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Blog del Sº de Cirugía Oral y Maxilofacial & Unidad de Odontología y Periodoncia Hospitalaria. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo

Del esquí y sus derivadas médicas

Desde luego que lo fácil en este post sería relatar cómo las ciencias de la traumatología y la fisioterapia se benefician de la experiencia acumulada tras años y años de trompazos en las pistas. Hay que agradecer en particular a miles de esquiadores anónimos su contribución a los conocimientos sobre la fisiopatología de la rodilla. Tampoco este post va a estar dedicado a la evolución de la vestimenta y los accesorios, aunque es muy reseñable que hasta hace menos de 20 años, era una ocurrencia exótica ver esquiadores con casco, y ahora llevar casco es la norma. Sí, jóvenes lectores: hace unos años, las mismas personas que ahora hiperprotegemos a nuestros pequeños, llevamos unas vidas ordenadas y previsibles y recomendamos en las instrucciones de funcionamiento del microondas no meter al gato dentro tras su baño semanal, esas mismas personas, digo, bajábamos por pendientes de hasta el 50% de desnivel, entre árboles, piedras, y otros esquiadores, con un gorrito de lana para proteger la cabeza (eso, los días de mucho frío).

esquí.esquí.

Lo que quería traer en este post es algo diferente. Son las similitudes sutiles entre la práctica del esquí y la práctica de la medicina y la cirugía. El esquí es uno de los deportes más absorbentes que existen. Cuando uno esquía, se pasa un día entero concentrado en la pista, los movimientos del resto de esquiadores, las irregularidades de la nieve, las colas en los remontes, el viento y el frío, la presión de las botas, la hora de cierre de la estación. Cuando digo concentrado, me refiero a una intensa concentración que hace desaparecer en la mente lo que ocurra en el resto del mundo. Y si uno sube a esquiar una semana entera (la situación ideal, en mi opinión, para un madrileño), esa burbuja de concentración sube casi a niveles tibetanos, si se me permite la analogía facilona. Esa combinación de los momentos perfectos de la nieve combinados con las dificultades cuando la climatología no acompaña, o la nieve está muy blanda o sembrada de placas de hielo, dan a la experiencia del esquí una riqueza inigualable. Porque, además, no lo olvidemos, el esquí de aficionado consiste exclusivamente en tirarse por una pendiente y luego volverse a tirar. Es, ni más ni menos, la versión elaborada del tobogán, con lo maravilla que es esa actividad para los niños pequeños.

Y en la medicina quizá haya algo de eso. Para mí, la concentración que exige la práctica de la medicina tiene un cierto parecido con la del esquí. Durante los años de aprendizaje, en la facultad, pero sobre todo en la residencia, la medicina llena todo el espacio vital. La intensidad de los momentos buenos y de los momentos malos es tanta, que deja poco espacio para el resto de la vida. Y ese arrinconamiento de la vida "de verdad" a veces pasa factura en las relaciones familiares, sociales y sobre todo de pareja, más si la pareja no pertenece al gremio sanitario. En la residencia estamos como en las primeras semanas de aprendizaje del esquí, en las que literalmente la única preocupación es conseguir guiar el esquí y evitar los porrazos. Ayuda mucho un buen profesor. Con el paso del tiempo y el aumento de los conocimientos y de las habilidades médicas, poco a poco la vida de verdad se abre paso de nuevo: ya podemos irnos de vacaciones sin traernos en la cabeza toda la planta de ingresados, e incluso años después nos podemos ir a cenar con amigos sin darles la tabarra con los asuntos médicos. Cuando ya uno gana confianza con el esquí no necesita tanta concentración tampoco. Puede dejar los esquís en el guardaesquís y charlar en la cena de cualquier cosa que no sean los derrapes, los arrastres o las palas (el nombre fino de las cuestas abajo).

Así que, emulando al gran Jesulín de Ubrique (aquel que metía a los toros en cualquier analogía), también es esquí tiene sus parecidos con la medicina. A lo mejor es que todas las actividades humanas se parecen en lo básico, sobre todo si involucran pasión y entrega.

La semana pasada estuve esquiando, como algún lector habrá astutamente sospechado. El tercer día de esquí salió malísimo, así que decidimos dedicar el día a otras actividades. En esos días es cuando uno descubre que el esquí es maravilloso, hasta el punto en que sólo hay una cosa en el mundo mejor que esquiar, y es… no esquiar. Y en esto es en lo que definitivamente más se parece el esquí a la medicina.

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Sobre este blog

Las enfermedades de la cara y al cuello son extraordinariamente importantes por afectar a zonas del cuerpo críticas en el día a día de todo ser humano. Comer, masticar, respirar sin dificultad, dormir y descansar, e incluso sonreír son actividades que damos por supuestas pero que pueden verse afectadas gravemente tras traumatismos, tumores, infecciones o por enfermedades congénitas. El cirujano maxilofacial es el especialista central en estas enfermedades. Tanto el punto de vista médico, como el quirúrgico, como la repercusión social y personal de la patología de la cabeza y cuello son importantes para atender y cuidar apropiadamente a nuestros pacientes. Sin olvidar, claro está, a los odontoestomatólogos, periodoncistas, ortodoncistas y odontopediatras con los que trabajamos en estas tareas. En este blog describimos situaciones clínicas, informamos sobre tratamientos, y reflexionamos sobre lo que significa ser médico y cirujano maxilofacial en estos tiempos de cambio y avance continuo. Todo el equipo del Servicio de Cirugía Maxilofacial estaremos encantados de atenderte.

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