Quirónsalud
Blog del Dr. Daniel Martín Fernández-Mayoralas. Neurología. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y Hospital Universitario Quirónsalud Madrid
Hoy quiero hablarles sobre un gen fascinante y, a la vez, crucial para el desarrollo neurológico de nuestros niños: el gen SYNGAP1. Aunque no sea un nombre que escuchemos a menudo, su papel es fundamental en la forma en que el cerebro se conecta y funciona.
¿Qué es el gen SYNGAP1?
Imaginen que el cerebro es una ciudad muy grande, con miles de calles y avenidas donde la información viaja constantemente. El gen SYNGAP1 es como un gerente de tráfico esencial en esas intersecciones, asegurando que la información fluya de manera eficiente. Este gen produce una proteína llamada SynGAP1, que se encuentra en las sinapsis, que son las conexiones entre las neuronas. Esta proteína ayuda a regular la fuerza de estas conexiones, lo que es vital para el aprendizaje, la memoria y el desarrollo cognitivo.
¿Qué ocurre cuando SYNGAP1 no funciona correctamente?
Cuando hay una mutación o un error en el gen SYNGAP1, la proteína que produce no puede realizar su trabajo correctamente. Esto puede llevar a una serie de desafíos en el desarrollo neurológico, conocidos como el trastorno relacionado con SYNGAP1. Los síntomas pueden variar de persona a persona, pero algunos de los más comunes incluyen:
- Retraso en el desarrollo: los niños pueden tardar más en alcanzar hitos importantes como gatear, caminar o hablar.
- Discapacidad intelectual: dificultades en el aprendizaje y la comprensión.
- Epilepsia: crisis epilépticas, a menudo de diferentes tipos, que pueden ser difíciles de controlar.
- Trastorno del espectro autista (TEA): dificultades en la interacción social y la comunicación, así como comportamientos repetitivos.
- Problemas de comportamiento: como hiperactividad, impulsividad o irritabilidad.
- Trastornos del sueño: dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo.
- Ataxia: problemas de coordinación y equilibrio.
¿Qué hemos aprendido recientemente sobre SYNGAP1?
Un estudio reciente analizó datos de muchos pacientes con el trastorno relacionado con SYNGAP1, recopilados a través de un registro digital. Este estudio confirmó hallazgos previos sobre la importancia del gen y añadió nueva información valiosa:
- Epilepsia: el estudio encontró que la epilepsia es muy común en personas con el trastorno relacionado con SYNGAP1, y a menudo comienza después de que se identifica un retraso en el desarrollo. Algunos pacientes experimentan tipos específicos de crisis epilépticas, como las ausencias atípicas o las crisis atónicas.
- Problemas de comportamiento: se observó que los problemas de comportamiento son más comunes en aquellos que también tienen problemas de sueño y ansiedad, lo que subraya la importancia de abordar estos problemas de manera integral.
- Variantes genéticas: se identificaron algunas diferencias en los síntomas dependiendo de la ubicación específica de la mutación en el gen SYNGAP1. Por ejemplo, las personas con mutaciones en ciertas partes del gen pueden tener más probabilidades de desarrollar la capacidad de hablar en frases.
- Tratamientos: el estudio también proporcionó información sobre los medicamentos que se utilizan con mayor frecuencia para tratar la epilepsia, los problemas de sueño y los problemas de comportamiento en personas con el trastorno relacionado con SYNGAP1. Un diagnóstico temprano puede llevar a intervenciones más tempranas, como terapia del habla, terapia ocupacional y manejo de las convulsiones. Además, el apoyo emocional y la conexión con otras familias que están pasando por lo mismo pueden ser de gran ayuda.
El futuro de la investigación en SYNGAP1
La investigación sobre SYNGAP1 está avanzando rápidamente. Los científicos están trabajando para comprender mejor cómo este gen afecta el cerebro y cómo podemos desarrollar terapias más efectivas.
En resumen
El gen SYNGAP1 es una pieza clave en el rompecabezas del desarrollo neurológico. Aunque el trastorno relacionado con SYNGAP1 puede presentar desafíos significativos, la investigación continua y una mejor comprensión del gen nos dan esperanza para el futuro. Espero que este post haya sido útil para entender mejor el gen SYNGAP1. ¡Gracias por leer!
BIBLIOGRAFÍA: Wiltrout K, Brimble E, Poduri A. Comprehensive phenotypes of patients with SYNGAP1-related disorder reveals high rates of epilepsy and autism. Epilepsia. 2024;00:1–11. https://doi.org/10.1111/epi.17913
Con la colaboración de María del Rosario Campos Díaz. Psicóloga Clínica Infanto- Juvenil y responsable del Centro Cogniciona (Pozuelo de Alarcón)
Las redes sociales son aplicaciones web cuya finalidad es la comunicación entre individuos, la transmisión de información, y sabemos que la información es poder. Sin embargo, a pesar de las ventajas de su uso, por ejemplo, a nivel laboral, y teniendo en cuenta que conectarse a ellas forma parte de la conducta normal y cotidiana de la vida moderna (Andreassen, 2015), diversos estudios empíricos llegan a la conclusión de que las personas que emplean menos tiempo en redes sociales tienen mejor salud mental (Moreno y otros, 2011).
Dichas investigaciones evidencian una correlación directa entre el uso de redes sociales y la ansiedad, al igual que con la depresión. Además, está demostrado que a mayor cantidad de tiempo de uso de redes sociales, mayor probabilidad de padecer depresión y ansiedad.
El impacto en nuestro estado emocional y, más aún, en el de nuestros niños/as y adolescentes va aún más allá. Así, en el trabajo de investigación "Tiempos Modernos: Redes Sociales y Ansiedad", de Laura Vanessa García Gualdrón (asesorada por Mario Andrés Ernesto Martín Padilla), en 2015, se encontró que el uso de las redes sociales en población juvenil se encuentra caracterizada por una fuerte dependencia psicológica, e impulsividad, lo que repercute en el área social y personal de los usuarios, causando también un mal uso del tiempo.
Mucho se ha escrito ya sobre la adicción a las redes sociales, que se relaciona de forma negativa con el nivel de autoestima, y de forma significativa con el nivel de ansiedad, de manera que los estudiantes con mayor adicción a dichas redes manifiestan también un mayor nivel de ansiedad, como se constata en el estudio publicado en el siguiente artículo: Portillo-Reyes, V. Ávila-Amaya, J. A., Capps, J. W. (2021). Relación del Uso de Redes Sociales con la Autoestima y la Ansiedad en Estudiantes Universitarios. Enseñanza e Investigación en Psicología, 3(1), 139-149.
Otras consecuencias de su mal uso serían: amistades débiles y superficiales, exclusión, estrés, depresión, adicción y alteraciones en los patrones de sueño, envidia, vinculaciones irreales, entre otras (Drahošová y Balco, 2017). El uso excesivo de redes sociales también puede generar alteraciones emocionales por la visualización de información de alto impacto o de estándares y prototipos de belleza casi imposibles.
En relación a ello, señalar el artículo publicado en la revista Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 30, Nº 3, 2022, pp. 677-691 https://doi.org/10.51668/bp.8322305s: EFECTO DE LA EXPOSICIÓN A IDEALES DE DELGADEZ EN LAS REDES SOCIALES SOBRE LA AUTOESTIMA Y LA ANSIEDAD, de Blanca Rodríguez-Suárez1 , José Manuel Caperos1 y José Ángel Martínez-Huertas1,2 1 UNINPSI, Universidad Pontificia Comillas; 2 Universidad Nacional de Educación a Distancia (España), que resume que el uso de redes sociales está relacionado con la aparición de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Los autores encuentran una diminución de la autoestima en el grupo expuesto a imágenes de carga comparativa alta y un aumento de la ansiedad. Concluyen que efecto de las imágenes sobre la autoestima está completamente mediado por el incremento en la ansiedad.
En la actualidad, las redes sociales cubren algunas de nuestras necesidades en el mundo de la apariencia, como las del reconocimiento, la necesidad de afecto (muchas veces, medida en función de los likes, los retwit, o el número de visualizaciones de vídeos colgados). Las redes te dan la posibilidad de mostrar una imagen de ti que no puedes ser en la vida real e, incluso, el desarrollar distintas identidades, con el peligro que ello supone en una personalidad que se está forjando.
Por otra parte, "las redes no duermen", por lo que algunos jóvenes sufren angustia por no poder responder de inmediato a mensajes durante la noche o durante su asistencia a clases u otras obligaciones, o bien, sí los contestan, a costa de su higiene del sueño y de la repercusión negativa en sus estudios. Por no hablar de lo problemas de conducta en algunos cuando sus padres tratan de poner límites en este sentido.
En 2018, Marina Díaz- Marsá, Presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, ya declaraba que cada vez hay más diagnósticos en jóvenes depresivos que pasan horas y horas en redes sociales.
En consulta, cada vez más a menudo, además de lo comentado, los profesionales de la salud mental vemos jóvenes víctimas de ciberacoso o de pederastas que contactan con ellos a través de las redes. Los más vulnerables son los/las menores que ya presentan un trastorno de base, como un TDAH o un TAS, de manera que podemos casi hablar de patología dual.
Todo ello hace imprescindible la prevención, por lo que a continuación se explicitan algunas pautas concretas para un buen uso de la redes, principalmente en los más jóvenes:
- Controlar el tiempo de conexión a Internet.
- No creer por completo todo lo que se publica en estos medios.
- Identificar grupos sociales con gustos o intereses similares a los propios.
- No dedicar demasiado tiempo a visualizar publicaciones de otros.
- Evitar pensar de forma irracional, por ejemplo, que es necesario hacer publicaciones que llamen la atención para ser aceptado/a.
- Participar en actividades sociales fuera de la red.
- Realizar actividad física con frecuencia.
- Fomentar otras aficiones y actividades, tanto individuales como en equipo (pero de manera presencial).
- Trabajar la propia autoestima, independiente de la opinión de los demás.
Para concluir, como no podía ser de otra forma, se recomiendas los siguientes enlaces web de cara a la seguridad en Internet:
— Estrategia Nacional de Ciberseguridad 2019. https://www.dsn.gob.es/es/documento/estrategia-nacional-ciberseguridad-2019.
Este enlace se abrirá en una ventana nueva
Artículo de los Dres. Daniel Martín Fernández-Mayoralas y Alberto Fernández Jaén en la revista KRANION, páginas 5-12. 1.-Revista-Kranion_Numero-1-2020_Edición-XV.pdf (neuroexeltis.es)
Tratamiento
Los tratamientos disponibles para el TDAH-A, especialmente los estimulantes, tienen unos tamaños de efecto muy altos. Los regímenes complejos y difíciles de cumplir por el paciente reducen drásticamente la adherencia a cualquier tratamiento. Dado que la disfunción cognitiva es común en el TDAH-A, es esencial que el tratamiento sea simple y estructurado. La enseñanza del cumplimiento de rutinas diarias y la incorporación de aplicaciones de telefonía móvil con alertas audibles, recordatorios y calendario, son fundamentales.
El tratamiento de elección es el multimodal, e incluye tratamiento psicosocial combinado con farmacoterapia.
Tratamiento psicosocial
Proporcionado habitualmente por psicólogos, psicopedagogos o psiquiatras (en general, profesionales formados en el TDAH-A), incluye la psicoeducación específica para pacientes y familias, y el tratamiento cognitivo conductual (típicamente se basa en desarrollar habilidades y rutinas enfocadas a la organización, priorización y gestión del tiempo y a la eliminación de potenciales ideas con tendencias autodestructivas, como la desmoralización o una presentación autodepredadora de una depresión). El coaching para el TDAH-A y el ejercicio físico también pueden ser beneficiosos, evitando la procrastinación y proporcionando complementariamente mejorías en las FE mediante la formación del paciente en habilidades de organización y de gestión del tiempo. En la práctica clínica, el rendimiento y la eficiencia terapéutica son mayores cuando las intervenciones psicosociales se administran junto a la farmacoterapia como parte de un enfoque terapéutico multimodal.
Fármacos estimulantes
Son los medicamentos de primera línea para el TDAH-A. El metilfenidato y la lisdexanfetamina, ambos agonistas dopaminérgicos, han mostrado su efectividad y seguridad en diversos estudios controlados, ya que mejoran no solo los síntomas y el deterioro asociado a los síntomas centrales, sino también, mediante la mejora cognitiva, problemas concomitantes tales como la conducción de vehículos, la obesidad, la baja autoestima, la ansiedad, la irritabilidad y los cambios en el humor, así como el funcionamiento social y familiar. Existen diversas variedades de estimulantes para el tratamiento del TDAH, algunas ausentes en nuestro medio como las sales mixtas de anfetamina o la dextroanfetamina, y otras presentes en España como el metilfenidato, disponible en formulaciones de 12 horas de duración (OROS, con dosis de 18, 27, 36 y 54 mg), de liberación intermedia (7 horas de duración, entre 5 y 50 mg según la marca comercial) y corta (4 horas de duración; de 5, 10 o 20 mg; conllevan mayor riesgo de abuso y mal uso, por lo que se debe ser muy cuidadoso en su prescripción en el TDAH-A).
La eficacia del metilfenidato está demostrada en numerosos ensayos clínicos y metaanálisis. La lisdexanfetamina, el otro estimulante disponible en España, es un profármaco indicado para el tratamiento del TDAH tanto en niños como en adultos en EE.UU. (la indicación en adultos es inminente en España). La eficacia, comparada con placebo, se mantiene 12 horas tras la dosis en niños y entre 14-15 horas en los adultos, mostrando un tamaño de efecto sensiblemente superior al metilfenidato. Sus efectos adversos son los habituales en los estimulantes, como el metilfenidato: disminución del apetito, insomnio de conciliación, sequedad bucal y cefalea, entre otros. De esos otros, el más importante es la posible exacerbación de la ansiedad e irritabilidad, efecto adverso que sesga el resultado del tratamiento y que amerita el uso de estrategias paralelas, como reducir la dosis del estimulante, añadir un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, usar fármacos no estimulantes solos o en asociación con los estimulantes, profundizar en la psicoterapia, u otras. La variedad de formulaciones de los fármacos estimulantes se debe a las diferentes necesidades según la vida media de cada formulación y cada sujeto, pero las fórmulas de larga duración son las de primera elección, puesto que son estables y no solo no crean adicciones, sino que disminuyen el riesgo de abuso o dependencia a sustancias en adolescentes y TDAH-A. Las interacciones de los estimulantes con otros medicamentos son generalmente leves y no preocupantes, aunque los inhibidores de la monoaminooxidasa están contraindicados. El uso concomitante de simpaticomiméticos (pseudoefedrina) o cafeína puede exacerbar las dificultades para dormir o inducir cierta taquicardia. En general, en los pacientes con TDAH-A se deben evitar las vacaciones terapéuticas, aunque sí se deben ajustar las dosis según las circunstancias.
Fármacos no estimulantes
Existen diversos ensayos clínicos con bupropión, antidepresivos tricíclicos, modafinilo o la guanfacina de liberación retardada. Esta última, aunque útil en niños y adolescentes con oposicionismo e irritabilidad regulando las emociones negativas, especialmente en combinación con estimulantes, está pobremente evaluada en cuanto a eficacia, seguridad y tolerabilidad en el TDAH-A, por lo que, aunque parece existir cierta eficacia en este grupo, debería ser estudiada en profundidad en los años venideros. La atomoxetina está aprobada en EE.UU. y España para su uso en el TDAH-A. Las dosis recomendadas en adultos son de 60 a 100 mg/día (empezando como mínimo con 25-40 mg y escalando semanalmente). La eficacia en el TDAH-A es evidente a las tres semanas de uso frente a placebo.
Se ha observado un mayor efecto cuando hay tics, ansiedad y síntomas emocionales significativos. La respuesta de la sintomatología central es de alrededor de un 60%, menor que la de los estimulantes. En general, puede suspenderse sin necesidad de reducir progresivamente la dosis y sin provocar un síndrome de discontinuación ni síntomas de rebote. Los efectos secundarios más frecuentes son dolor abdominal, pirosis, disfunción eréctil y reducción del apetito.
En conclusión, el TDAH-A es una condición clínica subestimada a pesar de ser muy frecuente. El diagnóstico preciso puede mejorar los síntomas y la calidad de vida de los pacientes gracias a un enfoque terapéutico multimodal que debe incluir farmacoterapia combinada con tratamiento psicosocial.
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Diagnóstico
La evaluación del TDAH-A debe comenzar con una detallada anamnesis (la entrevista clínica es esencial, así como la obtención de información por parte de la pareja, si existiera, y de los padres cuando sea posible), haciéndose énfasis en los antecedentes personales (se debe interrogar por la presencia de síntomas de hiperactividad, déficit de atención e impulsividad, a lo largo de la vida) y familiares.
Las características predominantes del TDAH-A difieren de las características típicas de TDAH en niños. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, 5.ª edición (DSM‑5) hace más fácil el diagnóstico en adultos que cualquiera de los manuales que lo preceden. Los síntomas de hiperactividad o impulsividad son menos obvios o evidentes en los TDAH-A; por ejemplo, la impulsividad puede constatarse mediante verbalizaciones inconvenientes y precipitadas en lugar de que predomine un comportamiento físico hipercinético más propio del TDAH infantojuvenil. De hecho, la hiperactividad externa del niño con TDAH suele manifestarse en el TDAH-A como una sensación interna de inquietud psicomotriz o de «motor interior, un movimiento excesivo de manos y pies durante la sedestación prolongada o una locuacidad excesiva y en un tono de voz elevado.
Las dificultades para la concentración y la disfunción en las FE se manifiestan de forma clara en las habilidades cotidianas, padeciendo además una llamativa facilidad para la distracción, la desorganización, la pérdida de objetos, la ausencia de planificación y supervisión de tareas y prioridades (especialmente financieras), la desestructuración del tiempo y la procrastinación, entre otros problemas.
Los estudios de seguimiento hasta la edad adulta de pacientes con TDAH en la infancia muestran deficiencias significativas en el rendimiento académico y del aprendizaje, en la adaptación al medio laboral (las decisiones irreflexivas propias del déficit de autocontrol conducen a cambios súbitos de trabajo, no siempre forzados), la conducción de vehículos (asunción de riesgos excesivos o temerarios al volante) y en las relaciones interpersonales sociales, familiares y de pareja, entre otras disfunciones del día a día, que acaban deteriorando el autoconcepto, lo que puede conducir a consumo de sustancias y a explosiones de ira o contra la autoridad, problemas importantes a tener en cuenta.
El diagnóstico se basa en los criterios diagnósticos del manual DSM-5. Estos criterios se utilizan para diagnosticar el TDAH tanto en niños como en adultos e incluyen ejemplos acerca de las manifestaciones del trastorno en estos últimos. Los ejemplos más típicos de hiperactividad e impulsividad en el TDAH-A incluyen la inquietud motora y la impulsividad verbal, respectivamente.
El uso de entrevistas de diagnóstico estructuradas, como la Entrevista de diagnóstico para el TDAH-A (DIVA 2.0) puede ser de ayuda. En un estudio con 108 pacientes, 60 con TDAH, se comparó la DIVA 2.0 y la Adult ADHD Symptom Rating Scale (ASRS), una escala validada por la Organización Mundial de la Salud, junto con ocho pruebas neuropsicológicas. Cada uno de los instrumentos mostró una capacidad de discriminación pobre, excepto la DIVA, que mostró una capacidad relativamente buena para discriminar entre los grupos (sensibilidad del 90,0% y especificidad del 72,9%). Un resultado interesante es que los resultados de una prueba de ejecución continuada como la CPT3, o en el caso de España la Aquarium, que es específica para el TDAH-A, se podría combinar con la DIVA para aumentar la especificidad en quizás un 10% y, junto a la ASRS, pueden ser útiles para evaluar las respuestas al tratamiento.
Diagnóstico diferencial y comorbilidades
El diagnóstico diferencial del TDAH-A incluye trastornos que pueden mimetizar (imitar) la presencia de un TDAH que en realidad no está presente (se trataría de diagnósticos alternativos), o bien ser trastornos comórbidos (concurrentes o agregados), en cuyo caso el paciente padecerá un TDAH-A y uno o más diagnósticos asociados que deberán codificarse.
Se considera que más de un 60% de los TDAH-A tiene uno o más trastornos psiquiátricos o neurológicos comórbidos, por lo que el TDAH-A con alguna comorbilidad asociada es más frecuente que el TDAH-A aislado, lo que complica el diagnóstico y el tratamiento.
Además, la elevada frecuencia de trastornos neurológicos o de la salud general obligan a realizar una exploración médica general (que incluya peso) y neurológica, así como una evaluación cardiovascular somera (presión arterial y frecuencia cardiaca, junto con los antecedentes personales y familiares de enfermedad cardiovascular, que propiciarán la derivación puntual a un cardiólogo si es necesario). Se solicitará la analítica pertinente en caso de sospecha de Tourette, anemia, enfermedad celíaca o tiroidea, entre otras; diferentes tipos de electroencefalograma si se sospecha epilepsia (ojo a posibles ausencias interpretadas como ensimismamientos); resonancia magnética en este último caso o si se sospecha una parálisis cerebral, un tumor, o existe un empeoramiento sintomático obvio, focalidad durante la exploración o presencia de manchas hipercromas o hipocromas en la piel, entre otras razones. Si se sospechan síndromes genéticos, aun sin discapacidad intelectual, deben solicitarse estudios genéticos, desde arrays hasta secuenciación genómica, según los casos.
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