Quirónsalud
Blog del Dr. Daniel Martín Fernández-Mayoralas. Neurología. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y Hospital Universitario Quirónsalud Madrid
En el programa "La entrevista de Radio 5" de Radio Nacional de España el Dr. Daniel Martín Fernández-Mayoralas, neuropediatra de los Hospitales Universitarios Ruber Juan Bravo y Quirónsalud Madrid, conversa con Miguel Angel Domínguez sobre el origen, diagnóstico y tratamiento de las personas con trastorno del espectro autista (TEA).

¿Qué es el síndrome X frágil?
El síndrome de X frágil (FXS) es un trastorno genético neurológico, ligado al cromosoma X, que afecta a la capacidad intelectual y el comportamiento. Se trata de la causa hereditaria más común de discapacidad intelectual y afecta a varones y mujeres, pero de forma diferente.
¿A qué edades se suele diagnosticar?
En los varones suele presentarse como un retraso psicomotor desde las primeras edades, asociada a una hipotonía generalizada de leve a moderada. El fenotipo, esto es, el aspecto físico, tiene ciertas peculiaridades, aunque con frecuencia se percibe de forma característica cuando son más mayores. El lenguaje está afectado de forma constante y de forma aún más llamativa que el retraso motor, por lo que suelen acudir a consulta sobre los 15-18 meses y es ahí cuando suele sospecharse y consecuentemente diagnosticarse, aunque hay casos de diagnóstico más precoz, y desgraciadamente, mucho más tardío.
¿Existe algún procedimiento para detectarlo? ¿En qué consiste?
El retraso psicomotor y del lenguaje hacen saltar las alarmas. Junto al trastorno comunicativo de predominio expresivo, es frecuente la evitación del contacto ocular y ciertos rasgos que pueden observarse en el trastorno del espectro autista como las estereotipias o ciertas rigideces y obsesiones. Además, el fenotipo peculiar (cara alargada, frente amplia, mentón prominente y pabellones auriculares grandes y despegados) ayuda a intuir el diagnóstico. Ante dicha sospecha es conveniente realizar el estudio genético pertinente para diagnosticar el FXS.
¿Afecta más a los hombres o a las mujeres?
Al tener un cromosoma X extra para compensar, las mujeres padecen manifestaciones clínicas más leves, con un aspecto físico mucho menos evidente, salvo excepciones. Del mismo modo, los síntomas comentados previamente son casi siempre más leves, destacando cierta timidez, ansiedad, trastorno de atención y/o problemas de aprendizaje. Más de la mitad de las mujeres afectadas tienen un cociente intelectual normal.
¿Es una enfermedad hereditaria?
Efectivamente. El FXS es un trastorno ligado al cromosoma X. Es causado por una variante de pérdida de función en el gen de la ribonucleoproteína mensajera frágil X 1 (FMR1) ubicado en Xq27.3, lo que resulta en niveles disminuidos o ausentes de la fragile X mental retardation protein (FMRP). En más del 99% de los casos, la pérdida de función es causada por una expansión inestable de una repetición de trinucleótidos (esto es, de bases nitrogenadas que están repetidas más veces de lo que deberían). Por este motivo, existen dos niveles clínicamente significativos de la expansión. La mutación completa, con una expansión de más de 200 repeticiones, y la premutación, con una expansión más pequeña de entre aproximadamente 50 a 55 y 200 repeticiones, donde no se produce el fenotipo clásico del FXS, debido a que los niveles de FMRP son casi normales, pero que con el tiempo puede conducir a éste en una o más generaciones. Además, puede ocasionar en algunos individuos temblor y ataxia en la edad madura y en las mujeres un fallo ovárico prematuro.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Las características clínicas del FXS varían según el estado de la mutación del gen FMR1 (mutación completa versus premutación), obviamente el sexo, el grado de metilación del gen y la magnitud del déficit de la proteína FMRP. Los varones con la mutación completa, además del retraso psicomotor (hipotonía junto a hiperlaxitud articular, particularmente de los pulgares, dedos y muñecas), del lenguaje y los rasgos "autistoides" (que la mayor parte de las veces no llegan a configurar un autismo completo), ya comentados, hay otros datos interesantes, como el agrandamiento testicular (volumen >25 mL después de la pubertad) después, al menos, de los 8 años de edad.
Casi la totalidad de los varones afectados presentan discapacidad intelectual con afectación moderada, aunque se ha identificado a un pequeño grupo con un funcionamiento intelectual límite. Más de la mitad presentan trastorno por déficit de atención / hiperactividad.
En ocasiones pueden existir crisis epilépticas, estrabismo y prolapso de la válvula mitral, entre otros síntomas.
¿Qué es el gen FMR1? ¿En qué se diferencia de otros?
El gen FMR1 se diferencia de otros en que se encarga de codificar la proteína FMRP. La elongación de las repeticiones CGG (las bases nitrogenadas que comentábamos) permite la hipermetilación de FMR1, lo que resulta en una transcripción deteriorada y una producción reducida de FMRP, dado que la metilación del ADN "apaga" la actividad del gen, impidiendo así la transcripción génica y por lo tanto de la proteína FMRP. Los niveles más bajos de ésta se relacionan con síntomas más graves en el SXF, dado que FMRP, muy presente en el sistema nervioso, se ensambla con otras proteínas formando complejos cruciales para el desarrollo adecuado de las neuronas y sus prolongaciones (sobre todo de las dendritas), procura una plasticidad correcta de las sinapsis (los contactos y conexiones entre neuronas) y también de sus canales iónicos (esto es, de la neurotransmisión).
¿Tiene cura?
Desgraciadamente no tiene cura. Sin embargo, su diagnóstico es importante para realizar precozmente una evaluación multidisciplinar que contemple las evaluaciones del desarrollo adecuadas (incluyendo el habla y el lenguaje, atención, habilidades académicas, resolución de problemas usando información visual, motricidad fina y gruesa) para la planificación de la estimulación del desarrollo temprano/intervención temprana del niño y los programas educativos especiales.
Es importante una evaluación conductual y psicológica para evaluar habilidades cognitivas, comportamiento adaptativo, problemas de concentración o atención, ansiedad, síntomas emocionales como la depresión, síntomas obsesivo-compulsivos y agresión o irritabilidad. Las intervenciones conductuales pueden ser efectivas para promover habilidades de afrontamiento y reducir comportamientos problemáticos (por ejemplo, agresión, comportamientos estereotipados, autolesiones). La intervención psicofarmacológica se individualiza según los síntomas (por ejemplo, falta de atención, hiperactividad, ansiedad, inestabilidad del estado de ánimo) y debe ser monitoreada de cerca.
Por supuesto, la evaluación médica es de sumo interés para detectar la presencia de problemas médicos asociados, incluidos problemas de alimentación, reflujo gastroesofágico, hipotonía, laxitud articular (incluyendo pies planos, hernia inguinal, escoliosis, etcétera), prolapso de la válvula mitral, crisis epilépticas, estrabismo y otitis media recurrente.
¿Por qué es importante detectarlo lo antes posible?
Por un lado, porque las terapias aumentan su efectividad cuando se implantan precozmente en el desarrollo del niño (de ahí el término "atención temprana"). Además, las familias de personas con FXS deben ser referidas a un genetista para una discusión detallada sobre la herencia de la mutación de FMR1 y la prueba de otros miembros de la familia, lo que debe realizarse pronto, por motivos obvios.

Comentamos esta epilepsia autolimitada (benigna) de la infancia, dada la alta frecuencia con la que se observa en las consultas, lo que puede despertar el interés de muchas personas.
La epilepsia autolimitada con crisis autonómicas (SeLEAS, por sus siglas en inglés), antes denominada como epilepsia occipital benigna de la infancia de inicio temprano o síndrome de Panayiotopoulos (SP) es una afección benigna que presenta alta incidencia en la infancia, caracterizada por una predisposición a crisis autonómicas, a veces de larga duración (entre 6 y puntualmente 30 minutos o más), especialmente relacionadas con el sueño, justo o poco antes, durante o poco después del mismo. Estudios independientes han confirmado este síndrome en cientos de niños de todas las razas y países. Suele presentarse entre los 12 meses y 13 o 14 años de edad, pero la inmensa mayoría debutan entre los 3 y 6 años. El SP es la causa específica más común de estado epiléptico no febril en la infancia y la segunda en cuanto a la epilepsia autolimitada de la infancia (ya hemos hablado en este blog de la epilepsia Rolándica, que es la más frecuente).
En cuanto a las manifestaciones clínicas, las crisis autonómicas son las más frecuentes y habitualmente las que se manifiestan en primer lugar, no siendo todas las siguientes, pero si algunas de ellas: palidez, náuseas, arcadas, vómitos (único o múltiple), dilatación de las pupilas (denominada midriasis, raramente hay contracción o miosis pupilar), incontinencia de orina y/o heces -a veces diarreicas-, sudoración, tos, taquicardia o desmayo, entre otras.
Los cambios de comportamiento (el niño puede parecer asustado, o enfermo), la desviación unilateral de los ojos (frecuente) y otras manifestaciones más convencionales de las crisis epilépticas son también frecuentes, pero menos específicas. La conciencia y el habla, por lo general, se preservan al inicio de la crisis (puede entender e incluso hablar mientras tiene síntomas autonómicos), pero comúnmente se pierden con la progresión de los ataques y el niño queda inconsciente.
Tras uno o más episodios el profesional solicitará las pruebas pertinentes (Electroencefalografía de diversa duración según el caso), a veces prueba de imagen y en ocasiones otras pruebas o análisis. La causa genética es la más frecuente, aunque no siempre demostrable mediante las pruebas pertinentes al no conocerse todos los mecanismos de herencia ni todos los genes involucrados. La evolución es favorable en la inmensa mayoría de los casos. El tratamiento farmacológico no es imprescindible en todos los pacientes, dependerá de la valoración profesional.
Según la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), hasta un 30 % de los niños menores de 2 años tiene dificultades bien para iniciar el sueño o para mantenerlo.
Por ello, han elaborado una guía de recomendaciones para intentar prevenir el desarrollo de malos hábitos de sueño que pueden llevar a la aparición de estos problemas o bien a empeorar su intensidad que aquí reproducimos:
Es importante saber que cada familia tiene su nivel de tolerancia en relación a los trastornos del sueño. Por tanto, no hay sistemas buenos ni malos, sólo diferentes, aunque siempre hay que mostrar sensibilidad a las necesidades del niño y entender que hay circunstancias en que el sueño se trastorna (enfermedades, cambios o crisis familiares...).

Desde recién nacido hasta los 5-6 meses:
Es importante establecer una rutina a la hora de acostar al niño para desarrollar el hábito del sueño. Se recomienda que el niño duerma siempre boca arriba, en un colchón firme, sin edredones, ni almohadas. No hay que abrigar a los niños en exceso para dormir.
Es recomendable mantener despierto al bebe durante las tomas, para que las asocie con la vigilia y unos 15 minutos después de las mismas, para eructar y poder cambiarle el pañal. Posteriormente, dejarlo despierto en la cuna para que aprenda a dormirse solo. Durante la noche son recomendables tomas cortas, con la luz apagada y en silencio para que el bebé la relacione con el sueño más prolongado.
Se debe evitar fumar en el domicilio.
Desde los 6 a los 12 meses:
Se recomienda sacar al bebé de la habitación de los padres alrededor de los 6 meses, antes de que aparezca la angustia ante el extraño, y también porque es el mejor momento para establecer rutinas y adquirir la capacidad de dormirse por sí solo. Hay que completar cada día la rutina presueño que se haya establecido (baño-pijama- canción-cuento o cualquier otra acción rutinaria y tranquila) y ésta debe finalizar en el dormitorio del niño. La hora de irse a dormir y la de despertarse debe ser aproximadamente la misma todos los días (incluidos fines de semana). Hay que evitar siestas muy prolongadas o tardías.
Durante los primeros 8-9 meses puede ser habitual y normal que el bebé se despierte por la noche. Hay que procurar no alterar el ambiente, encendiendo la luz o sacándolo de la cuna. Se le puede proporcionar un objeto transicional, por ejemplo, un peluche o un juguete seguro, que le sirva de compañero de cuna. Puede dejarse en la cuna o la cama somnoliento, pero aún despierto, para darle la oportunidad de aprender a dormirse por sí solo.
El ambiente debe ser tranquilo y oscuro y la temperatura de la habitación confortable.
Desde los 12 meses a los 2 años:
Mantener las rutinas establecidas en las edades previas,
Hay que evitar una actividad física intensa unas 1-2 horas antes de acostarlo.
Se evitarán ciertos alimentos, como los refrescos de cola, el chocolate...

Los niños con crisis Rolándicas pueden desarrollar, por lo general, anomalías lingüísticas, cognitivas y de comportamiento leves y reversibles durante la fase activa de la enfermedad1-7. Estas pueden ser más graves en niños con inicio de las crisis antes de los 6 o 7 años. Estudios neuropsicológicos detallados han mostrado déficits en muchos subdominios, incluyendo la atención y las funciones ejecutivas, la memoria verbal y visual, habilidades motoras finas, velocidad de procesamiento, habilidades visuoespaciales / visomotoras2. En estudios que investigaron resultados estandarizados de lenguaje y memoria verbal, el rendimiento de los pacientes con epilepsia Rolándica fue inferior al de controles sanos de la misma edad, además el rendimiento puede ser más bajo en tareas visuoespaciales y memoria no verbal, fluidez verbal, denominación rápida y tareas de comprensión de instrucciones, peor a una edad de inicio más temprana2. Un metaanálisis de 23 estudios sobre habilidades lingüísticas y de alfabetización muestra que los déficits más prominentes se encuentran en la lectura de palabras simples, el lenguaje receptivo y expresivo, y el procesamiento fonológico en niños con epilepsia Rolándica4. Pueden existir dificultades en el lenguaje a nivel de palabras, oraciones y discurso, así como dificultades en la lectura y comprensión. También se han observado trastornos del comportamiento: se han documentado comportamientos agresivos, problemas sociales, de atención, autocontrol, impulsividad e interiorizantes (ansiedad, depresión, etcétera), mostrando correlación con problemas de sueño2,4. Existe claramente una mayor incidencia de trastorno por déficit de atención / hiperactividad (TDAH)3. Este TDAH puede ir, con frecuencia, asociado a trastornos del aprendizaje (hasta el 40%) y, por lo tanto, problemas académicos2,3. Los niños con crisis epilépticas de inicio temprano tienen puntajes más bajos en pruebas de lenguaje, especialmente en fluidez verbal y comprensión. La intensidad de los déficits cognitivos puede mostrar cierta correlación con la abundancia de descargas epileptiformes nocturnas, aunque esto no es siempre constante. No todos los trabajos muestran un efecto cognitivo negativo de la actividad epileptiforme abundante con un tratamiento antiepiléptico agresivo, que normalmente no es necesario1,6.
Por otro lado, con el desarrollo los pacientes tienden a mejorar, existiendo estudios que no ven diferencias significativas en memoria, lenguaje o funciones ejecutivas entre adolescentes y adultos jóvenes que se han recuperado de la epilepsia Rolándica, con un desarrollo, adaptación social e historia laboral de adulto adecuado, o con pequeñas diferencias no significativas en el lenguaje y las habilidades cognitivas6. Por lo tanto, la enfermedad en sí misma puede formar parte del desarrollo y resultado de la epilepsia y no sólo la actividad de puntas centrotemporales en EEG o los fármacos antiepilépticos1,2.
El tratamiento farmacológico de la epilepsia Rolándica depende de la frecuencia de crisis, de la intensidad, generalización y número de anomalías en el EEG y de otros factores, que debe de analizar detalladamente un neuropediatra. No siempre debe de pautarse, pero en algunas ocasiones es necesario. Del mismo modo, es importante que el neuropediatra trate las comorbilidades asociadas como el TDAH, o los trastornos de aprendizaje y la patología neuropsiquiátrica, de ser necesario, y no sólo controlar las crisis epilépticas.
BIBLIOGRAFÍA
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7. Perez-Villena A, Lopez-Marin L, Garcia-Penas JJ, Calleja-Gero ML, Castano-De la Mota C, Losada-Del Pozo R, et al. Epilepsias benignas de la infancia: dificultades académicas y alteraciones comportamentales. Rev Neurol 2012;54:17-23.
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