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Blog del Dr. Daniel Martín Fernández-Mayoralas. Neurología. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y Hospital Universitario Quirónsalud Madrid

  • Cuando tu hijo no puede esperar: la vejiga hiperactiva en la infancia

    Imagina la escena: llegas con tu hijo a casa después de un día largo. Has subido en el ascensor, sacas las llaves, y de repente tu hijo empieza a dar saltitos, cruzar las piernas y decir: "¡Me hago pis, me hago pis!". Apenas os da tiempo a abrir la puerta del piso, y a veces no lo consigue.

    Aunque a muchos padres les parece una anécdota graciosa o "algo normal en los niños", cuando este tipo de situaciones se repite con frecuencia, puede ser señal de un problema: la vejiga hiperactiva.

    ¿Qué es la vejiga hiperactiva?

    La vejiga es como un globo que se llena y se vacía. En la mayoría de los niños, hacia los 4 o 5 años ya han aprendido a controlarla: saben cuándo está llena y pueden esperar hasta llegar al baño.

    Pero en algunos casos, la vejiga "se adelanta" y manda una señal de urgencia antes de estar completamente llena. El niño siente una necesidad repentina y muy difícil de frenar, como si el cuerpo le gritara: "¡Ve al baño ya o te mojas!".

    Esto es lo que llamamos síndrome de vejiga hiperactiva. Se produce en ausencia de causas neurológicas, anatómicas u orgánicas identificables y se manifiesta con:

    Ganas repentinas e intensas de orinar, es decir, urgencia urinaria (sensación súbita y difícil de posponer de necesidad de orinar) con o sin incontinencia urinaria (la dificultad para retener acaba con escapes de orina).

    Micciones muy frecuentes durante el día (aumento en la frecuencia miccional).

    En algunos casos, también enuresis nocturna (nicturia).

    Según los criterios diagnósticos internacionalmente aceptados por la International Children’s Continence Society y otras sociedades científicas, no existe un número mínimo específico de episodios de urgencia urinaria requerido para establecer el diagnóstico de vejiga hiperactiva pediátrica.

    ¿Por qué ocurre?

    No se trata de que tu hijo sea "vago" o que "no sepa aguantarse". La explicación está en cómo madura su sistema nervioso.

    El control de la vejiga no depende solo de los riñones o de la vejiga misma: el cerebro juega un papel fundamental. Varias zonas cerebrales están implicadas en decidir si "aguantar" o "dejar salir" la orina:

    Corteza prefrontal: es la parte del cerebro encargada del autocontrol y de tomar decisiones conscientes. Gracias a ella, el niño puede "decidir" esperar hasta encontrar un baño. Cuando esta zona todavía está madurando, la capacidad de frenar el impulso no siempre funciona.

    Giro cingulado anterior (en azul hasta el punto blanco): actúa como una especie de "alarma interna". Evalúa la sensación de urgencia y la convierte en prioridad ("esto es importante, hay que ir al baño ya"). Si esta alarma se activa demasiado pronto, aparece la urgencia exagerada.

    Tronco del encéfalo: coordina los reflejos básicos de la micción. Es como el "piloto automático" que abre o cierra la vejiga sin que pensemos en ello.

    Lóbulo frontal en general (en rojo): sigue madurando hasta la adolescencia. Por eso algunos niños mejoran con el tiempo: sus circuitos de control se van reforzando poco a poco.

    En resumen, cuando hablamos de vejiga hiperactiva, hablamos de un reloj desajustado entre la vejiga y el cerebro. El "globo" de la orina manda señales demasiado pronto, y los centros cerebrales que deberían frenar ese impulso todavía no siempre responden con eficacia.

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    Visión de la corteza cerebral desde su cara interna (ver texto).

    El papel del condicionamiento: la "llave en la cerradura"

    Además de la maduración cerebral, hay algo muy curioso: el condicionamiento. Igual que los perros de Pavlov salivaban al oír la campanita porque la asociaban con la comida, muchos niños (y también adultos) asocian la llegada a casa con la necesidad urgente de orinar. Basta con entrar al portal, esperar el ascensor o girar la llave de la puerta para que la vejiga se active como si fuese un resorte. Por eso esa famosa escena de "me orino delante de la puerta" no es solo un chiste: refleja cómo el cerebro, sin que lo notemos, puede ligar ciertos lugares o rutinas con el impulso de vaciar la vejiga.

    Factores que influyen

    Historia familiar: a veces los padres tuvieron problemas similares en la infancia.

    Estreñimiento: cuando el intestino está lleno, presiona la vejiga y la irrita.

    Ansiedad: la preocupación o el estrés pueden disparar la urgencia.

    TDAH u otros trastornos del desarrollo: en algunos niños, la dificultad para regular impulsos también afecta al control de esfínteres. Este vínculo no significa que todos los niños con TDAH tengan problemas urinarios, pero sí se observa con frecuencia que ambos problemas caminan de la mano. ¿Por qué ocurre? El TDAH no afecta solo a la atención o al comportamiento en clase: está relacionado con cómo el cerebro regula los impulsos en general. Y el control de la vejiga es, en buena parte, un asunto de autocontrol.

    Los niños con TDAH suelen tener más dificultad para inhibir respuestas automáticas. Igual que les cuesta esperar su turno o frenar una acción impulsiva, también pueden tener problemas para "frenar" el reflejo de orinar cuando la vejiga aprieta.

    La corteza prefrontal, que es la región del cerebro encargada de la planificación, la regulación de la conducta y la capacidad de posponer gratificaciones, suele mostrar una maduración más lenta en el TDAH. Esto impacta directamente en la capacidad de aguantar las ganas de orinar hasta llegar a un baño.

    El giro cingulado anterior, implicado en priorizar y evaluar qué urgencia atender, puede enviar señales de alarma desproporcionadas, de modo que el niño percibe como inaplazable lo que en otros casos se podría controlar.

    ¿Qué se observa en la práctica? Mayor riesgo de incontinencia diurna (escapes durante el día).Más episodios de enuresis nocturna (mojar la cama después de la edad esperada). Dificultad para seguir rutinas de baño regulares, porque a menudo están distraídos o demasiado centrados en otras actividades.

    Mayor impacto emocional: si ya de por sí un niño con TDAH puede sentirse diferente o criticado en la escuela, sumar los escapes de orina aumenta la vergüenza y la ansiedad. El círculo se retroalimenta: la hiperactividad y la impulsividad favorecen los escapes, y los escapes generan tensión y estrés, lo que a su vez agrava la urgencia urinaria.

    En bastantes niños, al mejorar los síntomas del TDAH con estrategias educativas o, curiosamente, pero de forma frecuente, con el tratamiento farmacológico, también mejora el control de esfínteres.

    ¿Cómo afecta al niño?

    Más allá de los escapes y la incomodidad, la vejiga hiperactiva puede tener un impacto importante en la vida del niño:

    Autoestima: se sienten distintos o avergonzados, sobre todo si tienen accidentes en el colegio o en juegos con amigos.

    Relaciones sociales: evitan excursiones, fiestas de pijamas o campamentos por miedo a "hacerse pis".

    Rutina familiar: los padres viven en alerta constante, buscando siempre un baño cercano o cargando ropa de recambio.

    ¿Qué se puede hacer?

    La buena noticia es que la mayoría de los niños mejoran solos, con medidas sencillas y, en sólo en algunos casos, con ayuda médica.

    Algunas recomendaciones:

    Rutinas de baño: animar al niño a orinar cada 3-4 horas, incluso si dice que no tiene ganas. Aunque la programación de micciones regulares junto con la educación familiar y el refuerzo positivo es una intervención segura, apropiada y eficaz para la mayoría de los niños con urgencia urinaria situacional sin patología neurogénica, según la International Children’s Continence Society y la literatura médica relevante, creo que no hay que ser excesivamente estricto, se trata más de adquirir hábitos lógicos (orinar antes de acostarse, antes de un viaje, por ejemplo) que de convertir las rutinas en una tiranía insoportable para el niño. En resumen: La evidencia y las recomendaciones actuales de la International Children’s Continence Society y la literatura médica relevante apoyan que las rutinas programadas de micción deben implementarse de manera flexible, adaptándose a las necesidades y contexto del niño, y no de forma estricta o rígida. El objetivo principal de la uroterapia estándar es promover hábitos miccionales saludables y sostenibles, evitando que las intervenciones se conviertan en una carga o generen resistencia en el niño.

    Beber bien: evitar tanto el exceso como la falta de líquidos; reducir refrescos o bebidas con cafeína.

    Manejar el estreñimiento: más agua, frutas, verduras y, si hace falta, ayuda del pediatra. Muy útil.

    Apoyo emocional. Explicarle que no es su culpa y que no está solo.Nunca castigar ni regañar por los accidentes, sino reforzar los logros.

    Trabajo conjunto entre pediatra, urólogo (en edad pediátrica, en España, el Cirujano infantil) y con menos frecuencia con psicólogo/neurólogo infantil: tratar la vejiga y el TDAH a la vez mejora los resultados.

    En algunos casos, cuando las medidas básicas no son suficientes, el pediatra o el urólogo infantil pueden recomendar tratamientos específicos, como medicamentos o terapias de estimulación eléctrica, siempre adaptados a la edad y necesidades del niño.

    En resumen

    La vejiga hiperactiva en los niños es mucho más que un "problemilla de pis". Es una condición frecuente, con raíces neurológicas y conductuales, que puede marcar la vida escolar y social si no se atiende a tiempo. El diagnóstico se basa en la presencia recurrente de urgencia urinaria (sensación súbita y difícil de posponer de necesidad de orinar), con o sin incontinencia, generalmente acompañada de aumento en la frecuencia miccional y, a veces, nicturia, en ausencia de causas neurológicas, anatómicas u orgánicas identificables.

    Si tu hijo es de los que siempre tiene que correr al baño, si llega al portal y parece que no aguanta ni un segundo más, o si sigue mojando la cama con frecuencia después de los 6-7 años, no lo ignores ni lo regañes. Consulta con su pediatra: cuanto antes se detecte, antes se puede ayudar, pero no suele ser un diagnóstico "preocupante".

    Y recuerda: detrás de cada "carrera desesperada al ascensor" puede haber un cerebro y una vejiga que todavía están aprendiendo a coordinarse. Con paciencia, estrategias adecuadas y apoyo, casi todos los niños logran superar este obstáculo y vivir su infancia con confianza y tranquilidad.

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  • Enuresis nocturna en niños (II)

    La consulta típica es la primaria y monosintomática, generalmente en edad escolar y con gran preocupación o angustia de los padres y/o del niño, mayor cuando más edad; siendo más grave en la preadolescencia, donde los pacientes experimentan dificultades psicosociales. En general la enuresis nocturna se asocia a deterioro de la calidad de vida, trastornos del sueño, ansiedad, menor autoestima y bajo rendimiento académico. Es habitual que los padres describan historias o experiencias familiares en ellos o sus familias.

    El médico evaluará el problema. Adelanto que "las pruebas" (análisis, radiografías, ecografías, etc) solo deben hacerse (si son necesarias, que raramente lo son) después (no antes) de una buena historia clínica y una buena exploración física.

    Enuresis nocturnaEnuresis nocturna

    Se valorará el patrón de crecimiento, desarrollo e hitos de maduración del niño; hábitos diurnos de micción; síntomas anormales como incontinencia diurna, urgencia urinaria o retención con maniobras de sujeción; chorro de orina anormal; micción forzada; hábitos de defecación; estreñimiento, y trastornos del sueño como ronquidos y apneas. También cuanto líquido bebe por el día (y antes de dormir) y sus preocupaciones psicosociales y escolares, así como situaciones estresantes en el ámbito familiar y el posible impacto emocional de la enuresis.

    La mayoría de los pacientes con enuresis primaria tienen un examen físico normal. Se deben examinar los sistemas urogenital, gastrointestinal y hacer una evaluación neurológica, tono, fuerza, reflejos y la sensibilidad de los miembros inferiores. Si todo es normal, el único estudio de laboratorio recomendado es el análisis de orina (descartando infección, presencia de sangre, azúcar, acetona y densidad muy baja). El resto de "`pruebas" quedan para los casos complicados, secundarios, polisintomáticos o que no responden al tratamiento

    El tratamiento (seguimos hablando de la enuresis primaria mono sintomática) debe empezar por la información, la educación de hábitos, la modificación de la conducta, y brindar tranquilidad al niño y la familia. Las modificaciones de la conducta comprenden limitar la ingesta nocturna de líquidos 2 horas antes de acostarse y la de productos lácteos 4 horas antes de acostarse, eliminar las bebidas con cafeína (que no solo está en el café), y orinar antes de dormir.

    Las otras dos opciones de tratamiento de primera línea incluyen la terapia de alarma y la administración de un medicamento llamado "desmopresina" (ambas más efectivas que la modificación de la conducta sin más, aunque ésta no debe suprimirse).

    La alarma es un dispositivo con un sensor que suena en contacto con la humedad de la orina para despertar al niño al comienzo de la micción, quien debe caminar hasta el baño para completarla. Con ello hay cambios en la activación del sueño relacionados con la micción y la generación de una respuesta condicionada, y aumento de la capacidad de la vejiga. Es la estrategia más eficaz, sin embargo, es el método más difícil de emplear: debe usarse todas las noches, puede tardar 3 a 4 meses hasta tener resultados; a veces el paciente no se despierta con el sonido de la alarma, y el progenitor debe llevarlo al baño. Muchos niños se despiertan más de una vez por noche, lo que puede resultar estresante para la familia. La alarme funciona mejor cuanto mayor es el niño. Las ventajas de la terapia de alarma son que ofrece una curación real, sin reincidencia ni efectos adversos. Un paciente se considera curado si ha usado la alarma durante un mes y esta no se activa porque permanece seco.

    La desmopresina es un medicamento análogo a la hormona hipofisaria (arginina-vasopresina), que regula la absorción de agua en el riñón, y durante el sueño se reduce la producción de orina. Está aprobada para el tratamiento de la enuresis primaria en los niños mayores de 6 años. Actúa de inmediato. El tratamiento es diario, nocturno, en comprimidos, evitando beber líquidos una hora antes y 8 horas después; se debe administrar durante al menos 2 a 6 semanas para evaluar la eficacia y mantenerlo durante 3 meses antes de la suspensión. Se aconseja una retirada gradual a fin de reducir la tasa de recaída,

    A veces, en los casos en que también hay enuresis por el día, o fracasa la desmopresina sola, se asocian medicamentos llamados "anticolinérgicos".

    Últimos consejos: Ya dicho: no se alarmen entes de tiempo. No es una enfermedad grave y tiene tratamiento y curación. Nunca regañen ni ridiculicen al niño, ni le comparen con hermanos, primos u otros niños "que no se hacen pis en la cama, y tú sí" (esto es nefasto). Manden al niño a orinar antes de acostarse (y anímenlo a hacerlo cada 2-3 horas durante el día). No le despierte cada dos por tres por la noche "por si hace pis" (ello altera su patrón de sueño). Felicítelo cuando se ha haga pis, y de vez en cuando dele un "premio" (otro premio, la felicitación es el mejor). Si van a otras casas por la noche o a campamentos, el niño debe ir con ropa interior de recambio o desechable y un bóxer por encima (en el comercio venden ropas especiales para estos casos), o hablar con los otros padres o el monitor del campamento sobre el problema.

  • Enuresis nocturna en niños (I)

    La enuresis es la emisión involuntaria de orina cuando ya no debería ocurrir. La enuresis nocturna es la que ocurre por la noche y siempre (repito, siempre) cuando el niño duerme ("el niño se hace pis en la cama"). Es 3 veces más frecuente en los varones. Por encima de los 6 ó 7 años requiere tratamiento (pues es tratable y con buenos resultados). Por debajo de los 5 años no se considera anormal (aunque los padres suelen preocuparse antes, y consultar). Entre los 5 y los 7 años, dependiendo de la preocupación paternal, puede (y suele) requerir consulta médica.

    Antes de pasar adelante, lo importante es saber que:

    Enuresis nocturnaEnuresis nocturna

    • Tiene tratamiento (efectivo casi siempre)
    • Espontáneamente tiende a la curación con la edad. Hasta un 25% de niños de 5 años tiene episodios de enuresis nocturna, solo un 10-15% a los 6-8 años y solo un 4% a los 10-12 años. Sin tratamiento, la enuresis tiene una tasa de curación espontánea de alrededor del 15% por año, aunque puede persistir hasta la edad adulta con tasas de pre-valencia de 1-3%.

    Puede ser primaria cuando nunca hubo continencia o no hubo más de 6 meses de control vesical; es el 80% de los casos) o secundaria cuando sí la hubo más de 6 ó más meses seguidos, y dejó de haberla. Puede ser monosintomática cuando solo existe la enuresis; es la mayoría o polisintomática, cuando además hay otros síntomas urinarios o también enuresis por el día.

    Nos ocuparemos, en general, de la primaria y monosintomática, aunque diremos que, entre las secundarias, el estreñimiento puede ocasionarla por presión de un intestino lleno sobre la vejiga de la orina, y los padres no suelen relacionarlo; también las situaciones estresantes y los trastornos del sueño (como la apnea del sueño y otras). Otras causas (más raras) serían la diabetes, hipotiroidismo, infecciones, enfermedad renal, hiperactividad, etc. En principio los padres deben saber que lo más probable es que estas causas raras no sean el origen de la enuresis, y no alarmarse ni alarmar al niño innecesariamente; simplemente, digan al médico lo que ocurre.

    Hay una incidencia familiar grande: si la tuvo uno de los progenitores el riesgo de padecerla es del 43%, y si la tuvieron ambos, es del 77%. Pero ello no quiere decir que "se herede". Los padres pueden no haberla tenido nunca.

    Los factores implicados son tres: el cerebro (dificultad para despertarse cuando se está dormido), una vejiga"inmadura" que no funciona aún del todo bien, y alteraciones del ritmo "circadiano" (ritmo vigilia-sueño, el que hace que estemos activos de día y durmamos por la noche); ello contribuye a una vejiga de la orina con poca capacidad y que se llena enseguida, una mayor producción de orina durante el sueño (al revés de lo que es normal) y una falta de "excitación" de la vejiga cuando se llena (la que hace que sintamos ganas de orinar). También puede haber una ingesta excesiva de agua por el día o antes de dormir (que el médico valorará adecuadamente).

    En los niños pequeños las conexiones entre el cerebro y la vejiga de la orina son inmaduras, y la vejiga de libera cuando está llena, sin más. Más tarde estas conexiones maduran y el niño aprende a controlar cuando vaciar su vejiga. Esto ocurre antes por el día que por la noche.


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