Quirónsalud
Blog del Dr. Daniel Martín Fernández-Mayoralas. Neurología. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y Hospital Universitario Quirónsalud Madrid
Introducción: la nueva realidad del cannabis y el cerebro adolescente
En una era de creciente aceptación social y legalización, el cannabis se ha integrado en el tejido de la vida moderna. Para muchos adultos, se percibe como una sustancia con riesgos manejables. Sin embargo, cuando se trata del cerebro adolescente, que está en pleno desarrollo, la historia es mucho más compleja y está llena de desafíos sorprendentes, especialmente cuando entran en juego condiciones de salud mental como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y la psicosis.
Lejos de ser una simple cuestión de "bien" o "mal", la interacción entre el cannabis y la neurobiología juvenil revela una red de efectos inesperados. El consumo que un adolescente podría considerar una ayuda para sus síntomas podría, en realidad, estar enmascarando o incluso empeorando sus problemas subyacentes. Este artículo se adentra en la investigación reciente para descubrir algunos de los hallazgos más contraintuitivos e impactantes sobre esta delicada intersección, ofreciendo una perspectiva crucial para padres, educadores y profesionales de la salud.
El impostor de los síntomas del TDAH: cómo el consumo de cannabis crea una niebla diagnóstica
Uno de los mayores desafíos clínicos es la superposición de síntomas entre el consumo crónico de cannabis y el TDAH. Esta similitud crea una "niebla diagnóstica" que puede llevar a evaluaciones erróneas y tratamientos ineficaces. Tanto el TDAH como el consumo problemático de cannabis están asociados de forma independiente con dificultades académicas, comportamientos disruptivos en el aula y problemas de aprendizaje y gestión del tiempo.
Los síntomas específicos que se superponen incluyen:
Además, la abstinencia de cannabis puede imitar trastornos internalizantes como la ansiedad y la depresión. Un adolescente que deja de consumir de forma abrupta puede experimentar síntomas como ansiedad, inquietud, irritabilidad, ira, fatiga, estado de ánimo deprimido, disminución del apetito, falta de motivación y dificultades para dormir, que pueden durar hasta dos semanas. Esto es de vital importancia, ya que hace increíblemente difícil diagnosticar y tratar con precisión el TDAH o un trastorno de ansiedad si no se tiene en cuenta el consumo de cannabis. Para un adolescente que ya lucha por dar sentido a su propia mente, esta niebla diagnóstica no es solo un inconveniente clínico, es una barrera para obtener la ayuda adecuada en un momento crítico de su vida.
El mito de la automedicación: una creencia que puede ser contraproducente
Es común entre los adolescentes la creencia de que el cannabis les ayuda a manejar los síntomas del TDAH. La investigación sugiere que, si bien algunos jóvenes con síntomas predominantemente hiperactivos/impulsivos pueden sentir que la sustancia los calma, el efecto puede ser el contrario para otros. Aquellos con el subtipo de TDAH con predominio de inatención pueden, de hecho, experimentar un empeoramiento de sus síntomas con el consumo de cannabis.
Este concepto de "automedicación" se extiende más allá del TDAH. Los jóvenes con alto riesgo de psicosis también pueden recurrir al cannabis en un intento de aliviar dificultades relacionadas, como la ansiedad, la depresión o los síntomas negativos. Estos últimos se definen como "reducciones de la experiencia humana típica", e incluyen la falta de motivación (amotivación), una menor intensidad en la experiencia emocional y el aislamiento social. La ironía es que la solución percibida puede estar exacerbando el problema de fondo o introduciendo nuevas complicaciones, convirtiendo un intento de autogestión en un ciclo que agrava la condición.
El protector contraintuitivo: por qué tratar el TDAH podría reducir el riesgo de consumo de sustancias
Un temor persistente entre padres y algunos médicos es que los medicamentos estimulantes utilizados para tratar el TDAH puedan, a su vez, conducir al abuso de sustancias. Sin embargo, la evidencia científica apunta en la dirección opuesta. Las investigaciones muestran claramente que el tratamiento farmacológico del TDAH no parece aumentar el riesgo de desarrollar un Trastorno por Consumo de Sustancias (TCS).
De hecho, los hallazgos son aún más sorprendentes. Tratar el TDAH con medicamentos estimulantes puede actuar como un factor protector, ayudando a prevenir o reducir la progresión hacia un TCS durante la adolescencia y la juventud.
La investigación sugiere que, contrariamente a los temores comunes, el tratamiento del TDAH con medicamentos estimulantes sirve como un factor protector contra el consumo de sustancias, en lugar de aumentar el riesgo.
Aunque comprender la dinámica del tratamiento del TDAH es crucial, es solo una pieza del rompecabezas. El cerebro adolescente también es excepcionalmente susceptible a otras experiencias que el cannabis puede complicar, algunas de las cuales son sorprendentemente comunes.
El secreto a voces del cerebro adolescente: las experiencias psicóticas son más comunes de lo que crees
"Psicosis" no es blanco o negro: existe un continuo que va de experiencias leves y transitorias a cuadros clínicos agudos. En muestras comunitarias de 13–17 años se han descrito tasas amplias de experiencias tipo psicosis autoinformadas; lo clínicamente relevante no es que existan de forma esporádica, sino su frecuencia, persistencia y malestar asociado. En consulta, esto exige reconstruir una línea temporal (qué empezó antes, cómo evoluciona, qué lo precipita) para diferenciar vivencias subumbrales de un episodio psicótico o de una psicosis inducida por sustancias.
No solo se trata de si consumes, sino de qué y cuánto
No todo el consumo de cannabis conlleva el mismo nivel de riesgo, especialmente en lo que respecta a la psicosis. La investigación ha identificado varios factores que modulan este riesgo, que no es uniforme, pues aumentan significativamente con ciertos patrones de uso:
Hay vuelta atrás: la sorprendente capacidad del cerebro para recuperarse al dejar el cannabis
A pesar de los riesgos documentados, el mensaje final no es de desesperanza, sino de empoderamiento. Los efectos negativos del consumo de cannabis sobre los síntomas psicóticos no son necesariamente permanentes. La investigación ofrece una perspectiva muy alentadora para los jóvenes en las primeras etapas de la psicosis.
Suspender el consumo de cannabis se asocia con mejoras significativas en los síntomas psicóticos. El hallazgo más poderoso es que las personas con un primer episodio de psicosis que dejan de consumir sustancias pueden alcanzar resultados similares a los de aquellas que nunca tuvieron un historial de consumo. Esto subraya que la intervención y el cese del consumo pueden alterar drásticamente la trayectoria de la enfermedad, ofreciendo un camino claro hacia la recuperación.
Aunque el consumo se asocia a síntomas más intensos, más hospitalizaciones y peor adherencia, la reducción o abstinencia suele acompañarse de mejoras sintomáticas. En primer episodio de psicosis (FEP), quienes suspenden el uso pueden llegar a resultados similares a los de pacientes sin historia de consumo, lo que refuerza la intervención temprana y el trabajo motivacional.
Conclusión: una lectura integrada con TDAH
La superposición entre efectos del cannabis (déficits ejecutivos, desorganización, apatía) y manifestaciones de TDAH puede enmascarar diagnósticos o llevar a tratamientos subóptimos si no se pesquisa el consumo y su temporalidad. Abordar ambos frentes a la vez —psicosis/propensión psicótica y uso de cannabis— mejora la precisión diagnóstica y las opciones de recuperación.
Bibliografía:
Más allá del mito: 5 hallazgos científicos sorprendentes sobre el cannabis y el cerebro adolescente
A medida que el cannabis se legaliza en más lugares del mundo, la percepción pública sobre sus riesgos ha disminuido drásticamente. El debate a menudo se polariza entre quienes lo ven como una panacea y quienes lo consideran una sustancia peligrosa. Esta simplificación oculta una realidad científica mucho más compleja y, en muchos casos, sorprendente, especialmente cuando se trata del impacto del cannabis en el cerebro adolescente, un órgano en pleno desarrollo.
Mientras la sociedad navega por este nuevo panorama, la ciencia trabaja para desentrañar los efectos reales del consumo de cannabis durante este período crítico de la vida. Lejos de ofrecer respuestas sencillas en blanco y negro, la investigación revela un panorama lleno de matices, donde factores como la edad de inicio, la frecuencia de consumo y la genética juegan un papel crucial. La verdad es más complicada que los eslóganes y las ideas preconcebidas.
Este artículo se adentra en el laboratorio para explorar cinco hallazgos que han obligado a los científicos a reescribir lo que creíamos saber sobre el cannabis y el cerebro adolescente. Este viaje desafiará tus preconcepciones y te ofrecerá una perspectiva más clara y basada en la evidencia.
1. El daño podría no ser permanente, pero hay una condición clave.
Una de las mayores preocupaciones es que el consumo de cannabis en la adolescencia cause un daño cognitivo irreversible. Sin embargo, la evidencia científica ofrece un panorama más esperanzador. La investigación sugiere que muchos de los déficits cognitivos asociados con el consumo frecuente de cannabis pueden ser reversibles, pero con una condición fundamental: la abstinencia.
Ciertos estudios han demostrado que el consumo continuo y frecuente se asocia con pequeñas reducciones en el funcionamiento neurocognitivo. No obstante, un importante meta-análisis reveló un detalle clave: los estudios que exigían un período de abstinencia de más de 72 horas mostraban efectos muy pequeños y no significativos en el rendimiento cognitivo de los participantes. Esto sugiere que el cerebro tiene una notable capacidad de recuperación una vez que se detiene el consumo. El verdadero desafío, por supuesto, es lograr y mantener esa abstinencia, un paso que para muchos es el más difícil de todos.
2. El uso prolongado e intensivo desde la adolescencia sí parece dejar una huella duradera.
Aquí se revela una tensión crucial en la investigación: mientras la recuperación es posible para algunos, el patrón de consumo lo es todo. En contraste directo con la posibilidad de reversibilidad, la ciencia ha identificado un escenario en el que el daño sí parece ser más persistente. Cuando el consumo de cannabis es intensivo, se inicia en la adolescencia temprana y se mantiene a lo largo de los años, los déficits cognitivos pueden no recuperarse tan fácilmente.
La evidencia más sólida de esto proviene del histórico Estudio Longitudinal de Dunedin, que siguió a más de mil personas desde su nacimiento hasta los 38 años. Los resultados fueron contundentes:
Las personas que comenzaron a consumir cannabis al menos semanalmente antes de los 18 años y continuaron consumiéndolo casi a diario durante la adultez temprana mostraron disminuciones significativas en el CI (especialmente en las medidas de CI verbal) entre la infancia y los 38 años, lo que corresponde a aproximadamente 6 puntos de CI.
Este hallazgo es tan impactante porque el estudio midió el cociente intelectual de los participantes antes de que comenzaran a consumir cannabis, lo que permitió establecer una línea de base clara. La investigación apunta a un período de vulnerabilidad específico (antes de los 18 años) y demuestra que el patrón de consumo más arriesgado es el que comienza temprano y se mantiene de forma intensiva y prolongada.
Pero justo cuando el estudio de Dunedin parecía ofrecer un veredicto claro sobre el consumo temprano, otra línea de investigación introdujo una variable inesperada que complicó todo el panorama: la genética.
3. No es solo el cannabis: la genética y el entorno familiar son piezas cruciales del rompecabezas.
Pero la ciencia rara vez ofrece respuestas sencillas. Justo cuando un culpable parece claro, surgen nuevas pruebas que desafían todo el caso. Una de las ideas más contraintuitivas de la investigación reciente es que algunas de las diferencias cognitivas observadas en los consumidores de cannabis podrían no ser causadas directamente por la droga, sino estar relacionadas con factores genéticos y ambientales compartidos.
Para desentrañar esto, los científicos utilizan "estudios de control con gemelos idénticos", donde comparan a un gemelo que consume cannabis con su hermano que no lo hace. Dado que comparten la misma genética y el mismo entorno familiar, este diseño ayuda a aislar los efectos de la sustancia. Sorprendentemente, estos estudios han encontrado evidencia mínima de una mayor disminución del CI en el gemelo que consume cannabis en comparación con su gemelo abstinente.
Esto no significa que el cannabis sea inofensivo, pero sí sugiere que ciertos factores familiares o genéticos podrían predisponer a una persona tanto al consumo de sustancias como a presentar ciertos rasgos cognitivos. Este hallazgo desafía la narrativa simple de causa y efecto. Esta idea de que existen factores subyacentes que confunden la relación causa-efecto es fundamental, y reaparece al examinar una de las afirmaciones más alarmantes sobre el cannabis: que encoge el cerebro.
4. La idea de que "encoge el cerebro" es una simplificación excesiva.
Una de las imágenes más alarmistas asociadas al consumo de cannabis es la de un cerebro que se daña físicamente o "encoge". Si bien algunos estudios iniciales y de pequeña escala encontraron diferencias en el volumen de regiones cerebrales como el hipocampo, la evidencia general es inconsistente y heterogénea.
Estudios transversales más grandes y recientes, de hecho, generalmente han mostrado menos reducciones consistentes en el volumen cerebral o el grosor cortical en los adolescentes consumidores. La conclusión de los expertos es clara: aunque existe alguna evidencia inicial de alteraciones, se necesita mucha más investigación. Es especialmente crucial realizar estudios que puedan separar los efectos del cannabis de otros factores que a menudo lo acompañan, como el consumo de alcohol y los factores familiares preexistentes que ya hemos mencionado. La realidad es mucho menos sensacionalista que los titulares.
5. En algunas tareas, el cerebro de los consumidores trabaja más, no menos, y los científicos no están seguros de por qué.
Quizás el hallazgo más desconcertante —y el que mejor ilustra la complejidad del cerebro— proviene de estudios de resonancia magnética funcional (fMRI), que miden la actividad cerebral en tiempo real. Se podría esperar que el cerebro de un consumidor de cannabis muestre una actividad reducida, pero la ciencia ha encontrado a menudo lo contrario.
Durante ciertas tareas cognitivas, como las que implican la memoria de trabajo (la capacidad de mantener y manipular información en la mente a corto plazo), los adolescentes consumidores de cannabis suelen mostrar una mayor activación en las redes prefrontales en comparación con los no consumidores, incluso cuando su rendimiento en la tarea es idéntico. Esto es profundamente contraintuitivo, ya que, en el desarrollo neurológico normal, una mayor activación en estas mismas áreas suele asociarse con un mejor funcionamiento cognitivo. Esta paradoja hace que los datos sean difíciles de interpretar y demuestra que la respuesta del cerebro al cannabis no es una simple historia de deterioro, sino una compleja reorganización funcional cuyo significado aún no comprendemos del todo.
Conclusión: Navegando en la Complejidad
La ciencia sobre el cannabis y el cerebro adolescente nos aleja de las etiquetas simplistas de "bueno" o "malo". La investigación ha progresado desde el temor inicial al daño permanente hacia una comprensión más matizada. Hemos aprendido sobre la posibilidad de recuperación con la abstinencia, pero también sobre los riesgos duraderos del consumo temprano y sostenido. Luego, la historia se complicó aún más con la aparición de factores de confusión como la genética y el entorno, que desafían las narrativas de causa y efecto. Finalmente, nos enfrentamos a la paradoja de un cerebro que, bajo la influencia del cannabis, a veces parece trabajar más duro, no menos.
Independientemente de los efectos específicos en el cerebro que la ciencia termine por confirmar, el conjunto de todos los riesgos potenciales apunta a una conclusión clara y práctica: existen beneficios evidentes en retrasar el consumo regular de cannabis hasta la edad adulta temprana. Proteger el cerebro durante su fase final de desarrollo es una estrategia de reducción de daños prudente y basada en la evidencia.
Esto nos deja con una pregunta fundamental para el futuro: ante esta compleja realidad, ¿cómo podemos comunicar mejor los riesgos reales del cannabis a los jóvenes de una manera honesta, matizada y eficaz?
Bibliografía:
Scott, J. C., Slomiak, S. T., Jones, J. D., Rosen, A. F. G., Moore, T. M., & Gur, R. E. (2018). Association of Cannabis With Cognitive Functioning in Adolescents and Young Adults: A Systematic Review and Meta-analysis. JAMA Psychiatry.
 → Esta revisión y metaanálisis examina la relación entre el consumo de cannabis y el rendimiento cognitivo en adolescentes y adultos jóvenes, e incluye hallazgos sobre la reversibilidad de los déficits con abstinencia. JAMA Network
Meier, M. H., Caspi, A., Ambler, A., Harrington, H., Houts, R., Keefe, R. S. E., ... & Moffitt, T. E. (2012). Persistent cannabis users show neuropsychological decline from childhood to midlife. Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
 → Este estudio longitudinal destaca que quienes inician el consumo temprano y mantienen un patrón persistente muestran descenso cognitivo, incluso comparando con su rendimiento previo. PNAS+1
Knodt, A. R., et al. (2020). Persistent cannabis use and midlife brain integrity (Dunedin Study).
 → Investigación neuroimagen del estudio Dunedin que analiza la integridad estructural del cerebro en usuarios a largo plazo, considerando efectos de polisubstancias y factores de confusión. dunedinstudy.otago.ac.nz+1
Blest-Hopley, G., Giampetro, V., & Bhattacharyya, S. (2022). A Meta-Analysis of fMRI Studies of Youth Cannabis Use. Brain Sciences / MDPI.
 → Esta meta-análisis analiza estudios de imagen funcional (fMRI) en jóvenes consumidores, mostrando alteraciones en activación cerebral durante tareas cognitivas. MDPI
Rubino, T., & Parolaro, D. (2016). Adverse Effects of Cannabis on Adolescent Brain Development. Preventive Medicine.
 → Revisión amplia que aborda los efectos adversos del cannabis en el desarrollo cerebral adolescente, incluyendo cognición, neuroplasticidad y vulnerabilidad al daño. PMC
5 efectos sorprendentes del cannabis en el cuerpo adolescente, según la ciencia.
Introducción: más allá de los mitos
La percepción del daño asociado al cannabis ha disminuido constantemente entre los adolescentes, mientras que su uso sigue siendo generalizado. Según la encuesta "Monitoring the Future", más del 10% de los estudiantes de octavo grado y más del 35% de los de duodécimo grado han consumido cannabis en el último año. Este uso extendido, combinado con una menor percepción del riesgo, crea un desafío de salud pública significativo: asegurar que las decisiones de los jóvenes se guíen por la ciencia, no por mitos populares.
Pero, ¿qué sabemos realmente sobre cómo afecta el cannabis al cuerpo durante el período crítico del desarrollo adolescente? Más allá de los debates habituales sobre sus efectos psicoactivos, un creciente cuerpo de investigación científica revela un patrón de desregulación sistémica que afecta desde las hormonas que gestionan el estrés hasta las funciones básicas del sueño y el metabolismo.
Este artículo se aleja de las suposiciones para explorar los hallazgos de una reciente revisión científica. A continuación, realizamos un recorrido guiado por cinco de los efectos físicos más impactantes y menos conocidos que el cannabis puede tener en los sistemas fundamentales del cuerpo adolescente.
Primer hallazgo: la paradoja del peso corporal
Una conexión sorprendente: menor índice de masa corporal (IMC).
Existe una profunda contradicción en los efectos del cannabis sobre el peso. Por un lado, el consumo agudo es famoso por estimular el apetito (los "munchies") y aumentar la ingesta calórica. El responsable principal es el tetrahidrocannabinol (THC), el principal componente psicoactivo del cannabis. El THC actúa sobre los receptores CB1 del sistema endocannabinoide, que están presentes en varias áreas del cerebro relacionadas con el apetito, el placer y el olfato. Al activarse estos receptores: Se estimula el centro del apetito en el hipotálamo. Se intensifican los sentidos del gusto y el olfato, haciendo que la comida parezca más sabrosa. Se libera dopamina, lo que aumenta la sensación de placer al comer.
Sin embargo, la ciencia revela una paradoja mucho más compleja y fascinante.
Múltiples estudios en adultos, cuyos hallazgos también se han observado en adolescentes, asocian consistentemente el consumo de cannabis con un índice de masa corporal (IMC) más bajo. Lo que hace este hallazgo tan contraintuitivo es que los datos también muestran que los consumidores de cannabis adultos tienden a reportar una mayor ingesta calórica, una dieta de menor calidad (menos frutas y verduras) y más comportamientos de control de peso poco saludables, como saltarse comidas. Aunque los mecanismos exactos aún se investigan, una posible explicación parcial es que los consumidores también reportan mayores niveles de actividad física. Este hallazgo desafía las suposiciones comunes y demuestra la compleja interacción de la sustancia con el metabolismo durante un período de crecimiento crucial.
Segundo hallazgo: el sueño interrumpido
El falso aliado del sueño: más problemas para dormir, no menos.
Muchos adolescentes creen que el cannabis es una ayuda eficaz para dormir. Si bien el consumo agudo puede inducir somnolencia temporalmente, la investigación científica pinta un cuadro muy diferente sobre el uso constante. Lejos de ser un aliado, el consumo regular interfiere con un proceso biológico fundamental para el desarrollo.
Los estudios han asociado el consumo de cannabis en adolescentes con una serie de resultados negativos para el sueño:
Esta alteración es especialmente perjudicial durante la adolescencia, un período en el que el sueño es crucial para el desarrollo cognitivo, la regulación emocional y el crecimiento físico. El mecanismo puede estar relacionado con el sistema endocannabinoide del cuerpo, que participa en la modulación del ritmo circadiano y el ciclo de sueño/vigilia.
"...la investigación implica que el consumo constante y de mayor frecuencia de cannabis en general se asocia con déficits y patologías del sueño en múltiples dominios."
Tercer hallazgo: vómitos incontrolables
Síndrome de hiperémesis cannabinoide: cuando el remedio se convierte en la causa.
Una de las condiciones más graves y paradójicas asociadas al consumo crónico es el Síndrome de Hiperémesis Cannabinoide (SHC), cuya fisiopatología aún es desconocida por los investigadores. Este síndrome se caracteriza por episodios cíclicos y debilitantes de vómitos intensos en consumidores habituales.
La característica clínica más peculiar del SHC es un comportamiento compulsivo: tomar baños o duchas calientes de forma excesiva para aliviar los síntomas, una conducta reportada por más del 90% de los pacientes en una revisión sistemática. La incidencia de casos de SHC en los servicios de urgencias ha aumentado notablemente; por ejemplo, en Colorado casi se duplicó desde la legalización del cannabis recreativo. Es crucial destacar que, actualmente, el único tratamiento exitoso conocido para el SHC es el cese completo y definitivo del consumo de cannabis.
Cuarto hallazgo: una respuesta al estrés anormal
Una calma engañosa: el cannabis puede alterar la respuesta hormonal al estrés.
El cuerpo humano gestiona las amenazas a través del eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA), el "centro de mando y control" que regula la liberación de cortisol, la principal hormona del estrés. La investigación sugiere que el consumo de cannabis durante la adolescencia puede desregular este sistema fundamental.
Un importante estudio longitudinal (TRAILS) encontró que los adolescentes con historial de consumo de cannabis mostraban una "reactividad al estrés disminuida". Además, el consumo a una edad temprana se asoció con niveles de cortisol más bajos por la mañana y más altos por la noche, alterando su ritmo natural. Aunque una "respuesta disminuida" pueda sonar positiva, no se trata de un estado deseable de "calma". En realidad, indica una disfunción del sistema de estrés que puede perjudicar la capacidad de un adolescente para reaccionar adecuadamente a los desafíos del mundo real, desde la presión académica hasta los conflictos sociales, lo que podría conducir a peores mecanismos de afrontamiento y consecuencias negativas para la salud emocional a largo plazo.
Quinto hallazgo: riesgos agudos y graves para pulmones y corazón
Riesgos raros pero mortales: más allá de la tos crónica.
Más allá de los efectos respiratorios crónicos, el consumo de cannabis conlleva riesgos agudos, raros pero potencialmente mortales, que demuestran que no es una sustancia benigna.
Conclusión: una perspectiva informada
Los efectos físicos del cannabis en los adolescentes son mucho más complejos de lo que se cree popularmente, y van más allá de la experiencia psicoactiva inmediata para alterar los cimientos de la salud. La evidencia científica muestra un patrón claro: el consumo durante este período de desarrollo crítico puede desregular sistemas corporales fundamentales.
La evidencia es clara: mientras la percepción social del cannabis se suaviza, la comprensión científica de su impacto en el cuerpo en desarrollo se endurece. La verdadera pregunta no es si existen riesgos, sino cómo comunicar que estos no son posibilidades abstractas y futuras, sino alteraciones concretas en los sistemas esenciales —metabolismo, sueño, estrés y salud cardiovascular— que construyen la base para una vida adulta saludable.
Bibliografía:










El consumo de cannabis durante la adolescencia, especialmente entre los 12 y los 18 años, está asociado a consecuencias negativas, como cierta disminución del cociente intelectual, del rendimiento académico, problemas de memoria de trabajo, del autocontrol (impulsividad) y del razonamiento, a pesar de que su uso es cada vez más aceptado socialmente, debido, entre otras razones, a una falsa sensación de seguridad de su uso debido a mala información a través de redes y medios de comunicación, y a la posibilidad de un uso médico controlado terapéutico y bien orientado en ciertas afecciones psiquiátricas y neurológicas. Por otro lado, los jóvenes continúan buscando sus efectos euforizantes (sentirse "colocados"), o lo usan como medio de afrontamiento y cohesión social, alivio temporal de los síntomas de ansiedad y tristeza. De hecho, los problemas interiorizantes, como la depresión y la ansiedad, son muy comunes en quienes usan cannabis y pueden llevar un trastorno por consumo de dicha sustancia. Es importante enfatizar las terribles complicaciones y consecuencias de la depresión, asociadas a un uso problemático de sustancias, incluyendo el cannabis.

El trastorno por déficit de atención con/sin hiperactividad (TDAH) y otros comportamientos problemáticos (especialmente el trastorno de conducta oposicionista/negativista-desafiante) pueden ser factores de riesgo para desarrollar una adición al cannabis. El diagnóstico y tratamiento precoz del TDAH disminuye la probabilidad de ésta y otras adicciones. Los factores hereditarios individuales del TDAH y la iniciación del uso de cannabis se han observado entre el 70% y el 80% y entre el 40% y el 50%, respectivamente. Debido a la comorbilidad de estos trastornos, es esencial contar con un amplio conjunto de intervenciones clínicas, que incluyan tanto tratamientos farmacológicos como psicosociales, bien desarrollados, para mejorar la calidad de vida de estos jóvenes. Los síntomas del uso crónico de cannabis y del TDAH pueden ser similares (por ejemplo, disminución del rendimiento académico, comportamiento disruptivo en clase, dificultades de aprendizaje, dificultades frontales ejecutivas como la gestión del tiempo, etcétera), lo que hace que sea difícil el diagnóstico diferencial correcto, y dado que la adicción retroalimenta la disfunción propia del TDAH de forma negativa, el tratamiento del propio TDAH se torna más difícil y complejo, siendo importante, además, la anamnesis evolutiva para detectar cambios más o menos súbitos en los síntomas del paciente. Las intervenciones psicosociales para el TDAH, como el tratamiento cognitivo conductual y otras terapias, deben de adaptarse cuando existe un consumo de sustancias y otros problemas emocionales y de comportamiento asociadas. Entender las diferencias a largo plazo entre los problemas internos (como la depresión y la ansiedad) y los problemas externos (como el TDAH y el trastorno oposicionista desafiante) y cómo se relacionan con el uso de sustancias puede ayudar a crear intervenciones preventivas para las personas con mayor riesgo.
Por lo tanto, ante un diagnóstico de TDAH, es muy importante realizar un tratamiento multimodal (medicación si es necesaria más terapia psicopedagógica, cognitivo-conductual o basada en el entrenamiento neurocognitivo, entre otras) de cara a disminuir el riesgo de consumo de esta droga, así como de otras muchas, muy nocivas para el desarrollo cerebral de los jóvenes.
Blog sobre los temas relacionados con la neuropedciatría: déficit de atención, hiperactividad, epilepsia, cefaleas, tics, encefalitis, problemas escolares, etc.
2.025 
Octubre 
Septiembre 
Agosto 
Julio 
Junio 
Mayo 
Abril 
Marzo 
Enero 
2.024 
2.023 
2.022 
2.021 
2.020 
2.019 
2.018 
Diciembre 
Noviembre 
Octubre 
Julio 
Mayo 
Abril 
Febrero 
Enero 
2.017 
2.016 
La finalidad de este blog es proporcionar información de salud que, en ningún caso sustituye la consulta con su médico. Este blog está sujeto a moderación, de manera que se excluyen de él los comentarios ofensivos, publicitarios, o que no se consideren oportunos en relación con el tema que trata cada uno de los artículos.
Quirónsalud no se hace responsable de los contenidos, opiniones e imágenes que aparezcan en los "blogs". En cualquier caso, si Quirónsalud es informado de que existe cualquier contenido inapropiado o ilícito, procederá a su eliminación de forma inmediata.
Los textos, artículos y contenidos de este BLOG están sujetos y protegidos por derechos de propiedad intelectual e industrial, disponiendo Quirónsalud de los permisos necesarios para la utilización de las imágenes, fotografías, textos, diseños, animaciones y demás contenido o elementos del blog. El acceso y utilización de este Blog no confiere al Visitante ningún tipo de licencia o derecho de uso o explotación alguno, por lo que el uso, reproducción, distribución, comunicación pública, transformación o cualquier otra actividad similar o análoga, queda totalmente prohibida salvo que medie expresa autorización por escrito de Quirónsalud.
Quirónsalud se reserva la facultad de retirar o suspender temporal o definitivamente, en cualquier momento y sin necesidad de aviso previo, el acceso al Blog y/o a los contenidos del mismo a aquellos Visitantes, internautas o usuarios de internet que incumplan lo establecido en el presente Aviso, todo ello sin perjuicio del ejercicio de las acciones contra los mismos que procedan conforme a la Ley y al Derecho.