Quirónsalud
Blog del Sº Endocrino. H.U. Quirónsalud Madrid, Ruber Juan Bravo, San José y Tres Cantos
En determinadas situaciones clínicas, es necesario mantener un adecuado estado nutricional, ya que influirá significativamente en el pronóstico de la enfermedad.
El ejemplo más claro es el paciente oncológico, en los cuales el estrés derivado por la enfermedad y los tratamientos puede suponer que no alcancen los requerimientos mínimos de energía y nutrientes y, con ello, una pérdida de peso que dé lugar a un empeoramiento del pronóstico. Para disminuir el riesgo de desnutrición, existen los suplementos nutricionales, aunque también hay trucos para enriquecer los alimentos incrementando su valor calórico. Por ejemplo:
En la consulta de nutrición te explicaremos más en detalle estas pautas y te daremos ejemplos de preparaciones donde poder añadirlas.
Muchos pacientes en consulta comentan que se están suplementando con magnesio, bien porque han escuchado que es bueno para todo, bien porque se lo ha recomendado alguien de su entorno. Sin embargo, no todos los magnesios son iguales y no todas las formas de magnesio actúan de la misma manera. En este post, vamos a repasar las formas más conocidas, ya que el magnesio tiene un efecto u otro en función de la sal a la que vaya asociada.
Los diferentes tipos de sales de magnesio pueden tener diferentes efectos en el organismo debido a la forma en que se absorben y a las moléculas a las que se unen:
En general, las formas orgánicas del magnesio (citrato, bisglicinato, taurato y malato) se absorben mejor que las formas inorgánicas (cloruro, óxido y carbonato).
Cada paciente debe saber cual es el objetivo principal de su suplementación con magnesio para elegir la sal más conveniente y así obtener el beneficio buscado.
Se considera que el SII es el resultado de una combinación de factores fisiológicos, psicológicos y ambientales.
Algunos de los factores que contribuyen a su desarrollo son:
- Interacción intestino-cerebro: las señales mal coordinadas entre el cerebro y los intestinos pueden hacer que el cuerpo reaccione de forma exagerada a los cambios normales que ocurren en el proceso digestivo, lo que lleva a dolor, diarrea o estreñimiento.
- Contracciones musculares anormales en el intestino: las paredes de los intestinos están revestidas con capas musculares que se contraen para mover los alimentos por el tracto digestivo.
- Aumento de la sensibilidad intestinal (hiperalgesia visceral).
- Factores psicológicos: el estrés y la ansiedad pueden empeorar los síntomas del SII, aunque no parecen ser la causa de la patología.
- Infecciones gastrointestinales: algunas personas desarrollan SII tras una infección gastrointestinal grave.
- Intolerancias o sensibilidades alimentarias: la mejor forma de detectar una asociación entre los síntomas del SII y la sensibilidad alimentaria es eliminar
sistemáticamente ciertos grupos de alimentos bajo supervisión médica o de un nutricionista.
- Cambios en la microbiota intestinal.
- Factores genéticos: las investigaciones sugieren que los genes pueden hacer que algunas personas sean más propensas a desarrollar el SII.
La alergia a la leche en realidad es una alergia a la proteína de la leche de vaca, mientras que la intolerancia a la lactosa es la dificultad para absorber el azúcar presente en la leche llamado lactosa.
La alergia a la leche es una afección que suele darse por la fracción proteica de la leche. La leche de vaca es la causa usual de alergia a la leche, pero la leche de oveja, cabra, búfala y otros mamíferos también puede causar esta reacción.
La intolerancia, por su parte, se da directamente por el hidrato de carbono o azúcar de la leche, llamada lactosa, que a su vez está compuesta por glucosa y galactosa (son moléculas simples).
Lo que ocurre en la intolerancia a la lactosa es que el cuerpo no produce una enzima encargada de permitir su ruptura y absorción.
La principal diferencia entre la alergia y la intolerancia a la leche radica en su origen. La alergia es una reacción del sistema inmunológico del cuerpo, mientras que en la intolerancia no hay respuesta inmune involucrada. Además, es importante destacar que las alergias son menos comunes que las intolerancias.
Otra distinción clave es que cada condición se desencadena por diferentes componentes de la leche: la alergia suele ser provocada por las proteínas de la leche, mientras que la intolerancia está relacionada con el azúcar, específicamente la lactosa.
El tratamiento para estas dos condiciones también varía. Los síntomas comunes de la intolerancia a las proteínas de la leche o a la lactosa incluyen problemas digestivos como hinchazón, gases y diarrea tras el consumo de productos lácteos.
Si ya cuentas con un diagnóstico médico de alguna de estas afecciones, es fundamental que revises las etiquetas no solo de los alimentos, sino también de los medicamentos que consumes. Mantener una dieta adecuada es esencial para tu bienestar. Por ello, parte del tratamiento debe ser guiado por un nutricionista, quien podrá diseñar un plan alimenticio adaptado a tus necesidades individuales.
Recuerda que cuidar tu salud comienza con una buena información y atención profesional. ¡No dudes en buscar ayuda!
La dieta juega un papel fundamental en el manejo del SIBO. Una alimentación adecuada puede ayudar a controlar los síntomas y mejorar la salud intestinal. A continuación, te presentamos algunas estrategias dietéticas recomendadas:
1. Dieta Baja en FODMAPs
Los FODMAPs son un grupo de carbohidratos fermentables que pueden causar síntomas digestivos en personas con SIBO. Una dieta baja en FODMAPs puede ayudar a reducir la producción de gases y la hinchazón. Algunos ejemplos de alimentos altos en FODMAPs incluyen:
2. Dieta Específica de Carbohidratos (SCD)
La SCD es una dieta que elimina carbohidratos complejos y azúcares refinados, limitando las fuentes de alimentos que alimentan a las bacterias en el intestino delgado. Se centra en alimentos naturales y no procesados, como frutas, verduras, carnes y nueces.
3. Dieta Paleo
La dieta Paleo se basa en el consumo de alimentos enteros y no procesados, similar a lo que comían nuestros ancestros. Elimina granos, lácteos y alimentos procesados, lo que puede ayudar a reducir la inflamación y mejorar la salud intestinal.
4. Suplementación y Protocolo de Tratamiento
Además de la dieta, el tratamiento del SIBO puede incluir el uso de antibióticos, probióticos y suplementos específicos. Es importante trabajar con un profesional de la salud para desarrollar un plan de tratamiento adecuado que incluya:
El manejo del SIBO requiere un enfoque integral que combine cambios en la dieta, tratamiento médico y ajustes en el estilo de vida. Al entender cómo los alimentos impactan en el intestino, puedes tomar medidas informadas para reducir los síntomas y mejorar tu bienestar general. Recuerda que cada persona es única, por lo que es fundamental consultar a un profesional de la salud antes de realizar cambios drásticos en la dieta.
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