en trastornos alimentarios.
La prevención, la detección y el tratamiento temprano son fundamentales para prevenir o frenar un trastorno de la conducta alimentaria. El estrés social, académico o deportivo al que están sometidos muchos adolescentes, sumado a los estándares de belleza social actuales y a las vulnerabilidades psicológicas personales, hacen que empezar a desarrollar un TCA sea más fácil de lo que imaginamos. Como sociedad y como individuos, podemos tener un papel muy importante en esta prevención, y debemos ser conscientes de ello.
Joan Francesc Serra i Pla, psicólogo clínico especialista en el ámbito infantojuvenil, adjunto en el Hospital Quirónsalud Digital.
La salud mental influye en las relaciones sociales y en el bienestar emocional. Cuidarla resulta fundamental para alcanzar la serenidad y la calidad de vida que todos buscamos. En este blog, profesionales expertos en psicología y psiquiatría nos invitan a profundizar en los distintos aspectos que influyen en la salud y bienestar mental con el objetivo de comprenderla, cuidarla y desterrar tabúes y estigmas.
Psiquiatría y Psicología delHospital Quirónsalud DigitalLa finalidad de este blog es proporcionar información de salud que, en ningún caso sustituye la consulta con su médico. Este blog está sujeto a moderación, de manera que se excluyen de él los comentarios ofensivos, publicitarios, o que no se consideren oportunos en relación con el tema que trata cada uno de los artículos.
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